Seguridad jurídica, libertad económica y reconstrucción

El otro día, uno de esos pocos amigos que me quedan en la zona siniestra tras la pandemia y que no se amedrentan a la hora de hablarme, ni se avergüenza de ello, me decía que le parecía muy fuerte hablar de la barbarie en la que vivimos y que le parecía muy duro. Pareciese fuerte la expresión hasta que acudes al diccionario y compruebas que, barbarie, se define como falta de cultura o civilidad, momento a partir del cuál reafirmas la expresión e incluso te pareciera cariñosa y suave, si bien, en reconocimiento a ese amigo, le acepto el reproche.

    En los años 60, dentro del régimen totalitario del franquismo, se produjo uno de los momentos más relevantes y decisivos de nuestra historia reciente, se hicieron con el poder los denominados “tecnócratas” y desarrollaron las bases más sólidas de una nueva economía, de una nueva estructura social y el fundamento preciso para la democracia, generaron los fundamentos de la administración, de la seguridad social, de la economía de mercado en libertad y, con ello, de forma seria, solvente, sin conflictos crueles, dieron a España una fórmula de seguridad jurídica que permite una economía moderna y generó los momentos de mayor crecimiento económico, de industrialización y servicio que nos hizo salir de la autarquía y enfrentar el camino de la libertad y, con ella, más pronto que tarde, de la democracia.

     En este momento, en el que nos encontramos ante una economía destruida hasta límites insospechados, sin servicios que prestar, sin industrialización, con una recesión jamás vivida, la única solución no es la que nos ofrece un gobierno que ahonda en la división del Estado en pequeños reinos de Taifas, que dieron el resultado que dieron, y que están generando que seamos el país que peor gestiona la pandemia, ni lo es fortalecer el Estado con subidas de impuestos que derrumban el tejado productivo, ni discutir sobre la estructura del Estado, su Jefatura, la forma de gobierno… etc. Sino el momento de unirnos todos, establecer un sistema sanitario colaborativo con el sector privado, potente, serio, solvente y de profesionales del más alto nivel muy unidos o relacionados con la investigación universitaria y de los institutos nacionales como el CSIC y/o el Carlos III.

     Es el momento de centralizar funciones y descentralizar labores administrativas en un mando único que evite disfunciones, distracciones y, a la vez, tenga presente la realidad de cada región, sin perder la idiosincrasia constitucional de las autonomías, pues no es el momento de cambios, sino forjar una intervención directa, única, centralizada y seria de decisión, que permita aunar los esfuerzos de todos.

     Del mismo modo que considero improcedente el abordar en este momento cambios constitucionales que comiencen el desmontaje de un sistema autonómico, que se ha demostrado ineficaz, caro, generador de corrupción y carente de sentido, pues el momento es el de no dividir fuerzas en disputas que nos hagan perder el rumbo de la sanidad y la recuperación económica, que existan personajes que pretendan poner en cuestión la cúpula o Jefatura del Estado, el sistema democrático y la transición, me genera ansia de defecar, no por un problema gástrico, sino para ver si con esa evacuación sale de mi cuerpo cualquier cosa que se asemeje a dicho sujeto, si bien, por encima de mis apretones estomacales, lo que evidencia ese “pájaro” es el asco y la falta de respeto que tiene para con sus conciudadanos a los que observa morir, sin que se le encojan las entrañas, divisa la ruina con una sonrisa al contemplar que, con nuestra muerte y miseria, él, y su repugnante equipo, obtendrán sus objetivos.

     Ya nos han avisado que no volverán a gobernar otros que no sean ellos, pronosticando que antes de perder el poder están dispuestos, como ya hicieron en otros tiempos, a aplicar la violencia y el tiro en la nuca del adversario, mientras el resto piensan que es una exageración, que eso en España no puede suceder, que el PSOE no lo permitirá, que… no os equivoquéis, seguro que este sujeto, que nos prefiere muertos que luchando contra la crisis, nos buscará para aplicar el “jarabe democrático” y los que hoy, desde una hipotética amistad, se permiten decir que eres un miserable o canalla por criticar al gobierno, serán los que porten el arma con la que descerrajar el tiro de gracia.

Si realmente quieres ayudar a los compatriotas que lo pasan mal, olvidemos la política de salón y, remangándonos las camisas, pongámonos todos juntos a levantar España, socorramos a los que lo pasan mal, creemos seguridad jurídica sobre la que levantar la economía y fortalecer las empresas que, con el apoyo de los trabajadores, con su participación, obtener el lucro preciso para crear empleo y crecer. 

En cualquier caso, Feliz, esperanzado y sano año nuevo.

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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