Plandemia: excusa para vacunarte, pretexto para bio-controlarte, coartada para asesinarte. Por Luys Coleto

MacGuffin, agudo y habilidísimo recurso de guion cinematográfico. Engañando totalmente al espectador, su utilización acaba desencadenando un (sorprendente) giro basado en aquel elemento al que aquel apenas se prestó atención. Solo es un pretexto para iniciar una acción que luego va a provocar diferentes reacciones durante el resto del metraje. Sin esta ficticia coartada, no habría justificación para todo lo que sucede a posteriori.  Los guionistas construyen la historia en base a una razón o idea, y para llegar al remate final se deben ir tejiendo diestramente los hilos necesarios que conduzcan a éste. Como todo en la vida, esto se puede hacer de forma pésima o magistral. 

Primero falsa pandemia, luego “vacuna”…

MacGuffin plandémico, pésimo, muy propio de magos negros. Y muy chapucero. La excusa del presunto virus brota única y exclusivamente para introducir en nuestros sacrosantos cuerpos sus vacunas/matarratas transgénicas. Y proseguirán con su patética e inverosímil engañifa y  planetaria. Nuestras ilegítimas y terroristas autoridades, siniestros títeres de feria, están muy interesados en la distribución de vacunas. Inexistente virus, burdo MacGuffin. “Vacunas”, genuino objetivo. Sin más.

¿Razones pecuniarias? Interesante asunto. Pero, en el caso que nos ocupa, menor. De hecho, la vacunación no se halla entra las grandes joyas de la corona de FARMAFIA.  Las farmacéuticas podrían ganar más de 50.000 millones de dólares (42.000 millones de euros) sólo con que se vacunase la mitad de la población mundial con una dosis. Pues tales cifras, para la letal industria farmacéutica, moco de pavo, ante otros colosales negocios de la «salud» controlados por FARMAFIA. 

… Después el “truco” final

Tras el citado MacGuffin, arriba la razón de fondo de toda esta diabólica farsa que se arrastra más de un año. La vacunación compulsiva y generalizada solo posee un propósito: marcar y sellar al ganado humano, cada día más enfermo, con implantes nanotecnológicos mediante los cuales todas nuestras funciones fisiológicas puedan ser vigiladas, monitorizadas, dirigidas y manejadas por los controladores sociales que han decidido, hace ya tiempo, que sobramos muchas personas en el planeta

Planeta del que se han adueñado con nuestro desconocimiento, con nuestro no querer saber, porque igual que a los políticos los han comprado mucha pasta y privilegios, sinecuras y canonjías y regalías varias, a nosotros nos han sobornado con supuestas comodidades. Nos hemos vendido a un precio mucho – muchísimo – menor que los Bilderberg y los G-8.

Por supuesto que todo su plan será ejecutado con absoluto disimulo: insistirán en la mascarada del virus del que hay que protegerse y en la necesidad de disponer de certificados de vacunación para acreditar la salvífica inmunización. Pero han previsto -y estimularán, de hecho- que certificar esa documentación mediante documentos impresos generará un mercado negro de falsificaciones y fraudes. 

Implantación del tatuaje nanotecnológico subcutáneo

Después de un periodo de airada e impostada denuncia de semejante hecho, los borregos útiles serán, una vez más, el porfiado y voluntarioso megáfono que amplificará el mensaje abnegado y filantrópico de los ingenieros sociales. Se persuadirá al borregomatrix de que solo un tatuaje subcutáneo garantizará la seriedad y eficacia de sus certificados «Covid-Free». Y la borregada glorificará con entusiasmo y arrobo que la genocida élite les marque como a reses «por su seguridad y la de todos» con una tecnología invasiva de nuestra intimidad corporal. «Mi cuerpo, sus decisiones».

Superada la barrera de la piel, la vulnerabilidad frente a su inicuo poder será absoluta. E irreversible. Se acabarán desestabilizando definitivamente los órganos internos, a los que les habremos dado acceso. Algunos, transitarán hacia el transhumanismo. Otros, hacia el matadero. Y una vez que hayan puesto sus nano-robots en nuestro organismo, pueden ordenarle estresarse, enfermar o morir a su capricho. Habremos renunciado a ser nuestros propios dueños. Y habremos fenecido definitivamente como seres humanos, libres y salvajes. 

Hacia el genocidio

La mafia financiera, mediática, petroquímica y farmacéutica. O los hombres más poderosos del planeta que profesan tal y citada filosofía satánica son los usufructuarios y sucesores de la denominada Orden Illuminati – fundada en 1776 por el exsacerdote Adam Weishaupt – y su pretensión es generar el caos en el planeta para alcanzar un Gobierno Mundial dirigido desde las sombras por las grandes transnacionales. 

Y en tal proyecto satánico, según tal gentuza, sobra gente. Nos quieren matar, sobramos, sin más. Jubilados, desempleados, mano de obra no cualificada, … en la lista de los primeros «sacrificables» y van a por ellos. Bienvenidos a la matanza, sello NOM.

Genocidas y…mentirosos

Se callan, eso sí, Los Diabólicos cuando conviene. El modelo que ahora consideran agotado es el que ellos han creado, que la única situación amenazante lo es para sus privilegios, que ellos, apenas el 1% de la población, poseen más del 50% de los patrimonios mundiales, y que es su inveterada y brutal codicia lo que está haciendo detonar en cachitos nuestra decrépita civilización

Y mutismo total de Los Diabólicos ante otro hecho también irrefutable: la Tierra, en las condiciones actuales, no solo puede alimentar a la población existente, sino que podría continuar haciéndolo aunque ésta se duplicase, y triplicase, y cuadruplicase. Pero que el precio a pagar, en ese caso, por un mundo algo más justo, ains, sería la expresa renuncia al lujo y a esos privilegios en nombre de los cuales planean masacrar al «excedente de población». Se callan, también, ante el hecho, también irrefutable, de que el mundo «sostenible e inclusivo» por el que abogan es el que sostiene las lacerantes desigualdades y las criminales jerarquías vigentes. 

Trucos de magos, negros, muy negros

Es un truco añoso como el mundo, más viejo que cagar. El mago (en nuestro caso, negro) reclama nuestra atención sobre lo que hace con una mano (crisis, pandemia, vacunas…) mientras con la otra está ejecutando el truco que los espectadores no esperaban. 

Quien esté mirando a la mano adecuada no puede por menos que estremecerse ante el atroz crimen que se está perpetrando a cámara lenta, y el que queda por venir, con los corderitos vivaqueando a sus verdugos y poniéndose en fila para chutarse el  mortífero veneno que les aniquilará. Física  y humanamente. En fin. 

Luys Coleto

Luys Coleto, prófugo de la existencia, desidentificado y desubicado, batallando contra todo. Y contra todos. Y, por la libertad y el buen periodismo, felicísimo, en tales y belicosos trances. En fin.

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