Turismo político

Castilla y León hoy, es menos Castilla y León que lo que siempre ha sido y, me temo a la luz de las evidencias, que lo será más que mañana. Hemos pasado de ser el corazón y pulmón del Reino de España y del Imperio español, a ser una comunidad periférica.


La Feria Internacional de Turismo (FITUR) ha cerrado sus puertas recientemente en Madrid, con un éxito de afluencia inesperado. Como no podía ser de otra manera, el pabellón de Castilla y León se ha hecho presente, aunque solamente por el número de provincias al que representa. Variadas han sido las propuestas, algunas muy interesantes, otras ya añejas y trasnochadas. Sin embargo hay una que no ha sido promocionada, la del turismo político en tiempos de precampaña y campaña electoral. Voy a ser muy ácido en mi reflexión al respecto y, quizá, políticamente incorrecto, pero es lo que pienso y lo que siento.

A estas alturas se habrán dado cuenta que en nuestra Comunidad se celebran comicios regionales el próximo domingo, 13 de febrero, antesala del día de los enamorados. Qué bonito y enternecedor. Pues bien, habrán podido comprobar como estas tierras castellano-leonesas han sido objeto del desembarco de las huestes de las principales fuerzas políticas patrias, o no, según sea la mesnada. Por aquí han pasado lo mejor de cada casa, haciendo el paseíllo con sus respectivas cuadrillas los primeros espadas del cartel de la política nacional. Recorriendo plazas, avenidas, calles y explotaciones ganaderas nos han visitado ilustres próceres del quehacer político diario, nadie ha querido perderse la feria, entendida en clave nacional, según dicen los críticos. Sonrisas por doquier, fotos, regalo de globitos y demás fruslerías publicitarias, declaraciones afligidas y afectadas de castellanidad, sermones mitineros cuajados de eslóganes y pronunciamientos elocuentes, ruedas de prensa y entrevistas a tutiplén, nos han alegrado y animado el corazón partido. Solo ha faltado que se vistieran con el traje regional y danzaran al son de la dulzaina.

Un rejuvenecido Alfonso Fernández Mañueco, actual virrey de Castilla y León, ha sido acompañado del palentino Pablo Casado, Ana Pastor, José Luis Martínez-Almeida –simpático alcalde de la Villa y Corte de Madrid-, junto a otros sobresalientes de los populares; Luis Tudanca –eterno candidato a la presidencia regional-, se ha visto abrigado por su líder mesiánico, Pedro Sánchez, amén del risueño José Luis Rodríguez Zapatero y otros ministros del ejecutivo de la Moncloa; Francisco Igea, en su quijotesca lucha por la supervivencia, ha sido arropado por Inés Arrimadas, Edmundo Bal y Begoña Villacís –vamos, lo único que le queda-; quien ha puesto más denuedo y carne en el asador ha sido Vox, ya que su candidato, el joven y desconocido Juan García-Gallardo, ha disfrutado de la compañía de Santiago Abascal, Javier Ortega, Macarena Olona, Iván Espinosa o Rocío Monasterio. Sin lugar a dudas quieren aprovechar la volatilidad del voto indeciso y descontento con los populares y los liberales de Ciudadanos; Pablo Fernández, por si no lo sabían, candidato de Unidas Podemos, ha sido bendecido con la presencia de sus camaradas Ione Belarra, Pablo Echenique o Juan Carlos Monedero. Sin embargo, la campaña ya se la ha hecho su colega de puño en alto, el ínclito ministro de Consumo, Alberto Garzón, con sus elocuentes e iluminadas declaraciones a la prensa del la pérfida Albion del fiestero Boris, el rubio despeinado que destaca por sus astracanadas en Downing Street. No me negarán que la pasarela no está siendo entretenida y con colores para todos los gustos y disgustos.

Tampoco quiero dejar de tener presentes a otras siglas y agrupaciones con legítimas aspiraciones cortesanas. UPL (Unión del Pueblo Leonés), que sueña con tener dos procuradores; Por Ávila –al resto que nos den- puede revalidar su escaño que, por cierto, ha sido apoyada por Teruel Existe, con su pinturero diputado nacional, Tomás Guitarte; o la posible entrada de la España Vaciada –que todavía no se ha enterado que se sigue vaciando-; o Vía Burgalesa, que es toda una incógnita.

Les confieso, desde lo más profundo de mi corazón, que estoy hasta el badajo del arco del triunfo –perdonen mi vulgaridad-, cuando ahora todos se acuerden de Castilla y León y vienen en olor de multitudes, cuales magos y doctos analistas, a decirnos los problemas que ya sabemos que tenemos y, lo que es peor, a darnos las recetas para evitar nuestra extinción como Comunidad Autónoma. Como decía aquel paisano: “para mear y no echar gota”. O sea, ¿Por qué no nos lo han dicho antes? ¿Por qué han esperado a que se produzca la dramática situación de nuestros campos? Hay que joderse –perdón por la interjección-. El libro de recetas gastronómicas políticas es amplio, rico en matices, en resumen, una cocina de diseño innovadora de imprevisible desarrollo y puesta en práctica. Unos gobiernan y dicen a la oposición lo que tienen que hacer; los otros, desde la cómoda oposición, acosan al ejecutivo regional por su inacción. Seamos serios, ¿Quiénes son los responsables en la toma de decisiones para la puesta en marcha de políticas de progreso y desarrollo? –Qué eufemismos-. ¿No es responsable la oposición de alcanzar acuerdos que favorezcan planes y proyectos innovadores y renovadores de futuro? Pues no, aquí prevalece la máxima de “ni contigo y sin ti”.

Castilla y León hoy, es menos Castilla y León que lo que siempre ha sido y, me temo a la luz de las evidencias, que lo será más que mañana. Hemos pasado de ser el corazón y pulmón del Reino de España y del Imperio español, a ser una comunidad periférica. En una sola cosa somos los primeros del ranking nacional de las comunidades, en extensión y en el número de provincias que integran estas hermosas y excelsas tierras. Nuestro territorio representa el 18,6% de la superficie de nuestra Patria –con mayúscula-. A partir de ahí bajamos de nivel. Tenemos una población de 2.394.000 habitantes, la sexta de la “tabla de la verdad”. Nuestro PIB regional (Producto Interior Bruto), supone el 5,1% del total, lo que nos sitúa en el séptimo puesto. Y así podría seguir dándoles cifras. ¿Cómo lo van a arreglar nuestros gobernantes y su legión de asesores? Si no saben, o no pueden, pues que cedan su puesto a los que sí saben cómo. No valen excusas ni disculpas fingidas.

Nuestra población está envejecida, dispersa, sin crecimiento demográfico ni relevo generacional, despatrimonializada de jóvenes que, finalizados sus estudios superiores, huyen hacia otros territorios más propicios para sus aspiraciones y porvenir, sin la llegada de población inmigrante que compense la falta de efectivos humanos. ¿Y qué me dicen del medio rural? Pregunten a agricultores, ganaderos, apicultores, cazadores, hosteleros o comerciantes. Parece que la solución es dejar que la naturaleza siga su curso y los pueblos vayan desapareciendo con sus últimos moradores. ¿Qué pasa con los consultorios médicos, las escuelas, los cuarteles de la Guardia Civil, las entidades bancarias, el transporte, la cobertura de telefonía o la implantación de Internet? Visito muchos pueblos, piso el terreno del que hablo, conozco a sus gentes y sé cual es su sentir y su forma de vivir.

El campo se muere y la ciudad también se muere. Hagan este ejercicio, den un paseo por su ciudad y comprueben la cantidad de locales cerrados o puestos en alquiler, de todo tipo y condición. El ejercicio es muy ilustrativo y esclarecedor, por oscuro y amenazante. Lo mismo, entre semana, pueden hacer con muchas localidades, antaño radiantes y exultantes, hoy dormidas en la noche de los tiempos. La sangría es permanente y, pese a los torniquetes aplicados, el goteo es continuo y muy fluido.

Nuestro Estatuto de Autonomía, eco del modelo de organización territorial del Estado español según la Constitución, no ha impedido que el desequilibrio entre regiones se siga acentuando. El contraste centro (vacío y débil políticamente) y la periferia (potente y poderosa) se ha incrementado. Los niveles de vida y el acceso a los bienes y servicios que garantiza nuestro estado de bienestar, son una ensoñación. Hay una España que avanza, o retrocede, a múltiples velocidades, y este desequilibrio inter territorial, se produce de manera intraterritorial. Es decir, no es la misma situación en la montaña leonesa, soriana o palentina, que la que hay en Tierra de Campos. Zamora, Soria, Palencia ¿Tienen la misma situación que Valladolid? La respuesta es no.

Así, a modo de conclusión, espero que tan ilustres y prometedores valedores de nuestras tierras, que hoy nos visitan, regresen después de la cosecha de votos y no nos olviden. Quisiera creer que su retorno será inmediato, habitual y comprometido. Ojala sea así, sin embargo, como en numerosísimas ocasiones ya vividas, el paseíllo campestre o la visita relámpago serán santo y seña de muchos de los “enamorados de ocasión” de Castilla y León. Por lo pronto, el próximo 13 de febrero dictará sentencia. Los resultados declararán herederos ante la historia a los que se postularon como nuestros principales valedores. Yo lo tengo claro, mi voto siempre es y será un voto patriota de quién ama la tierra que conoce y en la que vive. Ténganlo claro, uno no puede defender aquello que no ama, uno no puede amar aquello que no conoce. Los amores en la distancia – en política- son amores baldíos y condenados al fracaso.

José María Nieto Vigil

Profesor. Doctor en Filosofía y Letras. Licenciado en Historia Antigua e Historia Medieval. Diplomado en Magisterio y Teología Fundamental. Estudios Superiores de Egiptología. Conferenciante y colaborador de medios de comunicación. Ex Presidente Provincial de Palencia de FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza). Presidente fundador de Vox Palencia.

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