Salimos menos, más débiles y engañados
Alemania, un país claramente menos potente económicamente que España, ha decidido bajar el IVA al 16% como fórmula de ayuda económica a la empresa y al consumidor y ajustar el mercado laboral con reducción de jornadas.
España, lo que nos ocultan, por ahora, es que se realizará una gran reforma fiscal con un importantísimo incremento de impuestos, comenzando por el IVA, en un intento recaudador sin precedentes en la democracia nacional, así como una reforma laboral que, por más que se niegue, busca introducir uno sistema de mayor rigidez en el mercado. Más rigidez y más impuestos supone menos empresas y, salvo que alguien me explique cómo, menos empleo.
Francia, que también es un país menos fuerte que el nuestro, afronta la reconstrucción económica del país con un comité de “sabios” en el que se encuentran varios premios Nobel de economía e importantes catedráticos y profesionales con visiones económicas, sociales y políticas dispares, para cubrir de este modo todas las posibles perspectivas, con una voluntad de integración, preparación y técnica del más alto nivel.
Italia y Portugal, por su parte, optan por poner al frente de la reconstrucción del país a un técnico de la empresa. Debe de ser que sólo en España se encarga la reconstrucción a los políticos por su alto nivel técnico, profesional y capacidad, pues en el suelo patrio se organiza una comisión en la que, amén de aceptar la disputa política, la agresión desde el gobierno y desde la oposición, en una pelea de barra de bar o de vestíbulo de prostíbulo, no se permite ni una sola actuación profesional, técnica o dispar de los tuercebotas del partido, para además ocultar los supuestos técnicos e “inteligentes científicos” que han estado tomando las decisiones, en una forma especial de transparencia opaca.
Con este modo de afrontar la pandemia económica de cada uno, se observa la diferente manera de hacerlo con la sanitaria, de modo que en España, que nos jactábamos de la mejor sanidad del mundo, hemos sido el país con más muertos por millón de habitantes del planeta, el que más sanitarios han sucumbido a las garras del bicho y en el que el gobierno no ha dado entrada a sus decisiones ni a oposición, ni a las diferentes instituciones, limitándose al confinamiento y control de la ciudadanía sin ofertar planes de acción y, mucho menos, para enfrentar el futuro juntos.
Cierto es que la oposición aprobó el Estado de Alarma y las 3 primeras prórrogas al gobierno que no presentó plan de acción conjunta en ningún momento, para criticar al que le criticaba, “minimizar” al disidente y negarse a negociar con nadie, con una oposición que tampoco ayudaba más allá de lo imprescindible y que ocultaba sus carencias.
España, como el resto de Europa, precisa de profesionales de alto nivel, carentes de interés político, que, con las manos libres, pueda afrontar la debacle económica en la que estamos, que pueda adoptar decisiones que no gusten a derechas ni a izquierdas, pero sean las precisas para afrontar ese futuro en el que somos más débiles, hemos perdido a los mejores, será muy duro y no valdrá salir a las 8 a aplaudir a nadie, ni tendremos ganas de cantar y sonreír, que no nos engañen, que nos digan la verdad, que no nos oculten los datos, los muertos, los parados, los que no podremos más y que nadie se irrogue la facultad de decidir por nosotros sin dar explicaciones, con control, con supervisión, con datos, cara y sin ocultar a nadie quién o quiénes son esos sabios que precisamos y cuáles han sido las causas, motivos y circunstancias que les han llevado a adoptar esta o aquella decisión, pues eso es lo que tiene la democracia: transparencia, control y limitación al poder, todo lo demás es farfulla, que también se observa en las dictaduras o totalitarismos.
Han llorado mucho nuestros sanitarios durante 2 meses viendo morir o sufrir a sus pacientes, pero a partir de ahora nos toca a otros profesionales, a los ciudadanos, y no por meses, sino por años, sudar sangre y llorar sueros con la crisis económica que padecemos, pues ya hemos empezado la escalada, pero nos queda mucho para llegar al pico máximo.