¿Soy facha, homófoba y racista?
Ahora resulta que por defender mis principios, mis ideales, y mis convicciones, me tachan de facha, de homófoba y de racista.
No quiero una España desmembrada por parte de vascos y catalanes.
No quiero mantener a prófugos de la justicia en ningún país extranjero.
No tolero a asesinos etarras metidos a políticos.
No soporto la memoria histórica selectiva, nos dicen que hay que pasar página con los etarras, y sin embargo están obsesionados con Franco.
No quiero a un presidente que gobierne mi país embustero, zafio, y con unas ansias de poder que le llevarían a cometer cualquier pacto con tal de conseguir su propósito.
No quiero que la justicia esté politizada.
No quiero patanes incultos metidos a políticos y cobrando sueldos astronómicos.
No me gustan las mujeres que se denominan feministas y parecen hombres.
No me gustan los maricones subvencionados que se disfrazan de mujeres, para reivindicar que lo son.
No me gustan los sobacos y las piernas peludas en las mujeres.
No quiero distinciones ni celebraciones de orgullos, cada cual debe asumir lo que es y estar orgulloso de si mismo.
No me gustan los privilegios para ningún colectivo gay, entonces dejan de ser iguales al resto de los mortales, que por cierto es lo que gritan a los cuatro vientos, que quieren ser tratados de forma igualitaria.
No quiero musulmanes que menosprecien a las mujeres.
No quiero Menas violentos y subvencionados.
No quiero manteros vendiendo productos falsificados suministrados por las mafias.
No quiero violadores musulmanes.
No quiero barcos subvencionados que se dediquen a navegar única y exclusivamente para recoger inmigrantes y poder cobrar.
No quiero emigrantes venidos en pateras provistos de móviles de alta gama haciéndose pasar por refugiados de guerra.
No quiero que se otorguen pagas a emigrantes, quiero que trabajen.
No quiero okupas extranjeros violentos, y con la lección bien aprendida.
Quiero a mi himno y a mi bandera, la roji gualda; quiero vivir en paz como vivía en tiempos de Franco; quiero que los maricones y las lesbianas sean respetados como se debe respetar a cualquier hijo de vecino sin distinción alguna; quiero emigrantes que vengan a trabajar dignamente, que respeten nuestras costumbres, y no intenten imponernos las suyas.
Si todos estos deseos me hacen ser facha, homófoba y racista, no me queda más remedio que entonar el mea culpa y aceptar que lo soy.