¡Salgo del armario! ¿Y qué?
Si de verdad quieres llegar a ser libre, pierde el miedo, manifiesta tu opinión e implícate. Sobre todo en ambientes hostiles. No olvides que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. Súmate a La Resistencia.
Llevamos toda la vida escondiendo nuestras tendencias e inclinaciones simplemente por agradar y encajar en los convencionalismos sociales globalmente aceptados en cada momento. No luchamos por mostrar cómo somos sino que intentamos ser como quieren los demás que seamos. Esto nos despoja de nuestra identidad como personas y nos convierte en un inmenso fraude.
Yo, como diría la tonadillera, “hoy quiero confesar”.
Es la era de lo políticamente correcto pero, ¿Quién determina lo que es, o no es, políticamente correcto?
En la España actual, con una sociedad pusilánime, aborregada y estándar, aún persiste la creencia de que no se discrimina a nadie por razones de raza, sexo o religión, pero si nos detenemos a analizarlo esto no es así.
Discriminación
La discriminación realmente tiene tres sentidos:
- Discriminación descendente: Producida básicamente por las faltas de caridad, el exceso de soberbia y la anulación comportamental de valores básicos. Nos creemos tan formidables que nos molesta todo aquello que no suene a lo que hoy se considera éxito.
- Discriminación ascendente: Es la que surge por la envidia. Generalmente se intenta apartar a aquellas personas que hacen, tienen o logran cosas que a nosotros nos gustaría pero que, por circunstancias, están fuera de nuestro alcance; no intentamos por incapacidad o por tener que salir de nuestra zona de confort.
- Discriminación lateral: Es la producida por la intolerancia…y se da entre iguales. Sus detonantes son, generalmente, raza, sexo y/o religión.
Pero la discriminación no se tiene por qué producir sobre las minorías como cabría pensar. Hoy, más que mayorías o minorías, la discriminación lateral surge de grupos de poder organizados que atienden a verdaderos planes de ingeniería social, aun siendo minoritarios.
Así tenemos manifestaciones públicas de minorías que gritan a los cuatro vientos las bondades de sus opciones sexuales, ideológicas o anti-religiosas por considerarlas políticamente correctas y demonizan las opciones que no coincidan con las suyas.
La discriminación tiene su origen en la falta de Caridad, la Envidia y la Intolerancia
Cristianos en las catacumbas
Una de las comunidades que de manera más flagrante ha sido condenada al ostracismo (es decir, condenada a las modernas catacumbas) es la comunidad cristiana.
En una de sus publicaciones, José Pedro Manglano relata una experiencia del hasta 1994 Rey de Bélgica, Balduino, que resume perfectamente el comportamiento esperado de un cristiano a pesar de las circunstancias.
Viajaba en coche, sin escolta, junto a su amigo el Cardenal Suenens por una carretera secundaria del país. Al pasar por un pueblo vieron una estatua de la Virgen a la que le habían colocado un casco de punta alemán, profanándola.
Sin decir palabra detuvo el vehículo, se bajó y cogiendo el casco lo arrojó lejos de allí, sin preocuparle que lo reconocieran. Subió tranquilamente al coche y siguieron su camino.
Dicen que es de mala educación hablar de política o religión en una reunión, pero ¿hasta el punto de escondernos y dejar que nos vilipendien?
Es muy usual en los entornos laborales que no son favorables a nuestras tendencias políticas, religiosas o sociales, tragar sapos y culebras cuando surgen conversaciones que menoscaban nuestros principios. Metemos la cabeza bajo tierra y no nos damos por enterados, no vaya a ser que nos tachen de antiguos o sectarios por ir a misa, estar en contra del aborto o defender una política educativa donde se premie el esfuerzo y el logro en lugar de dar facilidades para igualar a todos en la mediocridad. Esto, curiosamente, se da con especial virulencia cuando hablamos de filiación religiosa.
Pues bien, va siendo hora de nadar contracorriente, de salir de las catacumbas del silencio auto-impuesto, de manifestar sin miedo nuestros sentimientos religiosos, brújula de nuestro comportamiento en todos los ámbito de la vida (o así debería ser).
O salimos de las «catacumbas», o cada vez el Nuevo Orden Mundial nos irá relegando a espacios cada vez más reducidos.
¿Miedo a ser discriminados? Se supera! No se trata de ir predicando a los cuatro vientos nuestra opción religiosa, política o sexual, pero sí de defender nuestros principios, de todos aquellos que tratan de desterrarlos de nuestra sociedad, por creerse en posesión de la verdad absoluta… porque el que calla otorga.
Lancémonos a la rebelión, salgamos del armario. No confundamos la prudencia con el miedo o la vergüenza. No dejemos que avasallen nuestros valores.
Yo ya salí del armario…¿lo harás tú?