¿Son violentos los de ideología izquierdista?
"La tendencia y predisposición a la violencia de la gente de izquierdas es indiscutible".
Debemos decir que comparados con los de otras épocas, actualmente no lo son. No lo son físicamente, pero sí suelen utilizar términos amenazantes e incluso violentos que la Memoria Histórica nos confirma que luego se traducen en hechos.
Adolfo Ranero, ex miembro de Podemos ha publicado lo siguiente:”siguiente: «Pues si quieren guerra, la tendrán. Ahora, que va a ser sin piedad. Si se desata una guerra civil, debemos exterminar sistemática y totalmente a todo miembro y votante de Vox, C’s o PP. Han empezado ellos, esto es simplemente autodefensa legítima.”
La ideología de izquierda no suele hablar de vencer, sino de «exterminar».
El 10 de marzo de 2011 un grupo de jóvenes asaltaron la capilla de la universidad del campus de Somosaguas, donde rezaban unos estudiantes y un sacerdote. El cura fue zarandeado pero no debemos considerar eso violencia física aunque para la justicia lo sería si hubiese sido al contrario.
La violencia verbal se manifestó en las siguientes proclamas: “Arderéis como en el 36” y “Vamos a quemar la Conferencia Episcopal”. Lanzaron también gritos insultantes a los católicos y ofensivos a sus creencias.
Todo esto, al parecer, debemos encuadrarlo según la Nueva Moral Liberal, en un ambiente de Libertad de Expresión y de una multiplicidad de sensibilidades antagónicas, y no como actos violentos o vandálicos. Interrumpir un acto privado, gritar, insultar, zaherir y vilipendiar, hacer pintadas en las paredes de la capilla, son expresiones de un derecho amparado por la Revolución. Si los demás no lo acatamos, la revolución podría volver a manifestarse justificándose en una «autodefensa legítima», pero esta vez con otro “talante”.
Cabe mencionar que en Somosaguas hay también cuatro mezquitas. En ellas se prohíbe la entrada a las mujeres a ciertos actos, y en caso de permitírsele, tienen que situarse en una habitación cerrada. Nunca han sufrido (ni lo deseo) ninguna vejación ni asalto, mucho menos, con las características del asalto a la capilla católica.
Si lo de que el odio a la religión les viniese por lo de “La religión es el opio del pueblo” que dijo Carlos Marx en 1844 (siempre me pareció más gracioso su primo Groucho), digo yo que alguna mezquita o templo budista podrían arder aunque solo fuese por guardar las apariencias. Por cierto, Franco financió la construcción de muchas mezquitas en España. Hasta en eso, fue más tolerante.
Por todos es conocido el apego que sienten los de izquierdas a las llamas, como por ejemplo la venerada antifascista Margarita Nelken con su frase: “La propia revolución rusa no nos servirá de modelo, porque nos harán falta llamas gigantescas que puedan verse desde cualquier punto del planeta y olas de sangre que teñirán de rojo los mares.”
En otros tiempos muchos izquierdistas sí fueron violentos. Sus jefes lo fueron de palabra: El fundador Iglesias ya había amenazado a un diputado en las cortes y posteriormente fue tiroteado (en tiempo de paz democrática), Nelken señalaba en un artículo la conveniencia de atentar contra las “novias de los señoritos” (en tiempo de paz democrática) y Dolores Ibarruri amenazó a Calvo Sotelo en el Parlamento español diciendo “Has hablado por última vez” y casualmente fue asesinado al día siguiente. También tenemos el episodio de Prieto, cuando apuntó con el cañón de su revólver (que llevaba siempre, según él mismo), a la cabeza de un diputado de la CEDA en el Congreso de los Diputados. Este hecho no mereció ninguna medida democrática, al parecer, en la democracia izquierdista esto era aceptable. Tan solo los medios de comunicación comentaron el hecho. Nada se dijo en el Congreso ni Prieto pidió disculpas. No fue cesado ni reprobado. Ahora sabemos que estaba preparando la sanguinaria y frustrada revolución de Asturias: intento de Golpe de Estado del PSOE. Año y medio más tarde, el Frente Popular metió en la cárcel a José Antonio Primo de Rivera por tener una pistola en su casa; ya no salió de la cárcel, fue fusilado.
EL EPISODIO CONOCIDO COMO “LA QUEMA DE CONVENTOS”
Mucha gente cree que los edificios religiosos se quemaron durante la guerra, pero eso no es del todo cierto, empezaron a arder al poco de iniciarse la república y durante toda ella.
Durante los días 10, 11, 12 y 13 de mayo de 1931, recién inaugurada la segunda república, en Madrid, Valencia, Alicante, Málaga, Murcia, Cádiz y Sevilla, se produjeron manifestaciones violentas contra los católicos, con asaltos, saqueos e incendios de iglesias, monasterios y conventos. ¿Quiénes lo hicieron?, simplemente debemos decir: “la gente”. Concretamente, la gente de izquierdas. ¿Por qué? Hace años que estoy planteando esa pregunta a diversos historiadores que siguen la historiografía marxista, pero todavía no he obtenido una respuesta inteligente.
Sé que no es «políticamente correcto» señalar con tanta claridad a los responsables de actos violentos, pero un historiador debe decir la verdad aunque no se políticamente conveniente.
La tendencia y predisposición a la violencia de la gente de izquierdas es indiscutible. Ha sido demostrada y tristemente sufrida en países de todo el mundo desde el estallido de la Revolución Rusa, aunque yo diría que su germen sanguinario, violento, despiadado y anticlerical nace con la Revolución Francesa en el seno de los desalmados jacobinos de Robespierre, el rey de la guillotina.