Verdades o demagogia electoralista
Estos días, días tristes, días de otoño con aires electoralistas, son muy propicios para hacer demagogia, y un descarado populismo instrumental, postulado en las falacias o falsedades fruto de los que han hecho de su cualidad o característica principal, 《la mendacidad》, su forma de vida, una forma de vida déspota, vil y rastrera.
Me refiero a nuestro panorama político contemporáneo, al actual casi al completo, podríamos exceptuar a Vox y poco más, pues los demás viven en un cómplice y colaboracionista contubernio entre si. Por un lado, están los que defienden la lucha de clases y por el otro la lucha de partidos o siglas, lo que nos lleva a una única deducción, que no es otra que la del egoísmo, el interés postulado en un beneficio particularista, no generalizado, dejando de lado lo principal o supremo como es la nación y su unidad.
En estos días, vemos cómo se retratan e intentan imponer una supuesta autoridad moral, cultural, social, democrática, etc., las izquierdas marxistas, las que defienden una dictadura del proletariado, las que defienden una lucha de clases, las cuales aspiran a destruirlo todo, incluso lo bueno. Se llenan la boca en sus discursos demagógicos y populistas, haciendo alusión a los problemas sociales, y aún así son del todo ineficaces, incapaces, son nocivos para cualquier economía, y no solucionan la suerte de los humildes, es decir, del pueblo. Sus políticas se postulan en ese marxismo defensor de la esclavitud en su estado metafísico, originario o puro.
El centro derecha aspira a conservarlo todo, incluso lo injusto, la prueba más evidente, fue el PP de Rajoy, quien con una mayoría absoluta conservó hasta hoy las injustas y totalitarias políticas marxistas de Zapatero, las cuales, a día de hoy sufrimos bajo el yugo de Sánchez. Y el felón Casado aspira a conservar asumiendo una sumisa aquiescencia moral a favor de Sánchez. O el C’s de Rivera, que, tras presumir o presagiar una estrepitosa caída de su partido, a modo de aviso o premonición de una pronta muerte anunciada, la cual y si nadie lo remedia, le dejará sumido en una cruel pero en mi opinión corta agonía política, osa pactar con el sanchismo, la conservación de las injustas, totalitarias y nocivas políticas, impuestas a modo de norma o ley de este último.
Que hablar de esos parásitos que son los nacionalismos periféricos, esos nacionalismos particularistas, los independentismos, que así como las izquierdas marxistas, los progres, aspiran a fragmentar y destruirlo todo, en su caso concreto, la unidad de la nación. Esos vulgares parásitos o mantenidos, que hoy haciéndose fuertes, exigen con descaro un supuesto derecho que ni les corresponde ni merecen.
Tanto estos últimos, los independentismos como la izquierda en general, y ese centro derecha que, defiende la lucha de partidos, primando despachos y sillones a solucionar los problemas existentes en España. No son más que más de lo mismo, una vulgar turba de demagogos populistas que viven de las desgracias y angustias de la sociedad española.
Por lo que, el próximo 10N, tienes una elección que hacer. O verdad y realidad contra ficción, demagogia y mendacidad.O libertad y democracia, postulada en una igualdad que se sustente en la justicia, contra la esclavitud que es lo que significa y representa el marxismo, en cualquiera de sus muchas y diversas manifestaciones, socialismo, comunismo, anarquismo, independentismo, terrorismo, golpismo.
Personalmente escogeré libertad, democracia, igualdad, justicia, verdad. Elegiré VOX.