Por dignidad, por respeto, por la democracia
El problema que se está generando con los indultos no lo es por el ejercicio de gracia que ellos suponen, sino por el desarrollo que se pretende dar a una hipotética causa catalana que no es otra cosa que la voluntad torcida de un grupo político de independentistas no sólo de romper España, sino de imponer, a toda la nación y a los residentes en esa comunidad, su simple y única voluntad.
Se pueden mantener todos los planteamientos políticos que se quieran, pero si se sostienen sobre el asesinato, la violencia física o psíquica, con el uso de la amenaza y el incumplimiento de la Ley, no se puede negociar con ellos, pero no por no la imposibilidad de ponernos de acuerdo o por la diferencia política, sino por el desprecio a la representación democráticamente concedida y el desarrollo legal que de esa representación se deriva.
Se está insultando a VOX por tener una visión política que no gusta a la izquierda, pero que respeta la norma, la usa y utiliza, pero no violenta o infringe. Se podrá estar de acuerdo con sus modos políticos, con su ideología o su forma de actuar, pero, hasta el momento presente, han cumplido las leyes, las han defendido y utilizado.
La oposición, ante el PSOE, PODEMOS o cualquier partido político, debe de tener el cauce legal para su ejercicio, como cualquier acción de cualquier gobierno debe de cursar por los cauces de la legalidad, la democracia y el imperio de la Ley, y, aquello que no siga esos viales, debe de soportar la más contundente respuesta que el Estado tenga en su poder; pues, si admitimos, como se ha hecho de forma secular por los distintos gobiernos, la negociación y la cesión con quien busca la ruptura ilegal, no sólo no se acabará con ella jamás hasta que consigan la cesión absoluta, sino que se humillan y humillan la dignidad de todo un pueblo.
¿Es más importante, digno, respetable y más relevante un puñado de ciudadanos de una determinada zona de la Nación que goza de todos los privilegios y ventajas de pertenecer al país, como para poder imponer sus visiones, intenciones y criterios a la totalidad del pueblo Español, incluidos muchos de los residentes en ese terreno? Sea cual sea el gobierno que lo haga (lo han hecho más o menos todos los habidos hasta ahora) ¿puede ceder a la presión a la amenaza en perjuicio de todos los Españoles por ganar un gobierno, una posición o unos euros?
Lo importante no es el indulto, la burla que ello supone, el desprecio a la división de poderes o a los criterios de oportunidad, legalidad y/o justicia que, podrán o no cubrirse en el presente caso, sino la cesión inadmisible de un gobierno maniatado por los “fascistas” que imponen su criterio, su visión, por encima del resto de ciudadanos, por encima de los ciudadanos no independentistas, por encima de la Ley, la Constitución y la democracia. Es la cesión ante quienes sostienen que los catalanes tienen un ADN superior al resto de ciudadanos, a que Cataluña es una nación superior al resto de España, la raza catalana es más fuerte que la del resto de nacionales, es la cesión frente a quien quiere imponer al resto de españoles y de catalanes su voluntad.
Con independencia de la ideología política ¿qué debe de hacer un pueblo cuando se intenta burlar su voluntad, sus leyes, su constitución, y se le impone una raza superior?
España es una nación mucho antes que cualquier nación europea, ha sido la capital del imperio más grande del mundo; hemos realizado las más grandes gestas del mundo; desarrollado, antes que nadie, los Derechos Humanos, el respeto a la dignidad del ser humano, las más grandes obras de arte y sido mascarón de proa de la dignidad humana en todas sus facetas, con claros y oscuros, pero con un proyecto nacional y mundial claro, contundente y referente en el avance social y humano, como para que, ahora, cuatro desgarramantas desnortados, puedan ponerlo en solfa por la falta de solvencia intelectual de unos políticos trincones, de todos los colores, que sólo miran su faltriquera.
En política todo vale, todo es negociable, todo se puede defender, pero siempre en el marco de la norma, del derecho y, sobre todo, respetando los postulados democráticos y las decisiones del pueblo, que no pueden ser torcidas por la necesidad de este u otro gobierno que solo gana generando crispación, dividiendo a la población y creando un clima de enfrentamiento del que obtener su rédito.
En democracia, la tensión, la crispación, la división, no deben de tener lugar, pues en ella, todas ellas se eliminan en el respeto a la decisión de la mayoría, a la ley emanada de ella y a la disidencia practicada de forma democrática mediante la protesta pacífica.