Legal, sí. Inmoral y vomitivo, también
La izquierda en España no ha comprendido lo que es la democracia y pretende dar lecciones de ella y mantener una actitud de superioridad moral absolutamente lícita, pero descaradamente incoherente con su modo de actuar.
Estamos haciendo de esta legislatura la de la remoción o reescritura del pasado, con exhumaciones del Jefe del Estado anterior, muerto y superado hace cuarenta años, destrozando los logros de una transición modélica, y así reconocido mundialmente, creada sobre la base de la reconciliación y del perdón mutuo para generar crispación, división y ruptura social, que estaba olvidada hacía muchos años, para además tachar de fascistas y/o franquistas a quienes defienden principios de la derecha democrática o de la cultura judeo cristiana que produce urticaria a una izquierda radical, destructora del cristianismo y reproductora del comunismo totalitario y ateo de siglos pasados que persigue o destruye al que no se aquieta a su modo de pensar.
Hemos vivido desde un personaje, con la imagen de los chulos que pululan por los locales de su suegro, que se vende como comprensivo manteniendo un modelo de negociación, empatía y tolerancia basado en el “no es no”, o dicho de otro modo “o haces lo que quiero o me mantengo en el no” frente a un partido democrático y le ha faltado tiempo para encamarse con gente manchada de sangre.
Un poco más lejos, no mucho, nos encontramos con los “cordones sanitarios” al PP que luego se han extendido a su excisión, Vox, ambos partidos democráticos de derechas, pero tildados de fascistas y presentados con los “doberman” propios de las SS hitlerianas. Una forma de actuar con el adversario propia de quien es dialogante y muestra y tiende modelos de diálogo con el adverso al que no ve como otra cosa que no sea el enemigo.
El PSOE ha gobernado gracias a los votos de los sucesores, defensores y miembros de la E.T.A. que se afirma venció la democracia, pero que realmente siguen adelante con su proyecto, sin pedir perdón, engreídos de su pasado y enalteciendo a los asesinos para revictimizar a las victimas con todo tipo de actuaciones de enaltecimiento del terrorismo, sin que esa democracia, que les tendió la mano, haga nada, sin que se les exija la contricción por lo hecho, sin solicitar que repongan el daño causado y cediendo a los pasos de independencia que van llevando a efecto.
Bildu es un partido legal, por tener una democracia integradora, con una voluntad de construir desde la diferencia, pero demasiado laxa a la hora de exigir modelos democráticos a los partidos que se mueven por sus entrañas, siempre que estos sean de izquierdas.
Que sin un cambio de la ley de partidos, sin una exigencia de democracia y de defensa de los valores democráticos, los proetarras, los asesinos de demócratas, los matarifes de quienes querían construir una libertad que ellos añoran destruir para crear el estado vasco, comunista y radical en la dictadura del proletariado, ellos usan ese modelo que buscan destruir para implosionarlo desde dentro, pueden estar tranquilos, pues están amparados por la legalidad.
Eso no evita la inmoralidad de los mismos, el efecto vomitivo que resulta no sólo moverse en las instituciones libremente, sino también y de forma más potente el que mi, nuestro, Presidente del Gobierno duerma tranquilo con los apoyos de estas alimañas y, en su gobierno, con quienes apoyan, dan cobertura y sienten la amistad y calor de estos delincuentes metidos a políticos. Lo único que demuestra es que el Sr. Sánchez, con tal de gobernar, de gozar con el poder, ni le importan sus ciudadanos, ni le angustian las víctimas, ni le produce compasión otra cosa que no sea él mismo.
De igual modo que me producen dolor de espíritu los delincuentes, ganas de vomitar, repugnancia extrema, me preocupa que mi presidente los tenga como socios, pues yo a los delincuentes los tengo como clientes, mientras paguen, pero jamás como socios, partner o amigos, consciente de que lo son.
Ahora bien, provoca sofoco, preocupación y angustia, comprobar que “los perritos sin alma” apoyamos a quienes tienen las manos manchadas de sangre, a los que desean destruir la libertad, a los que apoyan, se sustentan o comprenden como legales a estos inmorales. Cada vez que se produce ese voto de comprensión o apoyo estamos demostrando la catadura moral de un pueblo que ataca al adversario por no pensar como él, que etiqueta por no ver lo que uno ve y que le da igual que sean unos “hijos de puta”, por ser “mis hijos de puta”, como he escuchado muchas veces en los ambientes de la izquierda y aberchale.
Qué pena de pueblo, qué pena de España, qué pena de política y de democracia que se ha convertido no en el control del poder, sino en la generación de modelos de control al ciudadano que no piensa como el poder desea y/o blanquea al asesino si es de su interés.