Los cuatro jinetes del apocalipsis
El director del estado de alertas, el presidente, el vicepresidente y el ministro de sanidad
Comenzamos con Fernando Simón, un personaje que pasará a la historia, más por las bolitas de su suéter, que por dar información veraz y útil para combatir esta terrible pandemia -que nadie sabe cómo enfrentarse a ella, y mucho menos cómo pararla-, se ha equivocado desde el minuto cero.
A la zaga nuestro flamante presidente ya muy pintado de canas, Pedro Sánchez, ahora hasta algunos le llaman el sepulturero, este señor sigue en su línea de mentiroso compulsivo, solo que ahora nos deleita cada día con un discurso larguísimo, aburrido, tedioso, vacío, y echándose flores a si mismo, a su buena gestión, y a su maravilloso gobierno, ah y se ha vuelto especialista en dar las gracias, medio discurso se lo pasa agradeciendo, qué bueno es, hasta daría el pego si no fuera porque por sus dichos, y luego hechos, ya le conocemos.
Al dúo se suma nuestro picaflor favorito, Pablo Iglesias, este personaje salido de una sentada y metido a vicepresidente, está en pleno ataque de subidón venezolano y emula perfectamente a su gran amigo el gorila rojo. Sólo quiere proclamar la República y expropiar, expropiar, todo lo que no sea suyo para disfrutarlo al alimón, con ese amor que se rumorea que tiene y con todos sus colegas.
El cuarto jinete es este hombre que parece que no tiene sangre en las venas y que hasta ahora nadie sabía de su existencia, Salvador Illa. Este hombre se ha apropiado la famosa frase de donde dije digo, digo Diego, desde afirmar que no habría apenas contagios, hasta haber más por millón de habitantes que en ningún lugar del mundo; de decir que no haría falta mascarillas, hasta recomendar que todos debemos utilizarlas siempre, y tantas y tantas cosas más.
El COVID – 19, es una pandemia que se origina en China y que se propaga como la pólvora
El gobierno lo sabía desde enero, pero era más importante acompañar a la que se ha quedado sola y borracha en su estúpida e innecesaria manifestación del 8 de marzo que hacer caso a la OMS, organismo por cierto que no me merece ningún respeto desde que felicitó a España por su buena gestión en la pandemia.
Nada se ha hecho bien. Por incompetencia política, España fabrica respiradores, mascarillas, batas, delantales, test de contagio, y todo lo necesario para abastecer a los sanitarios, pero el gobierno hace caso omiso, tiene especial interés en comprar en empresas chinas, que hacen las operaciones a través de una empresa española fantasma de la que nunca se ha dado el nombre -debe ser porque algo esconde-, y finalmente el gobierno acaba siendo timado con productos totalmente ineficaces.
Tenemos un gran ejército que es capaz de montar un hospital de campaña en menos que canta un gallo, pero Cataluña y su prima del sur, la comunidad Valenciana, ponen toda clase de impedimentos para que estos hospitales tan necesarios no funcionen.
A favor de este gobierno tan fatídico sólo diré que nadie está preparado para una catástrofe como la que estamos viviendo, pero cuando hay tantas vidas humanas de por medio, se aparcan los ideales y se busca ayuda en los partidos de la oposición, se crea un gobierno de crisis y se aúnan fuerzas.
En vez de eso este gobierno inyecta quince millones de euros a las tv privadas que obtienen pingües beneficios para que adoren al becerro de oro del PSOE.
Mientras tanto hay más de 18.000 familias que ya nunca serán las mismas y otras tantas que no son reconocidas pero que cuando esto acabe saldrán a la luz y espero que les hagan pagar a todos estos ineptos, una a una todas las muertes, y que lleven en su conciencia, si es que la tienen, las que se hubieran podido evitar con un gobierno que actúa como Dios manda y no un gobierno que se limita a hacer decretos para asegurarse el puesto, pasando por alto el terrible drama que aún está por ver como acabará.
Ahora el gobierno exige el apoyo de la oposición, después de haberles tildado de todo lo peor, y es que el señor presidente en vista de su estrepitoso fracaso en la gestión del COVID-19, necesita a la oposición más que nunca para repartir culpas, cuando ni siquiera es capaz de ponerse una corbata negra, y hacer que todas las banderas ondeen a media asta con un crespón negro, en memoria de tantos muertos.