Reconstruir diques antes de que llueva

Una vez más, como ya sucediera con Zapatero, el PSOE no sólo no se sabe enfrentar a las crisis, lo hace engañando al ciudadano, aprovechando la coyuntura para radicalizar y aplicar políticas trasnochadas de una izquierda superada y, con su actuar, hacen daño al ciudadano.

Para no volver a poner de relieve la peor crisis de la pandemia de Europa con 120.000 muertos por culpa del desastre de coordinación y los maletines a China… etc, como muestra un botón, Sánchez, en plena crisis internacional del gas, realiza unas declaraciones a favor de Marruecos que hacen que nuestro principal suministrador de gas, Argel, nos niegue el suministro o lo cobre más caro. ¿Qué hay detrás de tan insolvente e irresponsable actitud de nuestro presidente? Aún no se ha dado la más mínima explicación, pero de tener a Rusia, nuestro supuesto enemigo, como cuarto proveedor gasístico, ahora, cuando no debíamos de comprarle ni lo más mínimo, se convierte en nuestro principal proveedor y le estamos ingresando millones de euros que sirven para financiar una guerra que Sánchez dice no desear… ¡manda güevos!

Ya las encuestas ponen de relieve que el PSOE podemizado de Sánchez está en franca recesión, resulta poco creíble, el ciudadano medio no lo soporta y lo considera un macarra de discoteca y no un presidente.

Pero, en este panorama, el centro derecha se encuentra en plena convulsión con un Feijóo centrado en la economía, que es vital para afrontar el futuro de los ciudadanos, dejándose ningunear por los mantras de la izquierda ladrona, y presentando únicamente modelos de gestión diferente a la actual, lo que no es demasiado fácil ante un gobierno elefantiásico, sin cabeza, ni cerebro y más pendiente del traking que de los ciudadanos. Sin embargo, no presentan una alternativa ideológica, moderna, solvente, sobre la base de los principios culturales cristianos, de unidad, de confrontación con un modelo estatalista, limitador de la libertad, empeñado en dirigir nuestras vidas y generar disputas y distancias entre todos, aparece el PP con la economía y admitiendo que las niñas aborten sin consentimiento paterno; VOX empeñado en criminalizar a los inmigrantes en lugar de proponer fórmulas de inmigración legal organizada o dándose golpes de pecho para votar con el resto, en plena pandemia, una subida de sueldos de unos diputados que ni siquiera acudían al parlamento, aparecen versos sueltos como Olona e inmediatamente las hienas, putillas y chaperines, así como las lampreas mediáticas, se lanzan a ella, sin esperar a escuchar su discurso, sin saber qué propone… la derecha cainita de toda la vida, casposa, envidiosa y falta de preparación.

Es claro que Sánchez está en el tiempo de descuento y, salvo atentado o convulsión de última hora, nunca descartable, la derecha llegará más pronto que tarde al poder, pero qué derecha, la derechita cobarde, la derecha que gusta de retozar en la imagen de ultras con Lepen o juega a seguir haciendo la mili, la derecha centrada, democrática pero que fortalece un modelo de valores con fundamento en nuestro pasado, no reciente, sino de siglos, a la que los ponzoñosos envidiosos tildarán de ultracatólica, por más que sea aconfesional e incluso carezca de la fe que impondría, o no, ese adjetivo.

A un año vista, deberíamos de ser capaces de, unos y otros, construir una alternativa ideológica del centro derecha en la que, dejando pelos en la gatera, todos estuviesen cómodos, que presentase gestores preparados, solventes y que apliquen criterios de libertad acordes a los valores sostenidos y confrontemos no con un muñeco caído que sigue la plexiglás de la imagen, sino con un modelo de izquierda que se mantiene en Europa con políticas que nos hacen daño.

Seamos capaces de presentar planes serios de prevención de riesgos sociales, sanitarios, económicos, energéticos, hídricos, ecológicos, que, en el caso de padecer crisis como las vividas, estén preparados para minimizar sus efectos y no volvamos a padecer la ideologización de la muerte, de la sanidad, de la educación, y nos sometan con pérdida de derechos en pos de un bien superior que, finalmente, no se alcanza a observar.

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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