¿Quién nos gobierna?
Los criterios que seguimos actualmente para elegir a nuestros gobernantes son absolutamente erróneos.
En 1929, D. José Ortega y Gasset publicó un libro llamado La rebelión de las masas describiendo un fenómeno que estaba materializándose en la sociedad española y también en Europa, que podríamos sintetizar como el advenimiento a los puestos de gobierno, paulatino pero incesante, de un grupo social con gran ansia de poder pero sin preparación.
El título es, en sí mismo, muy engañoso. Parece que se refiera a una Revolución Social, muy en boga por esas fechas por el desarrollo del comunismo en Rusia y del socialismo por Europa. Pero en realidad el libro nos habla de las nefastas consecuencias para los gobiernos, los países y las sociedades que iban a tener la ocupación de los puestos de poder por gentes sin preparación cultural, sin valores equilibrados, sin sentido de la igualdad ni de la justicia.
Pues bien, la profecía de Don José se ha cumplido. (No fue profecía, fue el resultado de un proceso intelectual superior)
La escalada ha sido tan espectacular que actualmente tenemos a gente tremendamente incompetente, sin formación y muy mediocre, dirigiéndonos y decidiendo sobre nuestro dinero y nuestro futuro. Cualquiera puede ser ministro, de cualquier cosa aunque no tenga relación su formación con el ministerio. España ha tenido un ministro del interior que era fontanero, El Conceller d’ Educació i Cultura de Valencia, Ciscar, solo estudió BUP (y por su madre).
Uno está en este ministerio hoy y mañana lo ponen en otro. Un nefasto presidente que no ha trabajado nunca (fuera de la política) y que ni siquiera aprende inglés; una estudiante de Empresariales, Pajín, que falsificó su currículum, se convierte en ministra de Sanidad; un individuo, Roldán, con el Graduado Escolar se convierte en Director General de la Guardia Civil, el presentador del programa de Ana Rosa se convierte en ministro de Educación, se demuestra que estafó a nuestra Hacienda y obtiene una paga vitalicia de 97.000 € anuales, por haber trabajado siete días.
Buscar un ministro de Economía de entre los que han gritado más fuerte en las manifestaciones es muy poco inteligente, pero es el criterio que hay. El tambor que más suena siempre es el más hueco.
Al ministro de Economía hay que buscarlo de entre los mejores catedráticos de las mejores universidades de Ciencias Económicas de España. Es de sentido común.
Podríamos seguir, pero no es necesario. Ortega y Gasset tenía razón, las “masas” han tomado el poder sin pudor, sin conciencia ni honestidad, pero lo peor no es eso, lo peor es que han desplazado a los verdaderamente preparados. Parece ser que así demostramos que somos demócratas y nos diferenciamos del Sistema anterior. Así nos va.