Lo diga Agamenón o su porquero

Se está trasmitiendo a los jóvenes que durante los primeros días de embarazo no existe un ser humano y el aborto no sólo no es malo, sino que es un derecho de la mujer. No es nuevo este planteamiento pues es el mismo que hace años se utilizó para comenzar la lucha por el “derecho a decidir” frente al “derecho a la vida”.

 Llevo muchos años en la defensa de la vida, y aún no he encontrado un científico que no sostenga que ab initio es un ser humano, pero tampoco he encontrado a un defensor del aborto que me presente un perro, un gato o cualquier otra especie, tras la gestación de una mujer, pero sí he visto quemar y desmembrar un ser humano para sacarlo del seno materno. 

Sólo la duda de si el cigoto es humano o no, debiera ser suficiente para defender esa hipótesis de vida y lo defienda quien lo defienda, no todo vale.

De una simple deducción lógica, lo que finaliza humano debió de surgir humano y lo que es un asesinato de un ser humano con 15 años debiera de ser un asesinato a los 15 días.

Así mismo, debemos de considerar que lo único que estamos transmitiendo a nuestros sucesores son derechos y exigencias, pero se nos olvida que todo derecho lleva anexo irremediablemente una obligación, pues de otro modo no es derecho; por tanto, si tienes derecho a coger una moto, deberás asumir la obligación de un resultado no querido y la responsabilidad que ello supone, de manera que habrás de asumir el pago de los daños que ocasiones. Esto que nadie discute, que se comprende como lógico, al llegar al sexo y practicarlo irresponsablemente se vuelve contra el perjudicado (el bebé) que debe de pagar las consecuencias de dichas situaciones generadas por otros que, además, se amparan en un hipotético derecho para liquidarlo.

Para romper la oposición a la eliminación del bebé se indican que el mismo sea objeto del delito, imponiendo la pena de muerte al tercero y, sin ni siquiera buscar al delincuente o comprobar el delito, eliminarlo.

Personalmente, he sufrido el acoso médico para eliminar a mi hija pequeña que podía cursar autismo, como su hermano mayor, y correr riesgo la vida de su madre; pues bien, si su hermano tiene derecho a votar, no es incapaz, tiene derecho a la vida, ¿por qué ella no lo tenía? ¿quién soy yo y por qué para deshacerme de mi hija?

Ante el riesgo de la madre, los médicos tienen hoy instrumentos más que suficientes para sortear el riesgo y, en cualquier caso, sin eliminar a uno u otra, defender con más ardor al que tenga más posibilidades de vivir, sin eliminar al otro de forma activa.

Por ninguno de estos supuestos se ha encarcelado nunca a nadie, aquellos que lo fueron tenían otras causas como el enriquecimiento con la muerte de seres humanos en pos de un cacareado “derecho al aborto” o “derecho a decidir de la mujer” que por ser mujer consideran tonta y sin posibilidad de asumir los errores, como el resto, para luego decir que defienden como feministas. 

El feminismo es la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, dentro de la diferencia que evidentemente tenemos, es decir, igualar en lo que de iguales tenemos y acomodar las circunstancias a nuestras diferencias para poder ser iguales, tratar diferente a lo diferente para igualar.

Pues bien, la única que puede gestar es la mujer y debe de ser defendida en dichas situaciones para que no existan discriminaciones por el hecho biológico en ningún aspecto de la vida, de modo que las ayudas a la gestación son un instrumento de igualdad y feminista. La madre, soltera o no, en los primeros días para mantener la igualdad con el varón debe de recibir unos apoyos y ayudas que la igualen en la diferencia.

Que el feminismo opte por el asesinato, es una interpretación del derecho que no tiene una obligación que lo equilibre y un modo de actuar “preventivo” que no se admite, no se defiende, ni se podría defender en otros ámbitos.

No olvidemos que el número de mujeres que nacen es superior al de varones, de forma que el aborto elimina muchas más mujeres que hombres y ello es defendido por las feministas… ¡manda güevos!

Necesitamos políticas que inviertan, al menos, la misma cantidad de fondos públicos en ayudar, apoyar, defender a las madres gestantes y el derecho a nacer de sus hijos que se invierte en asesinar a esos pequeños y lucrarse con sus restos en la industria farmacéutica y estética.

¿Por qué gastar más en eliminación que en creación, en muerte que en vida? 

 

Enrique de Santiago Herrero

Abogado. Máster en Ciencia Política. Diploma de estudios avanzados en Derecho Civil Patrimonial. Derecho penal de la empresa. Colaborador y articulista en diversos medios de comunicación escrita, radio y televisión.

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