Los falsos demócratas

Vivir en un pueblo pequeño tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y es que, para bien o para mal, aquí nos conocemos todos, o casi todos.

Desde que yo recuerde mi inclinación política ha estado más escorada hacia partidos de centro derecha, que a partidos de izquierdas, exceptuando un leve coqueteo con el PSP de Tierno Galván, que apenas duró un suspiro, no me equivocaba en absoluto, al señor Galván hubo quien llegó a tildarlo como la víbora con gafas.

Las vivencias de juventud, y las amistades con las que uno se relaciona, van haciendo que se moldeen las ideas de cada individuo, en cuanto a política se refiere, a no ser claro, que hayas nacido en una familia que viva anclada en el odio y en el rencor, de una guerra civil que nunca debió existir.

Tuve la suerte de que mis padres nunca interfirieran en mi vida en cuanto a cuestiones políticas se refiere, de hecho nunca supe ni siquiera a quién otorgaban su voto. Mi madre, que vivió la guerra muy de cerca, nunca quiso educarnos ni en el odio, ni en el rencor, siempre decía que hubo maldad en los dos bandos, y que era un episodio que había que enterrar y que olvidar.

La primera vez que vi a los falsos demócratas, fue cuando me contrataron junto a una amiga para repartir las papeletas de AP para las elecciones municipales, en un barrio, una antigua pedanía de mi pueblo, donde salimos a pedradas perseguidas por unos energúmenos que días antes nos bailaban el agua, ya que tanto mi amiga como yo pertenecíamos a familias muy respetadas.

Mi padre me explicó que durante la guerra civil, los nacionales, o vete tú a saber quien, fusilaron a varios familiares de personas que vivían en esa pedanía, y al estar emparentados la mayoría, en su fuero interno eran casi todos comunistas. Intenté comprender lo que me explicaba mi padre, pero no entendía qué tenía eso que ver con el pedir el voto para un candidato a la alcaldía del pueblo, que poco o nada tenía que ver con aquellos fusilamientos.

Después de aquel episodio aislado, la vida en el pueblo seguía de forma pacífica. Hubo alcaldes de UCD, de AP, de PSOE , de PP, y las dos últimas legislaturas de Compromís, el sucedáneo de Podemos en la comunidad valenciana. Les he votado a casi todos, porque en las elecciones locales suelo votar a la persona que se presenta, nunca al partido.

PSOE y PP han dejado, por su mala praxis, el pueblo endeudado hasta las cejas, y es que es lo que tiene gastar a manos llenas y pagar a integrantes de listas, haciéndoles funcionarios, con unos sueldos desorbitados para un pueblo tan pequeño y que luego pagamos todos.

Con todo y con eso durante todos estos años de verdadera democracia, hemos vivido en perfecta armonía, y nos hemos respetado sabiendo cada cual de qué pie cojeaba políticamente, hasta que apareció Podemos, sus secuaces y este maldito gobierno, que solo se ha dedicado a reabrir heridas ya cicatrizadas y a sembrar cizaña.

Soy una persona respetuosa con las ideas de cada cual aunque no las comparta en absoluto. Hasta hace poco, muchos de «mis amigos» socialistas declarados, hacían lo mismo conmigo, pero eso ahora ha cambiado y mucho.

Las cosas, desde la aparición de Podemos y de su unión con el PSOE de Sánchez, son muy distintas, estamos como antes de la guerra civil. Soy una persona muy crítica con este gobierno y muy activa en redes sociales, eso me ha llevado a conocer a los falsos demócratas, antes supuestos amigos; esos mismos me han demostrado que, o estás con los míos y conmigo, o estás contra mí, y automáticamente dejan de saludarme.

Pues sí, estoy en contra de todo lo que sea perjudicial para mi querida España, y si por el camino tengo que dejar a estúpidos abducidos por partidos corruptos y desleales a mí país, que dejan de hablarme por dar mi opinión, pues ahí se quedan, hay que predicar con el ejemplo.

Votar una democracia y ser demócrata durante años y dejar de serlo desde que gobierna el social comunismo, es de imbéciles.

Pasar de ser demócrata a ser un dictador absolutista, aparte de darme mucha pena, no me vale.

 

Mª José Gómez Busó

Jubilada, apasionada del patchwork, rematadamente sincera, y enamorada de España, de su himno y de su bandera.

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