Responsabilidad, sí, pero quién la exige
La educación es algo diferente de la instrucción y de la formación, la primera se obtiene en la familia y las otras dos en el colegio. La primera es fruto de la imagen, ejemplo y forma de actuar y vivir de los padres que transmiten, más que de otro modo, con el ejemplo, aquellos valores y formas de actuar que luego el hijo reproduce en mayor o menor medida.
Si lo que hace tu padre es estar todo el día de fiesta y con los amigos, lo fácil es que el hijo se pase el día de fiesta y con los amigos; es verdad que también las amistades con las que te encuentras forman tus modos de actuar, pues si todos los colegas no van a clase, lo fácil es que el muchacho haga pellas. El ejemplo es lo que otorga el valor al líder y lo que seguirán los ciudadanos. En definitiva, nos vamos comportando, conforme nuestros referentes, con sus modos de actuar, nos piden o nos enseñan.
En España con el sars cov2 se actuó tarde para poder celebrar los actos que políticamente les interesaban a unos y otros; se impidió que la ciudadanía viese la muerte y sufrimiento que creaba, únicamente EL MUNDO puso en portada a un moribundo y las redes mediáticas del gobierno, bien engrasadas previamente, los criticaron como nunca se había hecho antes; se propuso, y la gente cumplió, cantar “resistiré” y aplaudir entre regocijos a las 8 todos los días, de modo que los jóvenes se pasaron el día en la play, conectados telemáticamente con los colegas y asimilando que a las 8 de la tarde había fiesta y aplausitos, sin comprender que la ciudadanía se moría y la economía estaba como tras la guerra.
Tras el estado de alarma, los políticos lo que nos trasladaron es que había que disfrutar, no había planes de contingencia, de actuación o de “desescalada” como dicen los cursis, se podía hacer de todo y nuestro presidente y sus ministros disfrutaban de vacaciones tomando el sol, mientras la gente se moría y la economía era una ruina.
Comenzó la segunda ola del virus y quien había sido el mando único de la nada, exigía a las comunidades autónomas que asumieran sus responsabilidades para las que tampoco se habían preparado, no habían hecho nada y, mientras se quemaban a lo bonzo, el gobierno buscaba hacer política y destruir las gobernadas por el adversario, exigiendo a Madrid, a la que no se había aplicado medidas en trenes o aviones, tuviera ratios de infección que en otras comunidades no se exigían, se les imponían órdenes que legalmente eran desestimadas, se les exigía la medida ilegal y, cuando no la aplicaron, se les impuso el estado de alarma, en una operativa política de victimismo de la comunidad y de dictadura totalitaria del gobierno, pero lo único relevante es que ni el Gobierno hizo nada, ni las autonomías estaban preparadas.
Llegados a este punto, desde el gobierno, se realizan maniobras contra el Jefe del Estado, se discute la independencia judicial ya de por sí maltrecha, se inviste de Jefe de la Fiscalía a una ministra con amistades peligrosas con delincuentes y que utiliza la organización fiscal en beneficio descarado del gobierno y sus miembros, para algo es “la Lola” la que gusta de “información vaginal, como éxito asegurado”.
En el tiempo de confinamiento, los dirigentes políticos no se han rebajado el sueldo, es más se lo han subido, no han dado ejemplo de unidad, se han dedicado a crispar, unos imponiendo sus criterios y exigiendo su asunción y los otros sin ofrecer alternativas para sólo gritar.
Seguimos sin que, ni unos ni otros, se dediquen a rebajar los gastos, incrementar las ayudas a los empresarios y los trabajadores, rebajar los impuestos y distribuyendo los ingresos prioritariamente en sanidad, justicia, y educación, volviendo a la presencialidad impuesta a los niños, en todas las facetas de la vida, con precaución, con seguridad, con cuidado, pero normalizando, ayudando y generando empatías.
Hacemos responsables a esos jóvenes a los que no les hemos trasmitido el riesgo, el peligro, la responsabilidad, la cordura desde las élites dirigentes y les criminalizamos por quitarse la mascarilla en una fiesta o incluso por celebrarla, que es un riesgo, pero para que ellos lo perciban debería de haberse dado el ejemplo, la imagen y la realidad crudamente y no la política de fiesta, cachondeo y sólo te exijo a ti que se ha desarrollado por TODOS.
A ETA la odiábamos por ver la sangre y la muerte en primera persona, al independentismo catalán se le ha criticado cuando hemos visto su violencia, pero del sars cov 2 lo que hemos vivido es la fiesta, el resistiré, la falta de acción de los políticos y las vacaciones que ellos disfrutaban…. Pero ¿qué responsabilidad tienen esos muchachos?¿quién tiene la fuerza moral del ejemplo para poder exigírsela?