Tener claro quiénes somos y lo que queremos
En los albores de la democracia, la derecha se dividía en Fuerza Nueva y Falange, herederos del general y Alianza Popular que, considerándose defensora de las esencias del liberalismo, el conservadurismo y de los principios culturales judeo cristianos, querían desarrollar los mismos dentro de una democracia moderna.
En el centro se conjugaba un magma de socialdemócratas, cristianodemócratas, liberales y sencillamente no adscritos, que conformaban UCD.
En la izquierda el PSOE que se comenzó a reestructurar, pues durante el mandato Franquista desaparecieron o se mimetizaron con el régimen. El PCE que, deseando ser un partido eurocomunista moderno, buscaba salir de la extrema izquierda para tener un modelo democrático y luego toda una pléyade de descerebraos e incluso algunos asesinos adscritos en el LIGA COMUNISTA REVOLUCIONARIA, ETA, GRAPO, etc. todos ellos fuera del sistema democrático.
El régimen del 78 obtuvo la conexión de todos en pos de un modelo democrático construido en torno a la Corona, con el fin de no generar problemas de orden político en la Jefatura del Estado y que permitiese un punto de unión en la labor a desarrollar como representante del Reino de España en el extranjero y fulcro, si fuere preciso, de problemas internos, con lo que además permitía el perdón y la reconciliación de ambos bandos, ambos asesinos en una guerra fratricida y ambos canallas sus actuares, pero que no dejaban de ser hermanos.
Ese sentimiento de hermanos hace que, sin comprobar el color, la ideología, las diferencias, seamos capaces de ser amigos, de discutir sin enfado, de discrepar con cariño y de comprender que el adverso no es mi enemigo, sino alguien que vive en el error, pero que tienen un alma, un sentimiento y una pasión igual a la mía que debo de respetar. Desgraciadamente, existe mucho memo mental del PP o de VOX que, cuando ve que estoy tomando algo con mis amigos del PSOE, se acercan a estos y le dicen “¿cómo te juntas con la extrema derecha?” o “ese es un rojo que se junta con rojos”… ¿de verdad se puede creer que la vida se divide en blanco o negro, en rojo o azul?
Este volver a los colores es el efecto buscado, deseado, provocado y alentado por el Zapaterismo y la carcunda podemita, pues ellos sin la confrontación, sin las dos Españas, no son nada, no valen para nada.
Ahora, observamos cómo el PSOE es capaz de aceptar las tesis extremistas de Podemos, de acomodarse con los terroristas de ETA, de amartelarse con las facciones más radicales de la izquierda trasnochada y se permite el lujo de, tras haber negado que fuese a pactar con ellos, encamarse con todos, advertir de que el PP puede pactar con VOX.
El PCE, PODEMOS, SUMAR, RESTAR O ASESINAR han dejado claro su pasado, apoyan lo que apoyan en Europa (se niegan a firmar la moción de defensa de los niños ucranianos perseguidos por Putin) encubren en España lo que les interesa (Oltra y las menores tuteladas violentadas por su esposo y cubierto por sus servicios sociales) y admiten que se pueda afirmar por dirigentes políticos “lo primero que haría si triunfa la revolución, sería ir a La Zarzuela y acuchillar al Rey y a la princesa Leonor” (afirmaciones realizadas por Enrique Santiago -por favor no confundir conmigo “de”- siendo el número 2 de podemos). Pues bien, ninguno de estos figuras fueron o participaron en el PSOE, es decir, son ajenos al partido y al extremo izquierdo de este.
Los que hicimos nacer VOX éramos todos miembros disgustados del PP, del que considerábamos que Rajoy nos había traicionado, mentido y dejado en la estacada, que no defendía con fuerza lo que en su programa electoral manifestó: no a la ley de violencia de género, sí a la protección de las víctimas de violencia, no a la ley trans, no a la ley de memoria histórica que pretende reescribir la historia hurtándole el trabajo a los profesionales, redefinir la administración evitando duplicidades y modelos perturbadores que traía Rajoy en la cabeza (y ahí se quedó), reforzar los controles constitucionales, el CGPJ, el TC, profesionalizar dichos controles para evitar la disputa política, bajar los impuestos y liberalizar la economía desde un aspecto social…etc, pero nada, absolutamente nada, hizo este y nos fuimos del PP.
Esos desencantados son VOX, ¿Dónde está la extrema derecha, más allá de algún memo interno y algún soplaflautas externo? ¿desear reducir o eliminar las autonomías es de extrema derecha?¿buscar una solución a la violencia intrafamiliar que impide la criminalización de TODOS los varones y defienda a la víctima tenga el sexo que tenga, es fascista? ¿desear que la historia la investiguen los profesionales y alcancen libremente sus conclusiones sin dirigismo, es ultra? ¿comprender que sólo existen 2 sexos y multitud de formas de practicar la sexualidad y no tropecientos géneros, es homófobo? ¿valorar a las personas por sus capacidades y no por lo que tengan entre las piernas o cómo lo usen, es ser machista? ¿querer un estado pequeño que garantice los servicios sociales pero que elimine la pléyade de chupones y “desnortaos” que se lucran a costa de los ciudadanos, es de ultra derecha? Así podría estar un rato y punto por punto, pero es evidente que no éramos de la ultra-extrema-fascistoide derecha no democrática.
Por tanto, este juego de yo con Vox no, o si el PP nos da algo no es suficiente, o es que la extrema derecha y los maricomplejines no podemos dejarnos ver juntos, sólo y exclusivamente beneficia a un PSOE traidor, que es capaz de volver a copular con lo peor de este país con tal de gobernar, de modo que les está faltando tiempo a Santi y a Feijóo para dejar de hacer el tonto útil de Sánchez, organizarse, coordinarse, dejarse de complejos e ir a ganar las elecciones con proyecto, valentía, ilusión y ganas, pues de otro modo España pierde y Sánchez gana.