Volverán a ganar

Qué bueno es para un atajo de sinvergüenzas que los que los mantienen sean sordos, ciegos y mudos.

Cuando no existe sentido del honor ni de la dignidad ni de la honestidad en una persona, resulta muy difícil combatirla.

Se subieron a un árbol y no podemos hacerlos bajar. Ellos se aferran desesperadamente a las ramas, se sostienen unos a otros como pueden, porque saben que los que mueven el árbol para que caigan, más pronto o más tarde, se cansarán.

Ellos saben que su victoria no está en conseguir que todos los aclamen, sino en no soltarse aunque toda España zarandee el árbol al que se han subido. Se esconden entre las ramas, tras las hojas, como ratas. Saben que vencerán si no se bajan del árbol voluntariamente, siguiendo las reglas que la civilización ha creado para hacernos personas y no animales: la dignidad, la honestidad, el honor, contrarios a mezquindad, hipocresía y traición.

La palabra dimisión no aparece en su diccionario mas que para referirse a los demás. No tienen sentido del ridículo ni sienten vergüenza, al ser abucheados en público o rechazados por miles y miles de españoles. No hay nada mejor que una sordera bien administrada.

 

Aunque millones de españoles se manifestasen en las calles contra su gestión, no escucharían, simplemente los llamarían “fachas” por querer destituirlos. No se sienten responsables de sus errores, no tienen dolor de conciencia por los miles de muertos que han provocado con sus decisiones poco inteligentes, ni con sus decisiones maliciosamente ideológicas. Saben que su victoria está cerca, que dentro de unos meses la gente ya no se acordará y todo quedará convenientemente diluido en una zona pantanosa de informaciones fácilmente maquillables y confusas. Crear confusión, hablar mucho, “yo dije…”, “eso no es cierto…”, “hicimos lo que indicó la OMS…”.

En cuanto vean que se van recuperando y que los españoles se van desanimando, los medios de comunicación afines (subordinados, sometidos), empezarán a confirmar las mentiras que ellos difundan. No tardarán mucho, tras el verano todo habrá cambiado. Sus votantes se harán los olvidadizos y discutirán verdades respaldadas con datos. No les importará. Pensarán:“¡…hemos ganado nosotros!”. De nada valdrán documentos, grabaciones de declaraciones indiscutibles. Qué bueno es para un atajo de sinvergüenzas que los que los mantienen sean sordos, ciegos y mudos.

No se bajarán del árbol. Saben que solo pueden hacerlos bajar mediante la fuerza y eso les convendría aún más. Ahora están insinuando que son víctimas de un complot militar que pretende dar un golpe de estado. Cuando se unen la maldad y la mediocridad, los resultados son repugnantes y apestosos.

Apelo a la Justicia española e internacional. Toda Europa sabe que los españoles estamos atrapados por una oligarquía dictatorial y mezquina. Que estamos siendo gobernados por gentuza indigna y sin honor, que jamás abandonarán el árbol al que treparon con traición y desprecio a la legalidad.

Llamo a los jueces, al Poder Ejecutivo, acusado por una sombra de corrupción extendida por el propio Gobierno, clamo JUSTICIA para los españoles. No permitan que les ensucien con la maraña melosa de la confusión de sus palabras, con sus dotes de actor y sus apariencias de dignidad, no hay dignidad, ya lo hemos visto, si la hubiera, dimitirían y pedirían perdón.

No entiendo que exista un ministro de Justicia sometido al Poder Ejecutivo, si existe un Poder Judicial. ¿Por qué no crea el Poder Judicial un “juez” especializado en el Gobierno?

No entiendo que la fiscalía se declare independiente de la política, y, sin embargo, exista un grupo llamado “fiscales progresistas”; El propio nombre indica su sometimiento a la política. No sé, señores del Poder Judicial, cómo pueden tolerar esas triquiñuelas tan evidentes, me parece insultante para su inteligencia.

Dentro de unos meses los incompetentes se convertirán en salvadores de miles de vidas, los mentirosos, en portadores de la verdad y la transparencia, los hipócritas, en fieles defensores de la legalidad.

Y volverán a celebrar elecciones (cuando todo esté voluntariamente olvidado y confuso para sus votantes). Y volverán a ganar, y  volverán a subir al árbol.

Su lema es: si no te sueltas de la rama, ganas. Si te hacen bajar a la fuerza (por la justicia), eres víctima y, por lo tanto, también ganas. Solo pierdes si reconoces la verdad y dimites. Pero eso, claro, es para los tontos que tienen dignidad.

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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