Violencia de género, feminismo como estrategia de poder político

En los últimos años en España se ha desarrollado una intensa campaña política y social, relacionada con la mal llamada violencia de género y el feminismo.

No es anecdótico que hayan sido promocionadas y lideradas por las izquierdas políticas y más intensamente y con mayor exabrupto, cuanto más extrema es esa izquierda.

Debido a la ausencia de contrapartida ideológica que matizara esos conceptos, ya que la derecha española se caracteriza por su desidia e indolencia política, esos conceptos han ido calando en la masa social de forma que parecen ya leyes inmutables y no opinables.

Sin embargo, ha surgido un importante movimiento político que se constituye ya como la tercera fuerza política en España, llamado VOX, que si matiza y pone en tela de juicio muchos de esos postulados de la izquierda, la extrema izquierda y gran parte del centro derecha, que se ha rendido ideológicamente a la izquierda.

Si asumimos que el sexo viene dado por la biología, por la naturaleza, por órganos genitales y por características cromosómicas, existen mayoritariamente dos sexos, el femenino y el masculino. Luego existen de forma muy minoritaria los hermafroditas o intersexuales.

El hermafroditismo también se conoce como intersexualidad. Se trata de una condición en la que una persona nace con características sexuales tanto masculinas como femeninas. Esto incluye una combinación de órganos genitales masculinos y femeninos, así como una combinación de características físicas masculinas y femeninas. Esta condición es muy infrecuente

Se estima que alrededor del 0,1% de las personas nacen con algún tipo de hermafroditismo. Esta cifra significa que alrededor de 40.000 personas en España son hermafroditas.

Dada la rareza nos quedaremos con la idea de que el 99,9% de las personas son hombres o mujeres biológicamente.

La identidad sexual se refiere al sexo al que una persona se siente atraída: homosexuales al mismo sexo, bisexuales a ambos sexos o lo mayoritario y por ende lo normal, los heterosexuales.

La identidad de género es un sentimiento subjetivo de saber a qué sexo se pertenece, es decir, si la persona se considera varón, mujer, transexual u otra denominación identificadora (p. ej., intergénero, no binario, sin género).

El rol de género es la manifestación objetiva y pública de la identidad de género e incluye todo lo que las personas dicen y hacen para indicar a sí mismas y a los demás el grado de adherencia al género con el cual se identifican.

Las conductas de rol sexual caen en un continuo de masculinidad o feminidad tradicional, aunque culturalmente se reconoce cada vez más que algunas personas no se ajustan (ni se quieren ajustar necesariamente) a la dicotomía hombre-mujer tradicional. Estas personas pueden referirse a ellos mismos como «de género diferente», no binarios o uno de muchos otros términos que se han vuelto más utilizados en los últimos 10 años.

El término cisgénero a veces se usa para referirse a personas cuya identidad de género corresponde a su sexo al nacer. Las culturas occidentales son más tolerantes con las conductas no conformistas de género en las niñas (lo que generalmente no se considera un trastorno de género) que con las conductas afeminadas o en los varones.

Muchos varones juegan como niñas o actúan como sus madres, lo que incluye probarse la ropa de su hermana o su madre. En general este comportamiento es parte del desarrollo normal. La disconformidad de género (conducta que difiere de las normas culturales para el sexo de nacimiento de un individuo) en los niños no se considera un trastorno y rara vez persiste en la edad adulta o conduce a la disforia de género, aunque los niños que manifiestan disconformidad persistente pueden ser más propensos a eventualmente ser homosexuales o bisexuales en su adultez.

La incongruencia de género o disconformidad con el género en sí no se considera un trastorno. Sin embargo, cuando la percepción de falta de correspondencia entre el sexo de nacimiento y la identidad de género que uno siente provoca malestar significativo o discapacidad, un diagnóstico de disforia de género puede ser apropiado. El malestar es típicamente una combinación de ansiedad, depresión e irritabilidad.

Las personas con disforia de género grave, a menudo llamadas personas transexuales, pueden experimentar síntomas severos, inquietantes y persistentes y tienen un fuerte deseo de una transformación médica y/o quirúrgica de su cuerpo para que esté más alineado a su identidad de género.

Aunque faltan cifras precisas, se estima que entre el 0,005% y el 0,014% de los varones al nacer y el 0,002% a el 0,003% de las mujeres al nacer cumplen con los criterios diagnósticos de disforia de género, como se establece en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición (DSM-5).

Muchas más personas se identifican como personas transgénero, pero no cumplen con los criterios de disforia de género.

Algunos estudiosos sostienen que el diagnóstico de disforia de género es principalmente una afección médica, relacionada con trastornos del desarrollo sexual, y no un trastorno mental en absoluto. Por el contrario, algunos miembros de la comunidad transgénero consideran que incluso las formas extremas de no conformidad de género son simplemente una variante normal de la identidad y expresión sexual humana.

La disforia de género es la sensación de incomodidad o angustia que pueden sentir las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer o de las características físicas relacionadas con el sexo. Las personas transgénero y no conformes con su género pueden experimentar disforia de género en algún momento de sus vidas. Pero no todas las personas se sienten afectadas.

La disforia de género puede comenzar en la infancia y continuar hasta la adolescencia y la edad adulta (inicio temprano) O bien, es posible que atraviese períodos en los que ya no experimentan disforia de género, seguidos de una recurrencia de la disforia de género.

También pueden experimentar disforia de género en la época de la pubertad o mucho más tarde en la vida (inicio tardío). Complicaciones La disforia de género puede afectar muchos aspectos de la vida. La preocupación de ser de otro género que no sea el asignado a menudo interfiere en las actividades diarias.

Las personas que experimentan disforia de género pueden negarse a ir a la escuela, debido a la presión de vestirse de una manera que está asociada con su sexo o por miedo a ser acosados o molestados. La disforia de género también puede perjudicar la capacidad de desempeñarse en la escuela o en el trabajo, lo que genera deserción escolar o desempleo. Las dificultades en las relaciones son comunes.

La ansiedad, la depresión, la autolesión, los trastornos alimentarios, el abuso de sustancias y otros problemas pueden ocurrir. Las personas que tienen disforia de género a menudo también experimentan discriminación, lo que causa estrés El acceso a los servicios de salud y a los servicios de salud mental puede ser difícil, debido al temor al estigma y a la falta de proveedores experimentados.

Los adolescentes y adultos con disforia de género, antes de la reasignación de género, podrían estar en riesgo de ideación suicida, intentos de suicidio y suicidio. Después de la reasignación de género, el riesgo de suicidio podría continuar.

Se recomienda terapia individual o familiar para los niños e individual o de pareja para los adultos, sobre todo en el caso de experimentar ansiedad y depresión. El cambio de sexo mediante la cirugía y la terapia hormonal es una opción, pero a menudo los problemas de identidad persisten después de esta forma de tratamiento.

El diagnóstico y tratamiento tempranos de este problema contribuyen a un mejor resultado final.

Bueno por no extendernos demasiado, digamos que la disforia de género es conocida desde hace mucho tiempo y existen diagnósticos y tratamientos por médicos especialistas.

En base a ello, llega el populismo de izquierdas y sin ningún tipo de conocimiento médico y saltándose todos los protocolos científicos, deciden que cualquiera puede ir al registro civil y auto declararse del género que le parezca, sin más. Y hasta solicitar cirugía sobre sus órganos sexuales.

Es decir, hacen de un hecho conocido, un arma política para sus fines de control social y asalto al poder político.

Evidentemente, esto solo es posible en un caldo de cultivo propicio, es decir, en una masa social iletrada e ignorante, que está dispuesta a creer en la primera barbaridad que le cuenten porque no tienen criterio para cuestionarlo.

El feminismo es otro fenómeno del S. XXI muy a poner en tela de juicio. Se puede entender ese movimiento en el S.XIX y gran parte del S.XX como un movimiento de emancipación de la mujer y la búsqueda de la completa igualdad entre hombres y mujeres.

Es archiconocido que esto es así objetivamente desde hace décadas, sin embargo, la izquierda persiste en mantener ese movimiento como una estrategia de control del poder político.

Si mas o menos la mitad de la población es masculina y la otra femenina, alguien avispado pensaría que, si atrae a ese 50% con este discurso con poco esfuerzo adicional, gana las elecciones. Y así es.

En España el gobierno comandado por la izquierda se ha declarado “feminista” y ya está. Ellos son los feministas, así mujeres, votadles a ellos.

Como les parece poco, porque hay muchas mujeres en la derecha y eso parecería contradictorio, tienen que seguir ahondando en conceptos de división entre hombres y mujeres para lograr gratuitamente ese voto mujeril.

El concepto que más les ocupa es el de “violencia de género”. Es decir, que a su saber nos quieren explicar que los hombres matan mujeres por el hecho de ser mujeres. Este exabrupto es una de las mayores barbaridades que se repiten a diario, no solo por todos los políticos de izquierdas y de centro derecha (por las razones expuestas más arriba), sino por los medios de comunicación, eso sí, al servicio del gobierno.

Este concepto ha permitido que se promulguen leyes que van claramente en contra de los derechos humanos, al considerar al varón culpable, salvo que se demuestre lo contrario, es decir, lo opuesto a la ley internacional, que dice que somos inocentes, salvo que se demuestre lo contrario.

Y eso, como si los hombres y mujeres no se unan voluntariamente ya sea en matrimonio, parejas o cualquier otro tipo de relación más esporádica.

Si los hombres fueran asesinos en potencia y mataran mujeres por ser mujeres, no se entendería que las mujeres se unieran a los hombres y disfrutaran de su compañía.

Evidentemente que la violencia no tiene género y es un concepto de nuevo inoculado por la izquierda en la sociedad para su único propósito que es la toma del poder político y económico.

A la hora de analizar la violencia o los crímenes, se requiere un detallado análisis y estudio de todos los elementos que inciden, y hay uno que se ocupan de ocultar permanentemente y es, el origen de los involucrados en esos sucesos. La proporción en términos relativos a su número sobre el total, de personas de origen extranjero es abrumador. Sin embargo, no se habla de violencia de migrantes. O en función de su etnia o religión. Los especialistas en criminología sabrían perfectamente como analizar el problema y en base a ello, actuar sobre dichas causas. Pero no interesa, es mejor reducirlo a tema del hombre mujer porque da mayor rédito político.

En resumen, el concepto de “violencia de género” o el “feminismo del S:XXI” son estrategias de la izquierda para asaltar el poder político, haciendo creer al 50% de la población que ellos son los que mejor las representan.

Únicamente hay un partido político relevante, VOX, que se revela contra esos conceptos y cada día tiene más adeptos, porque todos los varones tenemos madres, hermanas, hijas, tías, sobrinas, y desde luego que no queremos que las ocurra nada y desde luego no nos creemos las falacias de la izquierda.

Jesus Ignacio de Lucas Gallego

Amplia experiencia profesional de 39 años en sector de energía y distribución en empresa de primer nivel internacional. Diversos ámbitos funcionales: planificación y control, económico financiero, desarrollo de negocios, estrategia, servicios globales y seguridad y medio ambiente, energy transition, electric car, mobility, energías renovables. Experiencia internacional por 8 años en tres países en Latinoamérica (Perú Argentina y Chile).

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