¿Soy un loco…?
"Cual fascista quedo, cuando aseguro, que el Estado de Las Autonomías es, sin duda, ahora mismo la principal causa de la cancerígena disgregación nacionalista que padece nuestra Nación…"
Soy un loco si afirmo, algo tan simple, como que todos los españoles deberían tener, exactamente, los mismos derechos y obligaciones con independencia de dónde vivan, voten, coticen, follen, residan, hayan nacido, parido, o se quieran morir…
Tengo la sensación de que me miran raro cuando -como sin complejos hacen la mayoría de británicos y japoneses, suecos u holandeses- digo preferir sin duda alguna, una moderna y serena Monarquía Parlamentaria, a la primera, segunda, o tercera República, que se saque de la chistera cualquier politicastro iluminado, al que, exhibiendo no se qué mayoría, se le ocurra semejante cosa…
Por un retrógrado me tienen, si añoro Los Valores y La Ilusión de aquella España de La Transición: escarmentada y sensata, trabajadora y noble, unida, bien educada, y que con tanto esfuerzo y renuncias nos legaron nuestros padres… Aquélla España en la que crecí, en la que creí, y a la que amo…
Parece ser que parezco un orate ignorante, al afirmar sin ambages, que si cualquier ‘otra nación’ poseyera nuestra historia, nuestras tierras y sus gentes; si además hiciera gala de nuestro arte y nuestra fuerza; y si también gozara, de una lengua tan rica y un sentido del humor y de la vida tan agudo como el español; esa ‘otra nación’ reitero, sería hoy faro del mundo, como otrora nosotros ya lo fuimos…
Por ello, debo de parecer un carcamal cultural porque, con solo la fe de la lógica, creo y me atrevo a afirmar, que el conocimiento y el uso de un idioma tan hermoso y versátil como el español, con tanta historia e influencia en un mundo de más de seiscientos millones de hispanohablantes, debería de ser un derecho y una obligación para todos los españoles… ¿No…?
Un morlaco mal encornado debo de ser, si a porta gayola sostengo -conste que no me gustan los toros- que la tauromaquia ha influido con hondura, durante siglos, en nuestra forma bragada de entender la vida, de afrontar el riesgo zaino de nuestro destino, o de mostrar el valor con los pies juntos pese al miedo… Y si continúo sosteniendo que, además, forma parte troncal de nuestra lengua, o que ha sido muleta de nuestra historia y faena de muchas de nuestras artes… soy una bestia.
Cual fascista quedo, cuando aseguro, que el Estado de Las Autonomías es, sin duda, ahora mismo la principal causa de la cancerígena disgregación nacionalista que padece nuestra Nación… Y si además, clamo al afirmar que esa misma disgregación nacionalista es, sin duda, el principal peligro que acucia el futuro vital inmediato de nuestro País, me llaman cenizo…
Se ve que también soy un machista con rabo y cuernos, porque en mis carnes he sufrido esa paranoica ideología de género que, con una mera acusación de parte, discrimina, señala y segrega; predispone, acusa y hasta encarcela a la otra parte; ni más ni menos que al ‘otro’ indefenso cincuenta por ciento de la población española… De locos.
Así, cuando a mis hijas intento inculcarles que, sobre todo, amen profundamente a su prójimo… o les aseguro que si quieren entender el pasado, no lo juzguen con criterios de presente… me queda la duda, de si no debo de ser también un idiota…
Y es chocante, por último, que ahora a mis cincuenta y tantos años, soy poco menos que un potencial asesino paranoico, si reconozco que me gusta el jamón ibérico, casi tanto, como mirar un buen par de tetas…
…eeen fin.