La curia de Sánchez

Desde que llegó Pedro Sánchez Pérez-Castejón al poder por culpa de un cobarde, que prefirió emborracharse en un bar, y que un bolso ocupara su escaño, hemos visto y oído de todo única y exclusivamente para que este personaje incalificable ostente un inmerecido cargo. Desde su aparición en escena no ha hecho otra cosa que mentir y eso en un presidente del Gobierno debería estar penado por ley.

Primero fue su pacto con Iglesias, con quien repitió hasta la saciedad que nunca pactaría, su nuevo socio resultó ser otro especialista en engaños, en cuanto se aseguró el puesto, comenzó a hacer todo lo contrario de lo que prometía en sus mítines, lo primero fue enriquecerse y subirse al carro de la burguesía, pero lo más cruel para España fue la exigencia de colocar a la madre de sus hijos como ministra de un ministerio que lo único que ha hecho es despilfarrar nuestro dinero, excarcelar a violadores, alentar un feminismo cutre y sectario, y crear odiadoras profesionales de hombres.
Cuando llegó la debacle de Podemos, el ambicioso presidente tenía que perpetuarse en el poder como fuere, y ahí saltó todos los límites permitidos en una democracia. Pactó con terroristas y ahora se proclama juez y parte para amnistiar a un prófugo, a ladrones, terroristas y secesionistas avariciosos que le exigen a cambio de siete míseros votos, que se pase por el forro de los cojones, la ley, la dignidad, la honestidad y todas las virtudes que debería ostentar un presidente del Gobierno. Lo más jodido es que él sigue en su línea donde dijo digo, ahora dice diego, y le pone un tono de voz conciliador, para intentar convencernos de que esto es lo mejor para España.

Los españoles estamos hasta el tupé de escuchar a un tipejo petimetre y engreído darle la vuelta a la tortilla según sus necesidades, para mantenerse en un sillón que si hubiera justicia debería quemarle nada más sentar su mentiroso culo.