Moros (sin valor peyorativo) versus ucranianos
A la Comunidad Valenciana han llegado ya muchos autobuses con gente de Ucrania. Generalmente mujeres, niños y algún anciano. Los valencianos nos hemos volcado literalmente al ofrecer nuestras viviendas, nuestras pertenencias y nuestro esfuerzo para tratar de disminuir el dolor y, sobre todo la angustia que provoca la incertidumbre, de esas personas.
Por una paradójica casualidad, los acogemos tratando que olviden el terrorífico estruendo de las bombas rusas, en plenas fiestas falleras, llenas de cohetes, petardos y los insoportables “masclets” -cada dos metros me estalla unos en los pies-, y acabamos la fiesta aplaudiendo una enorme hoguera en la que se destruye todo lo que habíamos creado durante un año. Es posible que no lleguen a comprenderlo totalmente.
Digo que nos hemos ofrecido. Hemos ofrecido nuestras casas, para albergarles lo más cómodamente posible. Es decir, los valencianos, los particulares, sin organización estatal, gracias a pequeñas asociaciones católicas, estamos acogiendo a esas personas. Los políticos no cesan de alabar la solidaridad de los valencianos, pero en realidad, no dicen del “pueblo valenciano” sino de la “Comunidad Valenciana”. Ambas cosas son distintas: los valencianos, somos la gente; la Comunidad Valenciana, son los políticos. Por lo tanto, ya está aquí el típico engaño por ambigüedad.
Lo cierto es que los políticos no pagan ni subvencionan a estas personas solidarias, no van a cubrir ni los más elementales gastos de luz, agua o alimentos; todo va a cargo de las familias. No se oye ni de lejos a ningún sindicato: ni UGT ni CC.OO. no será porque no tienen dinero y viviendas vacías. No se oye a ningún político de izquierdas, gente de indiscutible solidaridad según lo que dicen, tratando de dar ejemplo con su propia casa. No hay asociaciones solidarias vinculadas al PSOE que ofrezcan su tan cacareada “Solidaridad”, con la que llenan sus discursos.
Digo esto porque recuerdo que a unos setenta subsaharianos, hace unos meses, los hospedaron en hoteles, les pagaron la manutención, les dieron dinero en metálico, les regalaron un móvil y les pagaron un billete de avión valorado en 200€ para que se trasladasen, y se “perdiesen”, por Madrid.
Mi pregunta es esta: ¿Por qué cuando llega gente en pateras, el Gobierno Socialista no les busca familias de acogida?
El acogimiento de los ucranianos, les va a salir gratis y, encima, va a parecer que es cosa suya.