Madre patria

El otro día, en ese estado de letargo en que te sume el calor del verano, frente a un televisor igualmente aturdido, entreveía un programa denominado “Caso Cerrado” de un canal americano, realizado por hispanos, en el que la directora-presentadora-rectora le propinaba una tremenda bronca a una mujer que afirmaba, sin rubor, que ella no iba a trabajar, que para eso se había casado… para ser una mantenida. La riña no cursó por el feminismo, como era de esperar, sino que le recriminaba haber acudido a Estados Unidos con ese propósito, pues USA es una nación a la que se acude a trabajar, que el sueño americano era que con esfuerzo y trabajo se prospera, que se puede uno arruinar, y eso no es malo si eres capaz de volver a empezar, pues lo importante es trabajar, que el que no quiera trabajar se marche de allí… esperé la reacción del público, repleto de hispanos, y fue un aplauso y una ovación cerrada.

        La defensa del feminismo es muy importante en Estados Unidos, pero aún es más importante el trabajar, hacer país, construir el futuro de la patria, defender su bandera y la Nación, incluso dando la vida, a lo que están dispuestos hasta los “sin techo” que son apartados de la sociedad y vuelven a ella si hay que defender el modo de vida y libertad americana. Viven y sienten la “madre patria”.

        Sorprende cómo en Stalingrado se alza la estatua más grande del mundo en honor a la “madre patria”, es una mujer blandiendo una espada en defensa de sus hijos y todo ruso se siente con la obligación de defender a su madre, de defender su patria, de dar hasta su vida por ella, por más que no les guste lo que viven en ella.

        Es decir, el sentimiento patrio no depende del color o de la ideología, como algún destripaterrones se ha empeñado en desarrollar en España. La bandera, los símbolos patrios y su defensa, no depende del color político, por más que algún imberbe, seguido de una jarca de antisistema o racistas muy cercanos al fascismo, con collar de rojillos o independentistas descerebrados, se empeñe.

        La madre patria es la tierra que te vio nacer, los padres que te dieron la vida, la familia que te acunó en tus primeros días, el sol que te cubría en verano, la lluvia de primavera, el frío del otoño y las nieves navideñas en inviernos en las que disfrutabas de amigos, familia, modo de vida, defendías tus creencias, sentías el curso de la vida de un modo y forma peculiar… es la raíz en la que comenzaste a forjar tu vida, diseñar tu futuro, construir tus sentimientos, tu bienes, tu desarrollo vital y pergeñar tu final rodeado de aquello que supones has creado en tu enrededor.

        Luchar por la patria no es hacer rojo o azul su futuro, sino trabajar en el presente para que lo que les dejes a tus vástagos sea algo mejor, más sólido, más fuerte, mejor posicionado y donde se viva mejor que lo que a ti te dejaron. No se trata de educación dirigida o no dirigida, se trata de educación sin política, de formación de calidad, de cultura que permita discernir si quieres blanco, rojo o azul o un abanico multicolor. Aquel que no busque el bien de sus vecinos, aquel que no sirva, pero pretenda servirse, no sirve para ser patriota.

La batalla no puede ser los símbolos que son de todos, sacrosantos en la medida que representan no sólo a los de hoy, sino también a TODOS los de ayer y a los de mañana, la lucha tiene que ser por presentar programas de defensa de los intereses comunes en lo social, en lo económico, en lo sanitario, en lo jurídico y presentar políticas de construcción de un futuro en el que, salvando nuestros valores, desarrollemos un modo de vida mucho mejor del recibido, que nuestro legado sea más fértil que el recibido, sin desdeñar, repudiar, renunciar a lo bueno y lo malo recibido, sino con ello saber anclar y mejorar lo bueno y superar lo malo para no volver a repetirlo, no olvidarlo, no ocultarlo, sino superarlo y no dirigir la acción en modificarlo, sino en no repetirlo y dejarlo cual joya crionizada que no se puede, no se debe, no es posible tocar, ni repetir.

Por tanto, ni golpes de pecho, ni cabos de la legión fuera de la legión, ni capas abanderadas, ni por supuesto quemas de banderas, desdenes a la patria, ni burlas a los símbolos democráticamente elegidos por todos, que forman parte de nuestra historia y que hemos decidido sean parte de nuestro futuro; pero lo importante es luchar, trabajar, vivir, construir, crear por esa madre patria que nos dio la vida y debemos defender, unos pintando en rojo y otros en azul, pero con un único objetivo: dar lustre y grandeza a la madre que somos todos.

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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