Sin crispación, con seriedad y trabajo
Que me encuentro más próximo a VOX y al PP que a Podemos, creo que es una obviedad que debiera ser innecesaria, pero es que los primeros se dejan llevar por la carcunda marxista-leninista de esa gentuza gobernante.
Que el “chepa” gusta de ser un matón de barra de puticlub, no hace falta perder mucho tiempo en observarle para concluir que lo es, que gusta de la crispación y la chulería barata por ser el cultivo en el que se desarrolla cual ladilla o virus, tampoco es un descubrimiento científico de primer nivel. Observemos que Él no tontea con el comunismo asesino de china, Venezuela o Cuba, Él sencillamente los califica de democracias reales, en un absurdo intento de blanquear las manos manchadas de sangre.
Que Vox ha jugado a ser la “extrema derecha” pues baste recordar la “extrema necesidad” “somos la derecha de verdad” o las soflamas militaristas de quien quería ser general y se quedó en cabo tomatero, sin superar el trauma, que gustó de ronear con Le Pen, que daña a España, Salvini o Viktor Orban y el que con ellos juega manchado se queda y, desgraciadamente, y muy a pesar de muchos que queríamos impedirlo, disfrutó, chapoteó y retozó en el lodo de la crispación para alcanzar sus objetivos.
Creo que la derecha debe de ser mucho más inteligente en la disputa política e intentar huir de la barra del puti en el que algunos gustan de disfrutar o de las camas de masajes con final feliz, ello no supone que deba de aguantar que a lo largo de toda una intervención se estén poniendo palos en las ruedas o insultando a la portavoz que, sin insultar, sí debe de tener el derecho a manifestar que el que con niños se acuesta corre el riesgo de levantar mojado. De forma que, si papá militó en el FRAP y este es un grupo terrorista, lo fácil es que papá pueda ser considerado o llamado terrorista, sin que la piel del hijo pueda ser tan sensible o fina.
La clave de la derecha debe de ser la de soportar el insulto devolviendo al zagal un libro por el que estudiar o presentándolo como lo que es, un vago que no quiere trabajar para reconstruir el país. Iván no debió de marcharse y permitir al zagal su minuto de gloria, sino que debió de poner de manifiesto que la cigarra canta, pero no trabaja.
No es preciso dejar de decir las cosas, de poner negro sobre blanco la basura intelectual y política que se tiene enfrente, pero procurando no caer en la crispación, en la añagaza propia del que sólo tiene slogan, imagen y plexiglás, aprovechando cada ocasión para demostrar su falta de coherencia y seriedad. Son como el abad que quería acabar con la sopa de ajo y todos le apoyaron, para seguir comiendo sopa de ajo y, cuando le preguntaron, él sin pestañear, les contestó: se acabó para mi desde el primer día.
España necesita profesionales con “mochila” demostrada de seriedad, solvencia y eficacia que se pongan a trabajar, redefinan el Estado evitando duplicidades y gastos innecesarios, reconstruyan la sanidad, la educación, la justicia, las pensiones y la defensa, con criterios de implicación de todos los ciudadanos, con criterios técnicos, con proyecciones a largo plazo y con programas de intervención que impidan su manipulación, que nos podamos amoldar a nuestros ingresos y gastos, controlando a quienes utilizan, usan y gestionan el dinero público
Circunscribamos la política a la decisión de pequeñas líneas de gestión más estatalista o más ius privatista, pero con cinturas bien ceñidas por un cinturón sólido que es la Constitución, que garantiza el estado social y democrático de Derecho al que se deben de someter todos, y no un libro con el que agredir a unos u otros por su grosor y volumen.
Criticar SI, intentar derrocar al gobierno SI, buscar el bien común desde diferentes perspectivas SI. Tocar la abogacía del Estado, la Fiscalía General, el Consejo General del Poder Judicial, intentar acabar con la Guardia Civil y la Policía que no te gusta, manipular las cifras de muertos, usar la sanidad unidireccionalmente, aplicar criterios sin explicación, sin conocer a los técnicos, sin técnica, a dilatar Estados de Alarma que debieran ser excepcionales y cambiados por legislaciones ordinarias y regulaciones ad hoc que eviten la excepcionalidad, NO, pues eso supone un “golpe de Estado”, guste o no.