Pedro I el guapo, ataca de nuevo
El día de las Fuerzas Armadas, Pedro I el guapo estaba enfurruñado; al llegar al palco presidencial tuvo que escuchar una tremenda pitada que su televisión privada, es decir esa que pagamos todos, intentó ocultar sin ningún éxito por cierto. Eso le incomoda mucho al aprendiz de pavo real, que como todos sabemos, quiere ser el niño en el bautizo, el muerto en el entierro, el novio en la boda y el cura en la misa, y esta vez no lo fue, ni se aproximó en absoluto.
Sus majestades los reyes de España estuvieron soberbios intentando consolar al cabo primero Luis Fernando Pozo, encargado de bajar la bandera de España, para el cual no había consuelo, después de impactar contra una farola, al enredarse su paracaídas debido a un golpe de aire traicionero.
Pedro I el guapo les seguía a la zaga, quería chupar cámara y ser el protagonista, pero esta vez no logró conseguirlo. Aunque le llamaron al orden varias veces por no cumplir el protocolo, él seguía y seguía cual conejo al que nunca se le acaban las pilas intentando meter el morro y cobrar protagonismo; solo saludan los reyes, pero él insiste e insiste en querer ser el protagonista de la pista.
A este señor tanto le da ocho que ochenta, con tal de ser el rey del mambo, y esta vez ni siquiera se oía el mambo, sino nuestro himno nacional y los vivas a sus majestades los reyes, al ejército, a la guardia civil y los aplausos al pobre cabo que no podía contener las lágrimas.
La payasa de Anabel Alonso ha intentado hacer un chiste sobre el desafortunado incidente del cabo, al igual que el impresentable de Rufián, pero sólo han conseguido que la gente se vuelque mucho más a favor de nuestros héroes, de nuestra bandera, de nuestro himno, y de nuestros reyes.
Pedro I el guapo fue abucheado y ninguneado y ojalá esto se viera reflejado en las urnas, de lo contrario estamos totalmente perdidos, aunque conociendo de lo que son capaces de hacer estos impresentables, no me fío ni un pelo del resultado de las elecciones. Si han estado comprando votos y prometiendo menos peonadas en su cortijo andaluz desde tiempos inmemoriales, a saber qué tendrán preparado para ganar las elecciones.