SÁNCHEZ INzOLENTE
Mi hijo Marc es un gran luchador: inteligente, constante, fuerte y mesurado. Y Mi hija Julia, la niña más bonita del mundo, es pequeña y dicharachera, ligera y suave como un rayo de luna. Su risa es tan contagiosa que nadie podría vivir a su lado sin ser feliz.
Me ha venido al recuerdo que Julia solía utilizar la palabra “INSOLENTE” para dirigirse a mí, cuando tenía dos años. La pronunciación exacta era: “Inzolente”, debido a que le faltaban algunos dientes delanteros. No estoy muy seguro de que conociera el significado de la palabra.
Pero no nos vayamos por las ramas. El significado concreto de la palabra “INSOLENTE” podría ser el siguiente: “Persona que habla u obra con atrevimiento, falta de respeto o moderación, o que actúa de manera ofensiva o insultante.”
Pero existe una segunda acepción reconocida por la RAE para esta palabra que nos describe a quien se comporta ante los otros de una manera soberbia o arrogante. Y entonces, he pensado en Sánchez.
En una auténtica democracia del mundo occidental, el equilibrio de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo es indudable garantía de que su salud democrática es férrea. Pero algo ha ocurrido o está ocurriendo con la democracia española cuya salud se está resintiendo clamorosamente.
En la democracia española actual no parece que existan tres poderes equilibrados, sino tan solo uno: el Ejecutivo, acaudillado por Pedro Sánchez, casi en solitario, puesto que ni su propio partido lo apoya unánimemente, y dos poderes más, con muy poco poder: el legislativo y el judicial.
La injerencia en los asuntos del poder judicial son un desprecio a dicho poder, sino a la propia democracia, aunque la bien calculada legalidad se lo permita.
No deberíamos tolerar los españoles, los medios de comunicación especialmente, que nadie atentase al equilibrio diseñado por Montesquieu durante Revolución Francesa, para evitar los totalitarismos (absolutismos).
Por lo visto las democracias europeas son imperfectas, ya permitieron que gracias a millones de votantes, Hitler y Mussolini llegaran al poder y se mantuvieran, como ahora Sánchez, apoyados democráticamente por sendas confluencias de partidos.
El desprecio demostrado por Sánchez al Poder Judicial en el asunto de los indultos, es una INSOLENCIA descaradísima, que desenmascara el verdadero talante autoritario del partido socialista y de Sánchez.
La palabra “insolente” tal vez no sea la que ustedes hayan pensado para calificar a Sánchez, pero la he recordado al pensar en Julia. Hoy hace ya tres años que no los veo y los echo de menos.
Es curioso comprobar que a medida que vamos perdiendo el uso de algunos adjetivos peyorativos como insolente, deshonesto, mentiroso, hipócrita, etc., va aumentando el número de individuos que lo merecen en una relación de proporcionalidad inversa.
Ya nadie miente sino que “falta a la verdad”; ya nadie es deshonesto, sino que “cumple con la legalidad aunque esta se desvíe de la moralidad”; ya nadie es hipócrita, sino que “ha sufrido una evolución de pensamiento”; ya nadie es insolente, sino que “lucha por sus ideales aunque los demás estén en contra”.
Quisiera aprovechar estas líneas para felicitar a ERC por su gran victoria sobre los españoles. Su insolencia ha conseguido someter al insolente.