Sánchez, emulando a Pinocho una vez tras otra, pero no ocurre nada, él sigue y sigue sin descanso

La lista más votada no es sinónimo de mayoría. En el mundo conocido no hay más democracia que la representativa, es decir, aquella que establece y reconoce el sometimiento y respeto a la constitución y a la ley, la actuación conforme a reglas de procedimiento predeterminadas y el imperio de la mayoría. Un criterio, este último, que responde a una fórmula muy simple: triunfa la propuesta que recibe más apoyos de quienes constituyen el órgano encargado de tomar decisiones que, no se olvide, representan cada uno de ellos, al conjunto de los ciudadanos.

El Sr. Sánchez hacía estas declaraciones el 14 de junio de 2014, cuando era secretario general del PSOE, y no candidato a la presidencia.

Visto lo visto y en la situación que se encuentra ahora nuestro presidente por accidente, en funciones ahora de un plumazo quiere cambiar el artículo 99 de la Constitución y así evitar bloqueos.

Lo de este hombre es tan descarado como inaudito, su desmesurada ambición por gobernar a toda costa, le hacen desdecirse de afirmaciones rotundas en tiempos pasados.

Donde dijo digo ahora dice diego y solo para satisfacer su ego y sus ansias de poder.

Este hombre cada día nos sorprende más con sus contradicciones y sus mentiras, actitud que denota que nunca tuvo ni unos principios en los que basarse, ni una dignidad que cualquier candidato a presidente debería tener.

Pero lo más preocupante de este señor, es la abnegación y el aplauso de sus seguidores, que por más increíble que parezca nunca haga lo que haga y diga lo que diga le rinden pleitesía.

Debemos estar preparados para lo peor, porque un político que cambia de postura como de calzoncillos, no sabrá nunca gobernar una nación, y por alcanzar el poder es capaz de cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa.