Otra carta abierta a Carmen Calvo y su banda

"Se ha propuesto destruir una cruz para rendir tributo a una ideología asesina y caduca..."

El artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 dice así:

 “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

Así lo defiende también el artículo 21 de la Carta Europea de Derechos Humanos.

Pero el odio de Carmen es superior a las limitaciones que le imponen todos esos artículos del mundo democrático. Se ha propuesto  destruir una cruz para rendir tributo a una ideología asesina y caduca, aunque luego tenga que vérselas con tribunales internacionales.

Cuando una persona como Calvo no tolera más opción de pensamiento que el suyo ni más creencias que las suyas, aunque se exprese con palabras democráticamente endulzadas y siempre estudiadamente imprecisas, debe ser catalogada como «integrista»; no obstante,  como esa palabra no me parece suficientemente descriptiva, permítanme que proponga las siguientes: intolerante, radical, extremista, antisocial, loca, rabiosa.

Si además, no solo no reconoce otras formas de pensamiento, sino que pretende aniquilarlas, exterminarlas, destruirlas, entonces, los adjetivos anteriores se quedan todavía por debajo del umbral de la realidad. Yo diría que esa persona tiene síntomas obsesivo-compulsivos de carácter destructivo y debería hacérselo mirar. 

Este Gobierno, está tan lleno de odio y tan vacío de ideas y soluciones, que no tiene otra salida que la que tomaron los partidos del Frente Popular en marzo de 1936, cuando obligaron a renunciar al presidente de la República, Alcalá Zamora, para situar a uno de los mayores criminales sin escrúpulos del espectro político español, Manuel Azaña, que condujo a los españoles a la única salida de la que él podría salir beneficiado económica y políticamente. De este modo, el Frente Popular se convertiría en víctima en vez de asesino y nefasto para España. 

Afortunadamente, los principales países democráticos europeos y americanos, no se dejaron engañar por esa panda de charlatanes políticamente correctos ni por sus evidentes mentiras, y antes de finalizar la guerra ya habían reconocido el Gobierno de Franco, desacreditando internacionalmente, de este modo, al gobierno del Frente Popular.

Señora Calvo, como el apreciado historiador Pío Moa, me dirijo a usted para rogarle que no se deje llevar por ideologías, obsoletas pero todavía muy destructivas, que ya han demostrado sobradamente sus errores en sus 100 años de existencia.

Quisiera proponerle unas opciones en las cuales usted podría invertir los millones de euros que va a destinar al derribo de la Cruz más grande del mundo, por el simple capricho de hacer un regalito a unos extremistas.

En primer lugar, creo que sería justo que construyeran un gran símbolo de reconocimiento a las más de cincuenta mil víctimas (me ciño a las cifras que dan como válidas los estados democráticos) de la “mala gestión” de su gobierno (palabras de la OMS) sobre la pandemia.

Podría usted construir un gran mausoleo con una enorme explanada, donde todos los años, en una fecha concreta (que ustedes han pretendido diluir con sus veleidades) se rindiese homenaje merecido a dichas personas.

En segundo lugar le propondría que construyese algún pantano o un trasvase, en Andalucía o Extremadura que beneficiase a los agricultores y ganaderos que están sufriendo una gran crisis. 

Otra opción podría ser crear un sistema turístico excepcional, pero no en la costa, ese ya se inventó en otra época que usted no me permite mencionar, e hizo que seamos la segunda potencia mundial, sino en el interior, para que reactivara la economía de esas regiones: Extremadura, las dos Castillas y Aragón, en vez de otras a las que usted rinde pleitesía por intereses políticos y económicos.

Tal vez también podrían dárselos (sí, «DÁRSELOS» a fondo perdido, igual que se los da usted a miles de inmigrantes ilegales) a más de un millón de autónomos que son los que crean empresas y crean puestos de trabajo.

Podría también crear parques industriales modernizados para atraer empresas en vez de hacer que se vayan del país.

En fin, no soy yo quien debe hacer propuestas, sino usted. Que para eso le pagamos. 

Como puede ver, basta con sentarse y pensar un poquito sobre qué hacer con el dinero de los contribuyentes, pero usted parece obsesionada en rendir culto a esa sangrienta ideología que tanto le pone. 

Podría devolvérselo a los españoles en beneficios o puede dárselo sumisamente a su dios-ideología. 

Usted elige, nosotros no podemos.

Doña Carmen: no destruya; construya. Verá cómo no vive tan amargada y será más feliz.

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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