Nadal un ejemplo, Sánchez no tanto
Una feroz granizada lapidaba sin piedad los campos y el pueblo, derrotando árboles frutales, viñas, cultivos, tejados, edificios, animales y lo que se llevase por delante: incluso vidas humanas. Sorprendidos, eran testigos de coches flotando camino a ninguna parte en el torrente. Y todos lo sabían: desgraciadamente, las recientes inundaciones no marcarían un antes y un después en la vida de aquel pueblo porque la enorme inversión requerida para que algo así no se repitiese debería seguir esperando. Gentes de campo con surcos en la piel castigados por el sol, el aire, el frío y la lluvia. Estaban acostumbrados a la vida dura y a los desastres naturales, pero jamás habían vivido algo así. Por lo visto, en el pueblo ocurrió una catástrofe parecida hace tres siglos. Por lo menos es de lo que se tienen constancia.
¿Os imagináis una España donde la Generalidad, desde Torra al último alto cargo, renunciaran durante tres meses a sus desproporcionados sueldazos?. Si los demás gobiernos autonómicos siguieran su ejemplo no solo salvarían a las víctimas de la DANA, sino al resto de esa sociedad española; también víctima de la avalancha imparable de despilfarro autonómico; cada una con su particular corte celestial. Pagaríamos la deuda, seguramente en un par de años y las pensiones no estarían en duda. Sólo VOX, dando un paso más en ese sueño, ha propuesto prescindir de las costosas autonomías.
Desgarra el corazón de cualquier persona de bien ver a esos ancianos achicando agua intentando inútilmente salvar lo poco que tienen. Jóvenes, niños, mayores; todos a una como en Fuenteovejuna. Una chatarrería de lavadoras, muebles, recuerdos, coches o televisiones flotan riada abajo. Sus dueños son quienes intentan salvar, por lo menos, las cuatro paredes que quedan en pie. Son aquellos que en los setenta salvaron al pueblo de la desertización o emigraron para después volver y salvarlo con los ahorros que traían: se instalaron en aquellos lugares más baratos porque es lo que podían permitirse. Uno se pregunta cómo es que todos acaban con una mano delante y otra detrás, durmiendo en las colchonetas de algún polideportivo: curioso lo que pasa con los polideportivos. No existe iceberg que los hunda como ocurrió con el Titanic. Siempre se salvan de la quema.
Emociona el corazón ver a un Sánchez sobrevolando en helicóptero sobre las áreas devastadas, seco, impecablemente trajeado y a salvo del barro; mientras no hace mucho fuimos testigos de cómo Nadal, en otra ocasión, con el cieno hasta la rodilla, daba el callo ayudando económicamente y con una pala y un cepillo achicando fango y agua. Un lugar cercano a su pueblo sufrió un devastación parecida.
El talante de los hombre se mide por sus acciones, no por su palabrería.