Sólo violencia de género (sexo) o sólo violencia
Sergio es un hombre hosco, poco preparado, simple, que se expresa mal, pero trabajador de sol a sol, amante de su familia a la que sólo ve un rato para comer y unos minutos para cenar, pues la labor le ocupa todo el día. Es de aquellos que aparentan vivir para trabajar y llevar dinero a casa, pero que no tiene sentimientos, que no sufre, que es de acero.
Cuando llega a casa no recibe ni una sola muestra de cariño, no siente el calor de su esposa, con la que lleva meses durmiendo en otra cama, ni el de sus hijos, que sólo quieren que les de esto o lo otro, para cuando él intenta decir “no” o mostrar su disgusto y decirle sin piedad “tú nunca nos has dado nada que no sea material y de eso habría mucho que discutir”, lo malo es que él siente que es verdad, por más que él no lo quiera así.
Sergio sigue día a día trabajado como un mulo pidiendo un poco de cariño y recibiendo… nada. Un buen día, da un golpe encima de la mesa y chilla que lo que está viendo en su casa no le gusta y le miran con desdén, desprecio y, sencillamente, le dicen que es un rencoroso por recordar su dolor, que es un mal padre y un mal esposo por tener cara de sufrimiento, que trabaje más y se queje menos.
Sergio, vuelve a callar, trabajar, aportar y sufre, sin que nadie le diga nada que no sea pedir.
Sergio, un día, al ver en la televisión una noticia sobre una agresión de un hombre a una mujer y ser imputado por violencia de género, no pudo por menos que decir “qué le habría hecho esa mujer” y la suya y sus hijas le miraron como si fuese un maltratador diciendo que defender a ese bestia era ser cómplice de violencia de género… Sergio, calló, sufrió y siguió cenando.
El día que se quiso negar a que una de sus hijas hiciese una fiesta, envalentonado afirmó que eso no podía consentirse, la niña se rio de él, cogió la mochila y, con la bendición materna, se fue de fiesta, momento en el que él gritó que no era nadie en esa casa, la contestación fue “eso no es verdad”. Pasaban los días con la pena de Sergio y el silencio de su esposa, que daba más cariño a un perro de la calle que viera sufrir que a su esposo al que no hablaba.
Con los años, Sergio envejeció y le faltaron las fuerzas, se sentía mal y como nadie se preocupaba de él, nadie lo supo, seguía trabajando, llevaba dinero, ya no volvió a quejarse, ni pedir cariño y…. un buen día falleció de camino a la finca que trabajaba día a día.
Al menos tuvo una muerte rápida, no muy dolorosa, pero sin su familia, sin amigos, sin nadie que le cerrase los ojos con cariño, y en el funeral, la poca gente que acudió decía “era buena gente, pero muy bruto”, “su mujer ha tenido mucho que aguantar”, “ni siquiera fue capaz de dejar a los hijos en una buena situación económica” “qué mal genio tenía” “pobrecita su mujer”, pero nadie, absolutamente nadie, sospechó, imaginó, ni siquiera se planteó que él había sido una víctima de violencia, que había sufrido por el sólo hecho de ser varón, que eso no podía cursar como violencia en ningún caso.
Sergio es un nombre ficticio, pero la historia es real, contada por un cliente al que conocí.
Sorpresa, cuando le hicieron la autopsia tenía el corazón necrosado, pero el cerebro estaba hinchado, presionado y el cuerpo destrozado por causas que los médicos no pudieron determinar, pero que un amigo suyo, que le seguía en silencio y sospechaba su situación, sabía que era el ansia por amar, el esfuerzo por ser amado, la presión de hacer todo por esa esposa que hacía tiempo no lo miraba y por esos hijos que sólo le veían como un “prestador de servicios” y fue el único que en silencio rezó “Sergio, descansa en paz y recibe el Amor Divino que todo lo cura”
Violencia contra la mujer jamás, en mi época se decía que era de cobardes, pero que con la violencia de género estemos amparando la violencia contra el varón, el niño, el abuelo, es una canallada generada por mentes totalitarias, sectarias e incultas que deberían de hacérselo revisar y hacer que la violencia sea perseguida, la genere quien la genere, y no en función de un miembro entre las piernas o no.