Mamá, quiero ser político
Tengo de aquel día, un gran recuerdo de Don Antonio Alonso, un Señor Alcalde de mi pueblo… Detrás de aquel imponente escritorio que presidía el mobiliario de su despacho, estaba aposentado cómoda aunque solemnemente en un también pomposo sillón giratorio y reclinable, de cuero rojo brillante… Nosotros cinco, sentados en semicírculo frente a él expectantes y atentos; todos con veintiún años poco más o menos: Paco, María José, Sara, Fernando, y yo… Nos había citado él personalmente.
“…Que como éramos espabilaos y de los mejores estudiantes de nuestra quinta, necesariamente, teníamos que ser el futuro del pueblo… Que si ahora, esa era nuestra responsabilidad y se lo debíamos a la honorable historia del apellido de nuestras familias… Que si dentro de poco, impepinablemente nos tocaría a nosotros manejar el futuro… Vamos, que nos planteáramos el entrar en política porque más pronto que tarde, haría falta savia nueva y de calidad para dirigir nuestro pueblo…”
Como nací dibujante, siempre he sido en el fondo y sobre todo, solo un mirón… Un mero observador tímido e introvertido, hipersensible hasta casi lo llorica; un voyeur furtivo y empedernido… Y no sé en el fondo tampoco porqué, pero siempre intenté disimular todas esas creía yo entonces mariconadas sensibleras, haciéndome el duro y el rebelde tras una apariencia de porrero con buenas notas, de inquieto e insensato juerguista; que gustaba, de saltarse toda norma que creyera inútil, y de vivir al límite que permitieran tanto su bolsillo como sus jovenzuelas entendederas…
¿Cómo voy a ser político, pensé, si no conozco a nadie a fondo con más defectos que yo mismo…? ¿Quién, conociendo mi pereza y lo perdulario de mi carácter, me iba a votar…? Siempre me podrían decir aquello del “y tú más…” Siempre, he sido un idealista y seguramente algo tontolaba. Pero a diferencia de ahora, al menos entonces tenía la excusa de que era rabiosamente joven…
No sé a vosotros; pero cuando al mirar mi pasado y escarbar, en las entrañas de alguno de aquellos graves y secretos errores de juventud que cometí -ahora vergüenzas inconfesables por tanto tiempo inconfesadas- se me quitan las ganas de tirarle la primera piedra a nadie… Y encima, el tonto de mí, siempre ha creído que a todo el mundo le ocurre lo mismo, que absolutamente todos tenemos algún gran pecado, fallo, o error secreto en nuestro debe…
¿O no…?
Yo, no me votaría nunca a mí mismo porque siempre, he creído que había que votar a los mejores… Aunque si en aquella época hubiera sabido lo golfos y rastreros, lo lerdos, incultos y desleales que serían nuestros políticos actuales, quizá le hubiera dicho que sí a Don Antonio… Quizá no me hubiera sentido inferior; con menos virtudes que algunos…
Pero no quiero elucubrar más porque la verdadera intención de este escrito es, cómo no, criticar a estos políticos vacíos y desmayaos de hoy… Y como conclusión, quiero resaltar que la pérdida de nivel tan dramática que sufre la calidad democrática de nuestro país, y la deriva sin rumbo que llevamos, son, sin duda debidas, a que en éste nuestro país de ciegos, cualquier tuerto cree que puede ser el Rey…
Y como nos descuidemos, lo consigue. ¡Ay de nosotros…!
Democracia y ley es lo que necesitamos. Cultura de verdad y verdadera Historia. Auténtico Arte y Ciencia de altura. Humanidades, Periodismo… Y Verdades, y Compromisos, y Lealtades, y Amores…
Y que os metáis la ideología, toda, por el culo… He dicho.