Las damas díscolas del PP. ¿Valentía o disidencia controlada?
Vivimos unos tiempos en lo que nada es lo que parece, donde los medios de comunicación se han convertido en una continua propaganda del Gobierno, desde los anuncios a los programas de entretenimiento.
El juego de la desinformación también se basa en la disidencia controlada. Cuando las audiencias empiezan a bajar por el descarado sectarismo de una cadena, aparecen periodistas simulando que en TV hay libertad para criticar al Gobierno. Algunos de los que se salvaron de la criba por la imposición del pensamiento único, lo han hecho renunciando a su libertad de expresión, dejándose utilizar para disentir hasta el límite que su pagador les marca.
¿Por qué no pensar que esta táctica se puede emplear también en política? La vemos a menudo. Recordemos los enfrentamientos entre el PSOE y Unidas Podemos antes de las elecciones, toda una performance para pactar a la mañana siguiente del resultado de las elecciones formando Gobierno. Pedro Sánchez afirmó varias veces en el debate previo a los comicios, donde cada candidato mostraba parte de su programa a los ciudadanos, que no pactaría con Unidas Podemos, nacionalistas, separatistas y bilduetarras. Al hacerlo tras ganar las elecciones engañando a sus votantes, se convirtió en un Gobierno legal pero ilegítimo, como así lo define a menudo Santiago Abascal.
Hablemos ahora del PP. ¿Casado representa a la oposición o se ha convertido en el Ministro de la Oposición del PSOE? Cada día que hay Sesión del Congreso discute con Pedro Sánchez a lo Pimpinela, para terminar votando juntos las mismas políticas y pactar en la mayoría de las Comunidades Autónomas. También votan juntos en Europa para bloquear los fondos europeos a los países que defienden su soberanía protegiendo sus fronteras y combatiendo las políticas globalistas. Los pseudoperiodistas mejor pagados por el Régimen ya no se dirigen a la formación del charrán como «derecha», sino como «centro-derecha». Casado sigue un poco molesto porque afirmó que quienes lo conocen saben que no es derecha sino «moderado». Pero si lo llaman así se iba a notar demasiado que existe un conchabeo tras el reparto de cargos de RTV ESPANTOSA, como muy bien lo llamó Roja María Mateo.
Vamos con las políticas «díscolas»
Me llamaron la atención las dos últimas entrevistas de Cayetana. En la de Federico Jiménez Losantos dijo que, con las disputas internas del PP, el electorado de VOX se iba a «cronificar». En la otra, en la de Carlos Herrera, declaró que se tenía que valorar a Isabel Díaz Ayuso por haber frenado a VOX. Describía un PP ficticio, creado desde sus valores a través de los que lo que se ve que se tiene así misma en alta estima. Describe un PP a lo Cayetana que nunca ha existido, ni existe, ni existirá. Con una voz engolada, autoescuchándose, se recreaba a la vez que iba leyendo fragmentadas síntesis de su libro a modo de manual de autoayuda para recuperar a los votantes de un partido fallido. «Ampliemos el espacio del centro derecha, reunifiquemos, construyamos». Algo así como lo que Yolanda Tucán pretende hacer con la izquierda, salvando las diferencias. Cayetana teme el crecimiento de VOX pero a la vez lo ningunea, algo que no hizo nunca con Cs al que siempre consideraba un aliado para sacar a España de las garras del comunismo. Sólo nombra a VOX cuando dice que hay dos largos años por delante para recuperar a sus votantes, como si pertenecieran al PP, enfadados pero recuperables con unas cuantas carantoñas.
Isabel Díaz Ayuso ha hecho un cóctel en sus discursos y mítines mezclando su base ideológica del PP con el tono valiente de VOX. Ha utilizado algunas de las políticas patrióticas de la formación de Abascal adaptadas a la Comunidad de Madrid, que el PP de Casado ni siquiera lleva en su programa. La batalla cultural, por ejemplo, tan contrapuesta a la de algunas Comunidades Autónomas cada vez más cercanas a la izquierda y a partidos separatistas, caso de Galicia. Eso sí, cuando Rocío Monasterio presiona a Ayuso para que elimine las políticas de ideología de género impuestas por su antecesora Cristina Cifuentes, que se aplique el pin parental, que se cierren los centros de MENAS y se devuelvan los menores a sus padres porque ya resultan una amenaza para la convivencia de algunos barrios de Madrid, ella intenta no interferir demasiado en las políticas globalistas. Las maquilla pero no las elimina. Las dudas también surgen cuando con su éxito avala el liderazgo de Fracasado, el totalitarismo y nacionalismo de Feijóo, y el acercamiento de Juanma Moreno a la izquierda pretendiendo convertir Andalucía en ejemplo de pacto PP-PSOE.
Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez. ¿Valentía o disidencia controlada hasta el límite que les permita seguir ejerciendo bajo el paraguas de la marca PP? ¿Valentía o ambición? Prefieren ser cola de león que cabeza de ratón. Rompen con las reglas del PP pero no con sus políticas. Es como moverse con la seguridad de los monos: agarran una rama antes de soltar la otra. En este caso, se cuelgan de dos lianas a la vez, se plantan y no dejan avanzar al que viene detrás.
Dice Julio Ariza de «El Gato al Agua», que los versos sueltos no existen.