¿Por qué no soporto a las feministas actuales?

¿Por qué no soporto a las feministas actuales? Muy sencillo:

– Porque dicen que soy una víctima (todavía no sé de quién).

– Porque dicen que soy débil, cuando tengo más cojones que muchos tíos.

– Porque me dicen cómo pensar.

– Porque no soporto a las puritanas.

– Porque me dicen a quiénes he de votar.

– Porque me dicen qué libros he de leer.

– Porque me dicen qué vestir.

– Porque me dicen cómo comportarme con los hombres.

– Porque insultan a mi padre, a mis amigos y a todos los hombres en general, cuando hablan de su violencia innata.

– Porque con mi vida erótico-festiva hago y haré lo que me dé la santa gana y nadie debe decir nada.

– Porque vuelcan sus frustraciones amorosas (que todos hemos tenido, pero que hay que superar) en un odio exacerbado que todo lo pudre.

– Porque me dicen qué he de estudiar. Y han de ser Ciencias.

– Porque me infravaloran y me consideran una inútil a la que han de regalarle el primer año en una carrera tecnológica.

– Porque discriminan a los hombres con sus medidas absurdas.

– Porque solo crean enfrentamientos.

– Porque son unas cobardes que la lían donde saben que jamás les pasará nada, pero callan ante los dramas verdaderos.

– Porque se arrogan la potestad de hablar en mi nombre.

– Porque muchas viven del chiringo sin pegar palo al agua.

– Porque callaron ante «Infancia Libre».

– Porque estudian cosas como másteres en Igualdad de Género (esto es una frivolidad, lo sé).

– Porque están encantadas con la que se nos viene encima.

– Porque usan expresiones y palabras como «techo de cristal», «inclusión», «empoderar» o «visibilidad».

– Porque muchas son niñatas sin ninguna experiencia que quieren imponer un modelo desquiciante.

– Porque esas niñatas consienten después que sus parejas las traten como jamás permitiremos las demás.

– Porque demasiadas son analfabetas funcionales con ínfulas de María Zambrano.

– Porque ningún movimiento que se precie puede tener como referentes a las Varelas, Doleras o Fallarás de este mundo.

– Porque cambiar el lenguaje no es feminismo sino una soberana una gilipollęz. – Porque decir «todes» solo nos hace retroceder.

Y porque las veo o escucho, esto es absolutamente visceral, y me provocan muchas, pero muchas náuseas. Pues nada, que me he quedado muy a gustito. Se admiten aportaciones, amigues, que seguro que se me ha olvidado algo.

Patricia Higuera

Comunicación. Historiadora.

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