Nadie es profeta en su tierra, pero siempre le quedará venir a España
Nunca podré entender esa pasión que tiene la izquierda por acoger a emigrantes musulmanes ilegales y darles toda clase de facilidades, subvenciones, pagas, viviendas y demás privilegios.
Lo primero de todo es que estos supuestos emigrantes, nunca se adaptan al país que los acoge; siguen con su absurda religión, con sus costumbres y encima con un descaro inusitado quieren imponerlas a toda costa. Exiigen que los médicos para sus mujeres sean mujeres, que sus hijos estudien en árabe, que sus hijas puedan asistir con velo a las escuelas, que se respete el Ramadán… exigen, exigen y exigen.
Creo sinceramente que el noventa por ciento de esta emigración que viene única y exclusivamente a por el bienestar económico que se les asigna, y muy pocos a trabajar, no aportan nada positivo a la sociedad española; al contrario, delinquen, violan y se aprovechan de una estupidez apoyada por la izquierda radical, que nunca entenderé cual es el beneficio que obtiene de todos estos musulmanes.
Los secesionistas catalanes llevan en sus filas a una musulmana con chad incluido, que defiende la igualdad y la libertad de la mujer, una señora a la que su religión o su marido ni siquiera le permiten salir a la calle sin taparse la cabeza. Esta mujer se permite el lujo y viene a dar lecciones de libertad e igualdad, eso sí en un perfecto catalán que es lo importante, el mundo al revés.
El último episodio de este despropósito lo protagoniza una tal Nadia Otmani, una mujer a la que su cuñado -también extranjero-, por defender a su hermana a la que este fulano estaba maltratando le propina tres tiros y la deja en silla de ruedas.
Esta buena señora ya tiene en España su asociación se llama Al-Amal, un chiringuito subvencionado del que vive y del que cobra.
Todos los periódicos se han hecho eco de la intervención de esta mujer atacando a Ortega Smith en el ayuntamiento de Madrid, cuando estaba defendiendo una ley que sea igual para hombres y para mujeres, y con la que estoy totalmente de acuerdo. Esta señora subvencionada, repito, y que ya ha tenido su minuto de gloria, debería plantearse lo siguiente: regresar a su país de origen – Marruecos-, y allí defender su causa; en España -gracias a Dios-, las mujeres no estamos discriminadas, ni somos humilladas, ni se nos obliga a casarnos con quien no queremos, ni se nos viola de forma sistemática, ni se nos relega a un segundo o tercer plano, ni se nos maltrata como manda su religión.
Hay que ser profeta en tu tierra, donde realmente hace mucha falta. Cuando la causa que defiendes está subvencionada, y tú vives y te aprovechas de ella en un país donde tienes todas las facilidades, no es defender una causa, eso solo es política.
Esta señora afirmó no haber recibido un euro de España, y su asociación ha recibido 240.0000 € en menos de cuatro años. Asociación de mujeres musulmanas. Vivir para ver.