Los españoles necesitamos un gobernante
Necesitamos un gobernante que proponga cosas productivas para los habitantes del país.
Lo necesitamos con urgencia. Nada de soluciones a medias para contentar a todos. Lo que está bien, no es negociable, porque deja de estarlo. Lo que está mal, debe corregirse completamente, no dejarlo medio bien para que todos estén contentos.
No necesitamos gobernantes que buscan el enfrentamiento entre nosotros, que solo tenga por interés primordial su ego, su ideología y su partido.
Esos gobernantes nos llevan cada cierto tiempo a la crisis social, económica y a la ruina moral.
Necesitamos gente sólida. Con principios razonados y bien construidos. Personas de intachable conducta, de honradez inquebrantable. Cuya honestidad esté por encima de sus valores personales o de partido.
Necesitamos gobernantes que sientan vergüenza de mentir, de ocultar, de engañar y de robar. Que no se sientan limpios después de haber burlando a la ley.
España necesita urgentemente un gobernante y un equipo de gobierno decidido, que siga el camino del sentido común y que tenga una voz.
Una voz clara, una voz sin titubeos. Una voz honesta, conciliadora y pacífica.
La maldad abunda en este país. Está de moda. Todos quieren ser malos, aprovechados, corruptos, engañosos y estafadores. Ser bondadoso, compasivo, humilde, conciliador, caritativo, está demodé. Hacer uso de esas cualidades (que las tenemos todos) nos hace ser víctimas de amargas burlas e insultos. Ser bueno es ser tonto. Ser humilde es “estar por debajo”, ser compasivo es perder una oportunidad de someter y pisar.
Se dice que en el medio está la virtud. Esto puede ser cierto en muchos casos pero no lo es cuando en los extremos se encuentra la maldad y la bondad; el mejor punto de esa línea no está en el centro, está en la bondad.