Poema al señor Sánchez

He estado pensando en todas las cosas que le están pasando, Sr. Sánchez, y creo que es usted víctima de algún maleficio.

Existen casos recientes que demuestran que esto puede suceder. Concretamente, se dice que muchas de las personas (hay quien refiere que unas 25) que participaron en la exhumación del faraón Tutankamon, en 1922, murieron, antes de un año, por causas extrañas: suicidios, accidentes, picadura de insectos, etc.

He pensado que, tal vez, esté sufriendo alguna maldición como los que profanaron la tumba de este dignatario enterrado en el Valle de Los… (uhmmmm… creo que era, de los Reyes), cerca de Luxor.

Vengo a decirle todo esto porque estoy viendo que algunas decisiones no le están saliendo muy bien. 

Por ejemplo: En Venecia el 23 de febrero, detectan dos casos de coronavirus y cancelan el Carnaval, cierran escuelas y museos; dos semanas después, usted autoriza manifestaciones públicas multitudinarias en nuestro país. Compran material sanitario y resulta que es defectuoso, insuficiente y del mercado negro. Vuelve a comprar material sanitario y se lo quitan en Turquía; Las autonomías pidiéndole dinero y usted quitándole sus recursos sanitarios; Los ricos ofendiéndole por ofrecerle ayuda y usted despreciándolos; sus amigos de Gobierno le presionan y le obligan a firmar unos decretos para seguir apoyándole; sus enemigos de gobierno (Torra y compañía) le niegan su apoyo.

En fin, que aquello que se decía  de Aznar: «Gafe», en usted se está cumpliendo con creces.

Durante siglos, los libros de Historia recordarán una fecha fatídica: el 8M, y los más de diez mil muertos hasta ahora, atados al nombre de Pedro Sánchez, y todos sabrán cuál fue su verdadero papel en este hecho histórico. (Siempre y cuando ya no exista La Sexta, claro).

Para terminar, voy a exponer un fragmento de un hermosísimo poema de Don Francisco de Quevedo que me ha venido a la memoria y parece que se lo hubiera hecho a su medida:

 

No hay necio que no me hable,
ni vieja que no me quiera,
ni pobre que no me pida,
ni rico que no me ofenda.
No hay camino que no yerre,
ni juego donde no pierda,
ni amigo que no me engañe,
ni enemigo que no tenga.

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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