No mires para atrás
Y llegó enero de 2020 y, con él, el virus, saltaron las alarmas. Se sabía que existía una epidemia mundial y por ello se canceló en Barcelona, el 10 de febrero el “Mobile” , pero no pasaba nada.
Llegó el 14 de marzo y se ordenó el estado de alarma pues, según se nos dijo, no había otro remedio para salvar la salud y así, con el apoyo del íntegro de la oposición de la derecha, nos tuvieron 45 días, tras los que siguieron otros tantos, ya con fracturas en los apoyos. Pero, para ellos, como no se hacía de forma indefinida y en silencio, éramos unos canallas, miserables que no apoyaban. Algunos, los más empesebrados, se permitían amenazar o incluso ofrecer agresiones y violencias que después ellos achacan a la derecha… muy de ellos.
Tras destruir la hostelería, y la economía en general, sin explicar el motivo por el que el virus no me ataca si almuerzo en un restaurante con medidas sanitarias, y sí me infecto si la pitanga la realizo a la cena a las 10 de la noche, en el mismo restaurante, con las mismas medidas sanitarias. Es un virus muy especialito. Se comenzó a decir que llegado el verano, muerto el turismo -ansia de los nacionalistas catalanes que no quieren turistas- el presidente nos dijo “hemos vencido al virus” y salió corriendo a tumbarse en la playa.
En todo este tiempo, desde marzo hasta la fecha de hoy, en los puertos y aeropuertos no se ha adoptado medida sanitaria ninguna, no se hacen test, no se toma la temperatura, ni se adoptan medidas. Bueno, tampoco se le hacen a los inmigrantes ilegales que llegan a España por nuestra retaguardia.
Con un gobierno que, salvo encerrarnos en casa, no ha adoptado medidas preventivas ni sociales, ni sanitarias, ni jurídicas, nos ha engañado diciendo que no eran necesarias las mascarillas, cuando algunos de nosotros ante la falta de mascarilla adoptamos medidas caseras, posiblemente no perfectas, pero responsables de hacernos mascarillas con sujetadores, con telas especiales, con filtros de aspiradora; pero, ellos, que sí las tenían, nos decían que no eran precisas o incluso que eran perjudiciales.
Llegó la desescalada y, sin un plan general, las pusieron en manos de las autonomías que, durante ese tiempo, se habían quedado mirando al cielo a la espera de lo que dijera el gobierno, no había plan sanitario, no lo había social y no lo había jurídico.
Alcanzamos la segunda ola y se ordenó un Estado de Alarma absolutamente ilegal e inconstitucional, por más que, como nadie lo ha recurrido, acabaremos admitiendo que el elefante es un animal de compañía, pero por mucho que lo diga la rata, lo enaltezca la rata… no, no lo es.
Se alcanza ese modelo por dos razones. La primera, no se han tomado decisiones preventivas de orden legal que lo evite y la segunda, es el modo de mantener el poder sin control o con el control que organice y desarrolle el poder, es decir la propaganda.
Cada vez que algún gobierno autonómico ha decido algo diferente de las líneas marcadas por el ejecutivo se ha impedido su desarrollo, se han realizado todo tipo de actuaciones en su contra o incluso se ha producido la mofa para, cuando esas medidas, contra las que se luchaba, demuestran que funcionan, intentar apuntarse el tanto…. Nuevamente propaganda, bulo, mentira y farsa, contra la que no luchan los adalides de la pureza profesional periodística, lo que hace sospechar de su pureza, de su profesionalidad y de sus capacidades.
En este magma de estupideces, de ruindades, de manipulaciones falaces, nos llega Filomena y, otra vez, pese a encontrarse avisados, pese a que cuando existieron otras nevadas ellos apuñalaron al gobierno cuando estaban en la oposición, se eleva el precio de la luz un 22% y les pilla con los pantalones bajados, sin previsiones y volvemos al caos social.
En esta ocasión, la imprevisión fue de todos los gobiernos, unos más que otros, pues hasta Almeida nos habla de “sunami” de nieve, por su falta de previsión, pero es que hay miles de ciudades y pueblos que no han sufrido una nevada superior a la vivida en otras ocasiones y la inacción, la falta de previsión, ha provocado el caos.
Mentira, falta de preparación, propaganda miserable, ruin falta de responsabilidad, son los síntomas de un gobierno corrupto e incapaz, pero estos adjetivos lo son de cualquier gobierno que los cumpla, me da igual el Nacional, autonómico o local, pues muy poquitos se salvan.
Lo grave es que el virus de la manipulación, la mentira, que se adueña de la censura, la opresión y la falta de libertad que tenemos en España con Sánchez-Iglesias, parece haberse adueñado del mundo, pues ahí está Boris en Reino Unido, Bolsonaro en Brasil, Maduro en Venezuela, o Trump en Estados Unidos… Como decía Obelix de los romanos “estos se han vuelto locos”.