La Restauración (II parte) El nacimiento de la violencia ideológica

“Nosotros estamos dispuestos a vencer -¿se entiende?-, no a defendernos. A matar y a dejarnos matar. A todo».

Pablo Iglesias en la Revista «El Socialista» el 17 de Octubre de 1923.

 

Ya describí en el anterior artículo, cómo se estableció la paz social en España durante el bipartidismo Conservador-Liberal: 40 años de paz y progreso. Pero ahora, desde principios de siglo XX, se inicia un período de malestar exacerbado en la vida pública, en la vida económica  y en la vida política. Este cambio de tendencia es el que pretendo analizar en este artículo.

En primer lugar, deberíamos preguntarnos, como personas inteligentes que somos, por qué se produjo este cambio, en la economía y, sobre todo, en la paz social española,  entre dos períodos democráticos: el de Cánovas y Sagasta, y el período de principios de siglo XX si ambos fueron períodos democráticos.

Las condiciones en el segundo período fueron las mismas que en los cuarenta años anteriores: una democracia parlamentaria, un rey, una constitución, partidos políticos (de derechas y de izquierdas, monárquicos y republicanos), elecciones de amplio sufragio, grandes beneficios para la clase obrera heredados de los cuarenta años de paz social. Sí, son las mismas aparentemente, pero hay un nuevo elemento que se convertirá en factor determinante de los acontecimientos en esta etapa: la violencia verbal y la radicalidad ideológica de los nuevos políticos en el Parlamento, en los mítines  y en los periódicos, empecinados en imponer su ideología antes que en cooperar con las demás fuerzas políticas para obtener el mayor bienestar de los españoles.

La vida cotidiana de la población se vio gravemente alterada por personas fanatizadas por determinadas ideologías que, a pesar de tener muy escasa representación parlamentaria (el PSOE en 1910 solo tenía 1 de los 404 escaños), absorbían la atención de los medios de comunicación.

En la implantación de la dictadura, que duró dos días: 12 y 13 de septiembre, no murió nadie a consecuencia de este hecho; sin embargo, en la Huelga General de agosto de 1917, convocada por UGT-PSOE, hubo cerca de cien de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos.

Vean uso ejemplos que confirman esta afirmación:

“Jóvenes bárbaros de hoy: entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura; destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para virilizar la especie. Romped los archivos de la propiedad y haced hogueras con sus papeles para purificar la infame organización social. Penetrad en sus humildes corazones y levantad legiones de proletarios, de manera que el mundo tiemble ante sus nuevos jueces. No os detengáis ante los altares ni ante las tumbas… Luchad, matad, morid.“

Alejandro Lerroux, presidente del Partido Republicano Radical (1905)

 

 “Queremos la muerte de la Iglesia, cooperadora de la explotación de la burguesía; para ello educamos a los hombres, y así le quitamos conciencias. Pretendemos confiscarle los bienes. No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros».

Pablo Iglesias Posse, VI Congreso del PSOE. Gijón, agosto de 1902

 

“El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,… esta aspiración lleva consigo la supresión de la magistratura, la supresión de la iglesia, la supresión del ejercito… Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones“

Pablo Iglesias Posse, 5 de mayo de 1910 en el discurso en el Congreso de los diputados

 

«Es cierto que aspiramos a llevar representantes de nuestras ideas al municipio, a la diputación y al parlamento, pero jamás hemos creído, ni creemos que desde allí pueda destruirse el orden burgués y establecer el orden social que nosotros defendemos.

Pablo Iglesias Posse. Comentarios al programa socialista, Madrid, 1910.

 

“…hemos llegado al extremo de considerar que antes que Su Señoría suba al poder debemos llegar al atentado personal.” (Pablo Iglesias, PSOE. Discurso en el Congreso de los Diputados refiriéndose al señor Maura. Días después fue tiroteado.).

Pablo Iglesias Posse. Congreso de los diputados, 1910

 

(Les parecerá a ustedes que he sido maliciosamente selectivo al exponer tantos textos de Don Pablo Iglesias Posse, pero les aseguro que eso no es cierto, no siento ninguna animosidad hacia este señor, pero no he encontrado discursos extremistas en otros partidos, ni siquiera en los mítines. No obstante, agradecería enormemente que me demostraran, documentalmente, que estoy equivocado, porque lo único que me interesa es saber la verdad.)

 

El balance de esta etapa no es muy alentador:

Tres presidentes  del gobierno asesinados, otro tiroteado y apuñalado;  el  Rey de España, en el día de su boda, sufre un atentado bomba resultando 25 muertos; Huelgas Generales instrumentalizadas y sangrientas, una de ellas indefinida y revolucionaria, todas con muertos y heridos, edificios incendiados, tumbas profanadas; En 1916 se inicia una incesante subida de precios, crisis de subsistencia, hambre, paro, pobreza, inestabilidad política, dificultad en los acuerdos políticos para solucionar problema del desprestigio de los militares y la guerra, malestar social e intelectual con el Gobierno, falta de apoyo de la opinión pública a los políticos, discursos políticos incitando a la destrucción del estado y al asesinato,  pistolerismo organizado, aplicación indiscriminada de la “ley de fugas” (los guardias asesinaban a los delincuentes por la espalda simulando una fuga) por parte de las instituciones.

Ahora podrán ustedes comprender cómo pudo implantarse una dictadura militar sin efectuar ni un solo tiro. Nadie se opuso a ella. Los españoles responsabilizaron a los políticos. Fue considerada como una acción beneficiosa y necesaria para el país.

 

La dictadura de Cánovas y Sagasta. Una gran estafa electoral consentida y, sin embargo, muy beneficiosa para el país

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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