¿Por qué se minimiza la muerte de 8.500 niños cada día en el mundo? Un viaje a las entrañas del Covid-19

El Covid-19, sea cual sea su origen, es un arma. Los poderosos y sus operadores políticos lo utilizan para amedrentar a la opinión pública mundial en tanto aprietan los controles demográficos, económicos, financieros, industriales, militares, educativos, laborales y sanitarios.

Dicho de otra manera: con el coronavirus provocan miedo colectivo, miedo que facilita la operación de las élites que aceleran la imposición del Nuevo Orden Mundial.

Al momento de escribir el presente artículo, el mapa virtual de la Universidad Johns Hopkins, de los Estados Unidos da las siguientes cifras de personas afectadas por la pandemia:

  • 11.277 personas muertas por coronavirus
  • 258.419 infectadas
  • 87.377 recuperadas

Hablar de 11 mil 277 personas muertas por coronavirus es muy delicado. Pero… existen otras pandemias más graves que son soslayadas por los poderosos y sus medios de comunicación.

Nos referimos, concretamente, a la muerte de niños en el mundo. Las cifras que usted leerá a continuación fueron proporcionadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en febrero de 2019, es decir, diez meses antes de que se declarara el brote de coronavirus en China:

  • Un niño muere en el mundo cada cinco segundos
  • Cada 10 minutos muere un niño de hambre en Yemen
  • 8.500 niños mueren cada día de desnutrición en el mundo
  • En 2017, 6.3 millones de niños menores de 15 años murieron en el planeta por causas, en su mayoría prevenibles —según cálculos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la División de Población de las Naciones Unidas—. Es un holocausto que poco le importa a la plutocracia.

Por coronavirus han muerto menos de doce mil personas en cuatro meses. En 48 horas pierden la vida 17 mil niños debido a la desnutrición.

No se entienda que las víctimas de coronavirus valen menos que los niños que mueren de desnutrición. Unas y otros, por el hecho de ser humanos, nacieron con la misma dignidad. Lo que deseamos subrayar es que la pandemia del Covid-19 ha dado la pauta a una campaña global de terrorismo psicológico, en tanto que la pandemia de la desnutrición infantil de poco sirve a las élites sedientas de más poder.

Tampoco queremos minimizar los efectos del Covid-19, que bien pudiera ser un arma biológica. Lo que pretendemos es que la sociedad no sólo tome conciencia de la amenaza sanitaria sino que, también, abra los ojos ante el endurecimiento de la dictadura global.

Vean ustedes con qué facilidad convierten a continentes y países en campos de concentración, donde salir a la calle conlleva el riesgo de ser detenido por militares.

Miren con qué facilidad la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU dice que se perderán 25 millones de empleos por culpa del coronavirus, en tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS), de las propias Naciones Unidas, advierte que la pandemia se agravará en las próximas semanas.

Permítanos plantear una serie de preguntas inquietantes:

  • ¿Cuánto tiempo podrán resistir las micro, pequeñas y medianas empresas a una cuarentena larga?
  • ¿Cuánto, en cambio, podrán aguantar las corporaciones globales como WalMart?
  • ¿Beneficiará a los bancos globales que la gente deje de ir a las sucursales y realice todos sus trámites por Internet?
  • ¿Ayudará a los gobiernos tiránicos que los bancos les reporten cuánto ganan y cuánto gastan sus clientes?
  • ¿Cuántas micro, pequeñas y medianas empresas podrán aplicar el trabajo desde casa?
  • ¿Cuánta gente estará capacitada y tendrá las herramientas para el home office?
  • ¿Qué tan dignos serán los salarios que pagarán las grandes corporaciones a quienes trabajen desde casa?, en el entendido de que los robots desplazan día a día a la mano de obra humana.
  • ¿Qué corporaciones se beneficiarán con la transición de la educación presencial a las clases en línea?
  • ¿Qué tanto sabemos los seres humanos de los avances de la inteligencia artificial? Estos logros ¿son y serán utilizados para el bien de la humanidad?
  • ¿Por qué dejan que mueran más de seis millones de niños al año en el mundo?
  • ¿Por qué el Covid-19 mata principalmente a los adultos mayores?
  • ¿A quién beneficia que 25 millones de criaturas sean abortadas al año?
  • ¿Por qué ha avanzado tanto la doctrina LGBTTTI+?
  • ¿Quiénes ganan con las devaluaciones de las monedas nacionales?
  • ¿Quiénes compran barato en las bolsas de valores para luego revender las acciones a precios estratosféricos?

Con el pretexto del Covid-19, vemos cuán sencillo es para los poderes globales confinar a cientos de millones de personas. De igual manera, cómo impiden el crecimiento poblacional matando a niños y ancianos e impidiendo que nazcan bebés. Todo se reduce a una palabra: ¡control!

La Universidad Johns Hopkins es una de las que trabajan para endurecer el Nuevo Orden Mundial. Pues bien, esta institución globalista tiene en México a un operador de primer nivel: el subsecretario de salud Hugo López-Gatell.

El analista mexicano Alfredo Jalife-Rahme, a quien citamos en nuestro anterior artículo, titulado “¿Qué tratan de ocultar con el terrorismo psicológico desatado con el Covid-19”, publicó este viernes 20 de marzo, en la página de la agencia Sputnik, lo siguiente:

En los círculos nacionalistas de México ha causado estupor la dependencia de Gatell a la conocida Universidad bélica de Johns Hopkins —donde opera Paul Wolfowitz, exsubsecretario del Pentágono, que dirigió la guerra contra Irak y Afganistán— y a la escuela de Salud (sic) Bloomberg, del nombre del multimillonario exalcalde de Nueva York y aliado de George Soros.

Los mismos círculos señalan la pertenencia también del anterior secretario de Salud Julio Frenk con el expresidente Fox —un vulgar súbdito de George Soros— que manejó el desastroso programa de seguridad médica Seguro Popular y es hoy dependiente de Microsoft, la trasnacional de Bill Gates.

¿Por qué es peligrosa la aparente negligencia de López-Gatell? Porque —lo explica Jalife-Rahme— existe gente poderosa en los Estados Unidos que quiere invadir a México con el argumento de que nuestro gobierno no hace lo suficiente para contener al coronavirus. Según el establishment que domina a la Casa Blanca, el Covid-19 amenaza la seguridad nacional del país de las barras y las estrellas.

Los siguientes revelan la sospechosa pasividad —por no decir inacción— de dos altos funcionarios:

  1. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum (becaria de los Rockefeller), permitió la concentración de al menos 40 mil personas en el concierto Vive Latino. Las cifras extraoficiales hablan de cien mil almas. ¿Imagina usted lo que esto significa en momentos en que el coronavirus se disemina de manera exponencial? La funcionaria cambió de criterio 48 horas después del festival, el cual movió mucho dinero.
  2. El subsecretario de salud, Hugo López-Gatell (becario de Bloomberg), responsable de contener la pandemia, sigue sin decretar la fase 2 de la emergencia atenido a la «fuerza moral» y a los amuletos del presidente López Obrador.

En conclusión: el Covid-19 tiene forma de arma biológica y psicológica. Es un arma utilizada para apretar —como dijimos al inicio— los controles demográficos, económicos, financieros, industriales, militares, educativos, laborales y sanitarios.

Jorge Santa Cruz

Periodista mexicano, católico y conservador.

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