¿Por quiénes no doblan las campanas?: «O llevarás luto por mí»
Desde el otro mundo todos los que odiáis a los ancianos oiréis en vuestras putas pesadillas la voz de los putos viejos, que reclamarán en la hora final de vuestras ominosas existencias: «O llevaras luto por mí».
«Lo ilegal lo hacemos inmediatamente; lo inconstitucional lleva un poco más de tiempo». Esta frasecita de Abraham ben Eleazar ―un tal Henry Kissinger― puede servir de mantra de la pandemia del COVID-19, apocalíptico espectáculo de cómo se instala una dictadura mundial mediante un simulacro, una performance orquestada por los pretorianos del NOM.
Esta performance tiene a su vez unos efectos colaterales que, aunque no hayan sido fehacientemente buscados en su horizonte conspirador, le vienen al pelo a la élite luciferina, pues cumplen sus más ardientes deseos. Uno de ellos, claro, es el de reducir la población mundial, con el añadido de que la pandemia se está llevando por delante justo al sector de la población al que ellos apuntaban como el principal nominado a protagonizar esta eliminación de gente en nuestro Planeta: los «putos viejos» ―usando el argot podemita―.
El llamamiento a la reducir la población anciana es constante en los iluminados luciferinos que babean en los atrios de Monte Pelado. He aquí algunas pinceladas.
Dan Patrick, vicegobernador de Texas, tuvo la enorme desfachatez y sangre fría ―bueno, ¿tendrá sangre?― de invitar a los ancianos al suicidio, cuando dijo que «los abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía en bien de sus nietos, y no paralizar el país».
Por su parte, Taro Aso, ministro de finanzas japonés, pidió a los ancianos del país que «se den prisa en morir», para que de esa manera el Estado no tenga que pagar su atención médica.
Y, por supuesto, no podía faltar en esta colección de perlas el impresentable Abraham ben Eleazar, alias Kissinger, quien vino a decir que «los ancianos son comensales inservibles». Esta frasecita puede ser un rebote que Kissinger cogió de su maestro David Rockefeller, quien los calificó de «comedores inútiles». Bondad graciosa, por no decir otra cosa, que esta frase la digan dos personajes de tan extraordinaria longevidad, ya que Rockefeller falleció a los 101 años, mientras que Kissinger anda ya por los 96, y George Soros cuenta con 89.
La primera pregunta que suscitan estas longevidades es por qué diablos ―nunca mejor dicha esta expresión, oiga― esta gente de la oligarquías satánica vive tantos años; y la segunda, naturalmente, es bajo qué conceptos ellos se creen comensales útiles y servibles, o incluso por qué motivos ellos no se incluyen dentro de la categoría de los ancianos: ¿es que poseen el elixir la eterna juventud? ―bueno, algo de esto hay, pero del nombre del elixir no quiero acordarme―. Y sí, es posible que sean comensales servibles, pero lo horripilante es sospechar a quién sirven.
Ted Turner, el magnate de los medios de comunicación, no parece que haya dicho ninguna frase lanzallamas contra los ancianos, pero no por eso su eugenesia deja de merecer un cum laude, pues para él lo ideal es una población total mundial de 250 hasta 300 millones de personas, mientras que el resto de la élite globalista es algo más compasiva, pues dejan la cifra en 500 millones ―gracias―, siguiendo las consignas escritas en el illuminati monumento pétreo conocido como Georgia Guidestone, algo así como un decálogo de mandamientos del nuevo orden mundial, cuyo segundo punto conmina a reducir la población mundial a esa cifra.
Costeau, el explorador Capitán Planeta, propuso que «con el fin de estabilizar la población mundial, debemos eliminar 350.000 personas por día. Es una cosa horrible de decir, pero es igual de malo no decirlo». Y seguro que él no estaría incluido en esa cifra, que no sería uno de los nominados, por decirlo con lenguaje más moderno.
El politólogo Thomas Ferguson es una de las joyas en la frente de quien yo me sé, pues propuso disminuir la población de forma fulminante devastando a todos los hombres en la lucha y matando un número significativo de mujeres en edad fértil. O a través del hambre, como en África. O mediante enfermedades como la peste negra. Como se ve, este señor considera como estómagos inservibles prácticamente a toda la humanidad, menos él, sus parientes, y sus colegas de la élite. Menudo festín que se van a pegar si se cumplen sus planes ―iba a decir que no sé cómo es que todavía no está en la cárcel, y muchos de los que hacen llamamientos eugenésicos en esta línea, pero la verdad es que sí lo sé, si ustedes también―.
Aquí en la España cañí no tenemos ese parnaso de lumbreras eugenésicas, de nombres pasmosos ante los que se arrodilla un curso de legiones infernales, pero algo hay de eso, aunque las proclamas contra los ancianos parezcan más eructos de burundanga y calimocho que soflamas elegantes proclamadas desde imperiales auditorios con corbata y todo.
Naturalmente, los copyright más selectos esta barbarie gerontofóbica se deben a la caverna podemita, que desde sus matacanes de odio, desde su garitas de violencias y amenazas, lanzan sus dardos envenenados contra lo que ellos llaman unánimemente «putos viejos».
Este horror dantesco, merecedor de juzgado de guardia y de fiscalía contra el odio, es especialmente virulento cada vez que pierden unas elecciones, y se mostró con especial saña tras las que perdieron en junio de 2016, pues atacaron con verdadero sadismo a la población jubilada, a la que culpaban de su fracaso electoral por haber votado mayoritariamente al PP.
Lo que sigue a continuación es una selección de los insultos y amenazas vertidos por los trogloditas podemitas en las redes sociales, que no es una antología del disparate, sino del horror (mantengo sus faltas de ortografía y su redacción barriobajera):
- “Los putos viejos que no salen de casa”, “cuándo se mueren los viejos que votan al PP”, “putos viejos, votan al PP”, “podemos echar al PP cuando todos los putos viejos fachas se mueran”, “me cago en la puta vida de todas las putas viejas y viejos que votan al PP”.
- Los putos viejos que no salen de casa no ven lo que hay y no saben lo mal que lo hace el PP, que puta rabia.
- Cuando se muere los viejos que votan al PP.
- Qué ganas de que pasen 20 años y se mueran los putos viejos que siguen votando al PP la verdad
- Lo mismo en 20 años podemos echar al PP cuando todos lo putos viejos fachas se mueran
- Ojalá se mueran todo lo putos viejos de mierda y los putos pijos fachitas que votan al PP
- Haber si recortan todo en sanidad y todos los viejos se mueren ya y el PP se queda sin putos votantes de mierda
- Mira así lo digo, me cago en la puta vida de toda la putas viejas y viejos que votan al PP porque “tradición, hijo, me gusta Rajoy”
- Os lo juro, no sé si es que la gente es gilipollas, subnormales o putos viejos. Pero no es ni medio normal lo del PP
- Hoy he visto otras putos viejos cogiendo papeletas del PP. Creo que nunca he mirado con tanto asco a nadie xD.
- Putos viejos de mierda y catetos del pueblo votando al PP, siguen hipotecando nuestro futuro. A ver si la palman ya.
- Viejos votando brexit, viejos votando al PP… Yo veo claro dónde está el problema.
- En mi pueblo arreglamos la mayoría absoluta del PP esperando que se mueran los viejos
- Los ancianos votan al PP para joder, porque se van a morir pronto
- Putos viejos de más de 65 años que han votado al PP como se nota que ellos ya tienen suspensiones ojalá el PP se las quite
- Tranquilos, seguro que para las próximas elecciones los ancianos que votan al PP está muertos, el cambio se acerca, sí se puede
- Mi propuesta es encerrar a los ancianos en sus casas para que no puedan y así el PP pierda votos xD
- Este país está lleno de putos viejos fachas que votan al PP
Y esta otra, que sin duda se lleva el Óscar a la barbarie: «Voy por la calle y acabo de darme cuenta de que miro con desprecio a menudo a los viejos que pasan por esa sensación de ser del PP»: Tremendo.
Pero tienen razón en su diagnóstico: en las elecciones generales del año 2016, el 37% de los españoles mayores de 66 años votaron al PP.
Esta barbarie suscita muchas preguntas, siendo la primera de ellas cómo una sociedad presuntamente civilizada puede engendrar estos monstruos; otra de ellas sería preguntar a estos energúmenos si tienen abuelos o padres de una cierta edad a los que incluyen en su categoría de «votantes inservibles»; y la pregunta del millón es por qué estos lacayos del mal no han sido denunciados, ni puestos a disposición judicial por delitos de odio.
Por cierto, se me ocurre otra pregunta: ¿por qué, si la España de Franco fue un horror genocida de falta de libertades y de miseria económica, la inmensa mayoría de la gente que vivió esa época vota a la derecha? ¿Por qué? Yo sí lo sé.
Hubo incluso militantes podemitas que llegaron a comparar a los ancianos con el ISIS, haciendo llamamientos a dejar que se mueran de hambre. Y Bescansa llegó a decir dijo que «si no fuese por los mayores de 45 años, Pablo Iglesias sería presidente».
A la luz ―o a la sombra, mejor― de esta tormenta perfecta contra los ancianos derechosos y fachas, que fastidian los planes de toma del poder de la izquierda y las hordas rojas, me ha dado por sospechar que el fallecimiento de tantos ancianos motivado por la pandemia del coronavirus seguramente habrá llenado de regocijo a estos mal nacidos, que estarán batiendo palmas porque la guadaña de la Parca se esté llevando por delante a cerca de 20.000 «putos viejos», con lo cual la derecha política ha perdido un número no desdeñable de votos, cumpliéndose así sus deseos de muerte para la población de demás de 65 años. Y es que no hay mal que por bien no venga, ¿verdad, rojiprogres?
Buena noticia para los rojos, en un país en cuyas ciudades hay más perros que niños, sólo aumenta el segmento de mayor edad y en éste, como bien saben los sociólogos de Podemos, los morados obtienen sus peores resultados.
Pero imagino que se les abrirán las carnes a esta tribu aulladora cuando se relaman de gusto pensando que con toda seguridad habrá más rebrotes víricos, de esta pandemia o de otra, pues tengan por seguro que los luciferinos que soltaron el COVID-19 organizarán otra catástrofe pandémica, con el mismo virus o con otros, que los tienen en cantidad en sus maléficas cananas. Y así, irán cayendo de manera inmisericorde los estómagos inservibles, los «putos estómagos», siguiendo las órdenes del puto amo de los virus ―un tal Bill Gates―, del puto amo de España ―George Soros―, de los Putos amos del mundo, dirigidos por el Puto Amo de las putas esferas infernales.
Y es que esta sarta de botarates han tenido suerte de que la pandemia del COVID-19 haya hechos verdaderos estragos entre la población que tanto detestan, suerte que asimismo han tenido los Putos amos del mundo, que tanta manía tienen a los putos viejos, con sus putos estómagos glotones. Y, damas y caballeros, ¿quién es el responsable máximo de las 5.457 residencias de ancianos españolas, ya sean públicas, concertadas o privadas?: Pablo «el Turrión», el Puto amo de los podemitas.
En España hay 17.608 ancianos que han muerto en residencias con COVID-19 o síntomas compatibles con la enfermedad, la mayoría en Madrid, Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Así, los fallecidos en residencias de ancianos equivaldrían al 67 % del total notificado oficialmente por el Ministerio de Sanidad. No se puede decir que la culpa de estas muertes se deba a fallos en la Sanidad española, ya que las cifras son parecidas en el resto del mundo, pero mal de muchos consuelo de tontos.
Sin embargo, esta cifra podría ser considerablemente mayor, si tenemos en cuenta que sólo se apuntan aproximadamente como víctimas de coronavirus a personas que han muerto después de haber dado positivo. Es decir, las pruebas no se hacen post mortem, por lo que no computarían fallecidos con coronavirus a los que no se les haya hecho la prueba.
Un hecho a destacar es que están fallecido muchísimos menos ancianos en las residencias de la Iglesia que en las públicas, así que no es de recibo que el Turrión aproveche este horror para culpar de las muertes a las residencias privadas.
El porcentaje de ancianos fallecidos en residencias sobre el total es francamente abrumador: en Castilla-la Mancha, de un total de 2713 fallecidos, 2071 había muerto en residencias geriátricas; en Extremadura, de 472 fallecidos, 415 lo hicieron en residencias; en Navarra, de 484 fallecidos, 410 lo hicieron en geriátricos; en Castilla y León, 1876 de 2473… ¿Para qué seguir?
Y, damas y caballeros, a las cifras de ancianos fallecidos en las residencias hay que añadir a los que murieron, pero en sus casas, o en hospitales ―en las cunetas no, porque les pondrían multas a sus cadáveres la polistasi―.
Pobres putos viejos, fallecidos solos como putos perros en putas oscuras morgues, en putos tanatorios vacíos, en putos palacios helados, sin ningún familiar que les cogiera la mano en el momento de su óbito; sin nadie que le dijera una palabra de consuelo, de ánimo, de cariño… Incluso sin el auxilio espiritual de un capellán que les administrara a los últimos sacramentos…
Putos viejos, nutriendo putas estadísticas, en las que sólo son un puto número inservible, una puta mojama inútil, pero que sin embargo, en un último servicio a la Patria a la que dieron una vida de trabajo y esfuerzos, serán útiles para ahorrar al Estado la carga de sus putas pensiones, y para que los depredadores de Hacienda metan sus hocicos babosos en la herencia que dejan a su descendencia mediante los putos impuestos de Sucesiones… Insoportable levedad del ser, insoportable levedad del morir.
Y, a cambio de todo este horror, de este apocalipsis geriátrico, de esta puta dantesca carnicería, el puto Gobierno bafomético es incapaz de ordenar el luto nacional, y así, tenemos que contemplar indignados que El Profanador acuda al congreso con una puta korbata roja, y que ninguna puta televisión haya puesto el crespón negro en sus putas pantallas, cuando pierden el puto culo a la hora de poner el fatídico lazo morado de las fementiorras, o el lacito arcoirisado de las kabalgays de mayo.
Tampoco han doblado las campanas por ellos, pues la Iglesia ha sido solamente una puta realidad virtual, un puto fantasma online.
Pero desde el otro mundo todos los que odiáis a los ancianos oiréis en vuestras putas pesadillas la voz de los putos viejos, que reclamarán en la hora final de vuestras ominosas existencias: «O llevaras luto por mí».
Nota: «O llevarás luto por mí» es el título de un libro sobre Manuel Benítez ‘El Cordobés’, de los autores Dominique Lapierre y Larry Collins, publicado en 1967