Los pactos con los diablos y el infierno migratorio
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador traiciona a México en su afán por quedar bien con Soros y con Trump. Con un diablo y con el otro. Cuando a dos diablos se sirve, con los dos se queda mal. Exhibamos las pruebas:
- Este martes 11 de junio, López Obrador presentó la comisión especial para cumplir con los compromisos asumidos ante el gobierno de Estados Unidos.
- En ese contexto, el presidente confió en que podrá acreditar —en tres meses— la reducción del problema migratorio.
De facto, pues, López Obrador —a través de su «vicepresidente» Ebrard— aceptó indebidamente una responsabilidad unilateral sobre el problema migratorio.
México no ha provocado el éxodo desde El Salvador, Honduras y Guatemala. La responsabilidad recae directamente sobre los gobiernos corruptos de estas tres naciones y sobre el especulador George Soros, enemigo de Trump —a quien quiere sacar de la Casa Blanca por su cercanía con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu—.
Lo que sí han hecho López Obrador, su «vicepresidente» Ebrard y su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, es dar todas las facilidades a Soros para que mueva a las caravanas de migrantes centroamericanos como le da la gana en territorio mexicano.
El enojo de Trump y sus operadores —el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado, Mike Pompeo— contra López Obrador, Ebrard y Sánchez Cordero es comprensible, mas no justificable.
Comprensible, porque AMLO y compañía operan desde México contra la reelección de Trump. Injustificable, porque el pueblo de México es ajeno a las componendas del régimen lopezobradorista con Soros y con el propio Trump.
El entreguismo del actual gobierno mexicano —que ya no es neoliberal, sino socialista, aunque para el caso da lo mismo— fue reconfirmado por el propio presidente López Obrador, quien en su conferencia de prensa matutina de este martes 11 de junio, dijo lo siguiente:
«Es un desafío interesante que en tres meses podamos acreditar que es posible atemperar el fenómeno migratorio atendiendo las causas que originan la migración, es decir, que con producción, con trabajo, con bienestar, podamos mantener a los migrantes en sus casas, con sus familias, en donde nacieron, en donde están sus costumbres».
Así, sin la menor vergüenza, López Obrador acepta que el gobierno de Trump lo acredite, lo evalúe —cosa que la Casa Blanca y el Departamento de Estado harán diario, según han dicho—.
El «vicepresidente» Ebrard dijo que el acuerdo firmado en Washington la semana pasada busca ganar tiempo, pero reconoció que después de 45 días, Estados Unidos decidirá si designa a México como «tercer país seguro» (forzado a recibir a los migrantes ilegales que devuelva la Patrulla Fronteriza norteamericana y a sostener a los que esperan la respuesta a su solicitud de residencia legal en suelo estadounidense).
El «vicepresidente» Ebrard insistió en que dicho acuerdo «vale oro porque, si no, hoy estaríamos discutiendo el impacto de la tarifa en la economía mexicana. Se me ha dicho si no hubiesen sido mejores otras cosas: yo creo que sí, seguramente, puede haber muchas otras cosas que podamos hacer. [Pero] la pregunta de si son factibles o no».¹
Es cierto: la imposición unilateral de un primer arancel de 5% hubiera dañado a la economía mexicana en su conjunto, pero el impacto político para López Obrador, para su gobierno y para su partido Morena, hubiera sido incuantificable.
En Estados Unidos, el presidente Trump también hubiera enfrentado una crisis política y económica, porque México es el principal socio comercial de Estados Unidos.
López Obrador y su «vicepresidente» Ebrard tuvieron que agachar la cabeza e hincarse ante Trump y compañía para mantenerse con cierta holgura en el poder, al menos durante 45 días….
Una proyección a corto plazo
El gobierno de México tratará de negociar en lo oscurito con Soros para que deje de enviar migrantes. No es seguro que lo consiga, pues al especulador le interesa más tumbar a Trump que contemporizar con el presidente López Obrador y «vicepresidente» Ebrard, a quienes ve como sus empleados.
Si Soros acepta, el nuevo gobierno mexicano tendrá un respiro. Si no… podrá ir poniendo sus barbas a remojar, porque los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras son aliados de Netanyahu y de Trump, los enemigos de Soros. Digámoslo de otra manera: nada harán para aliviar la presión sobre México, puesto que necesitan quedar bien con el primer ministro israelí y con el magnate-presidente.
Además, los cientos de miles de migrantes que ya están en México y los que se disponen a cruzar nuestra frontera sur con el objetivo de llegar a Estados Unidos serán atendidos por el gobierno de López Obrador. Guatemala, Honduras y El Salvador no erogarán ni cinco centavos de dólar.
El problema es que la economía mexicana muestra una franca desaceleración y el número de mexicanos pobres, calculado por el propio López Obrador, es de 70 millones.
Si el dinero no alcanza al gobierno para atender a los mexicanos en situación de pobreza y pobreza extrema, ¿de dónde sacará para que los migrantes centroamericanos, africanos y asiáticos tengan cubiertas sus necesidades básicas?
Pudiera ser que del Fondo Monetario Internacional (que está bajo la égida de la banca Rothschild, aliada de Soros) con todo lo que esto implica. Recuerde usted que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, visitó a López Obrador el 29 de mayo pasado.
Otra pregunta: ¿a cambio de qué entraría el FMI al rescate de los migrantes de Soros? Y una más, la última: ¿para cuánto tiempo le alcanzaría el préstamo a López Obrador?
Si de veras fuera nacionalista no hubiera tenido que prosternarse indignamente ante los dos diablos. Hasta el momento ni siquiera ha ejercido el derecho a la protesta.
Referencia electrónica
- Ignacio Fariza. “México defiende que todo tiempo que se gane con Trump “vale oro”. El País. Consultado en https://elpais.com/internacional/2019/06/11/mexico/1560275011_526522.html