Reflexiones desde la trinchera
El miedo surge por la ignorancia.
El amor puede ser más fuerte que el miedo.
Dejarse llevar por referentes, autoridades, y voces públicas, puede ser algo extremadamente dañino. Aquí estaría comprendida cualquier profesión, indistintamente de si opera desde la postura oficial como la alternativa.
Ser familia o amigo de alguien no debe ser motivo para anularse a uno mismo. Todos hemos visto cómo, por diferencia de opiniones ha habido familias que se han roto por completo y que se han convertido en el enemigo en casa. Y amistades que han colaborado en denunciar y atacar.
Seguir las normas y a las masas con estricta disciplina puede deshumanizarnos.
La justicia, los medios de comunicación, los políticos, la ciencia etc, se pueden manipular a golpe de talonario.
El silencio puede ser matador y cómplice del mal.
La mayor de las batallas está en nuestra mente.
A veces, mente y corazón libran batallas diferentes.
Pensar por nosotros mismos es crucial para nuestra supervivencia.
En ocasiones hay que imponer límites, decir NO, desobedecer.
Luchar por la libertad de expresión e información es luchar por la vida y con amor. Y no hace falta ser periodista para ello.
Existen personas muy afines a nuestros intereses, a nuestra forma de pensar y de vivir. Al final, nos topamos con gente así, y podemos compartir nuestra vida con ellos.
A la larga, nuestro Yo del futuro agradecerá tanto esfuerzo y dolor. Y lo más importante: futuras generaciones aprenderán desde unas bases sólidas y con amor.
La palabra tiene muchísima fuerza. Hay que usarla. Siempre. Aunque nos silencien.
Y por último, pero no menos importante, al contrario de lo que nos quieren hacer creer, el futuro no está escrito. El futuro, es nuestro.
Vídeo completo aquí.