Pablo Iglesias Turrión es, con diferencia, la antítesis del comunismo

Este pijoprogre metido a político, salido de una sentada y criado por un comunista resentido que fue perteneciente al grupo terrorista FRAP, ha sacado todo el veneno y toda la rabia de su progenitor.

Ya lo dice el dicho, el que no se parece a su padre es un cerdo, dicho valenciano, el qui no li sembla a son pare  es un porc. El vástago ha salido a papá pero corregido y aumentado, y como su lacayo metido a presidente del gobierno embustero.

Este profesor de universidad de quinta, que sólo ha sabido envenenar a sus alumnos con arengas populistas, y que en sus mítines se dedicaba a explicar con todo lujo de detalles como fabricar un cóctel molotov, o cómo provocar y atacar a la policía.

Este personaje de opereta que invita a la gente a que ocupe propiedades privadas, que está empecinado en desprestigiar a don Amancio Ortega por sus donaciones de máquinas para la detección del cáncer, y que por cierto, en esta pandemia nos ha dado una lección de solidaridad fuera de lo común.

Este político que invita a cometer delitos, que de vivir en un modesto piso en Vallecas del que dijo que nunca saldría, y al ser alguien en política, no tardó ni un segundo en comprar un chaletazo en Galapagar valorado en más de un millón de euros, dinero de dudosa procedencia, aunque él niega la mayor y afirma que sólo costó 650.000 €, este espécimen defensor a ultranza del grupo terrorista ETA, amigo íntimo de Otegi, simpatizante de los secesionistas catalanes y vascos, empleado del dictador Maduro, asalariado de Irán, pero sobre todas las cosas enemigo público de España, de su constitución, de su bandera, de su himno y de su Rey, este que invitaba a los escraches, invitaba a las revueltas, y su explicación era que estos actos sólo eran jarabe democrático.

Pues ahora que ha sabido lo que es su tan cacareado jarabe democrático a modo de cacerolada, también nos ha demostrado que es un abusador de poder, y sobre todo un maldito COBARDE.

A esa Guardia Civil que tanto odia y a quien tanto daño ha hecho, la tiene vigilando su mansión desde que se mudó a ella, pero desde su cacerolada multiplicada por tres, en unas condiciones precarias por cierto, para que no le molesten los que se manifiestan delante de su propiedad para exigirle que dimita.

Este fenómeno aunque nos pese, este es el vicepresidente del gobierno de España.

Mª José Gómez Busó

Jubilada, apasionada del patchwork, rematadamente sincera, y enamorada de España, de su himno y de su bandera.

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