La rebelión militar del 36 fue contra el Gobierno, no contra la República

En el tema de la Guerra Civil (tal como están las cosas, he estado tentado de poner «En la primera Guerra Civil»; espero que nunca tengamos que numerarlas), existen ciertos tópicos que convendría aclarar por bien de la verdad histórica.

En la Guerra Civil no se enfrentaron las derechas contra las izquierdas; en la Guerra Civil se enfrentaron, una parte del ejército de la República, contra el Gobierno del Frente Popular. Una vez iniciada la guerra, muchos militares profesionales fueron abandonando al Gobierno y se sumaron al levantamiento. Por lo tanto, no fue una guerra de partidos de derechas contra partidos de izquierdas.

Los partidos de derechas como la CEDA, de Gil-Robles, o Renovación Española, de Calvo Sotelo, no tenían grupos paramilitares como los partidos de izquierdas (Milicias de las Juventudes Socialistas, comunistas y anarquistas). Los votantes de derechas se convirtieron en víctimas pasivas de la matanza izquierdista.

Tan solo dos grupos paramilitares, sin vinculación política, participaron ayudando a los militares sublevados: La Falange y los Requetés. Pero los de la Falange era tan pocos, que ni siquiera habían llegado a obtener un diputado en las elecciones de Febrero; el grupo de los Boinas Rojas o requetés, sí tenían organización paramilitar puesto que continuaban la tradición de los carlistas desde el siglo XIX, pero su destino en la guerra no fue la retaguardia sino el frente. Aportaron unos 6000 hombres; la Falange, unos 3000. No es un número muy importante; la Pasionaria convocaba a muchos más en un solo mitin.

En la Guerra Civil, los militares no pretendían derribar la República; pretendían precisamente todo lo contrario, salvar la República de un proceso sovietizante que ya estaba en marcha. La confusión fue creada y propagada maliciosamente por los dirigentes del Frente Popular*, para obligar a los países europeos a participar en su defensa, pero Francia e Inglaterra no se dejaron engañar por esos políticos puesto que tenían sus propios informes sobre la conducta antidemocrática del Gobierno del Frente Popular durante los escasos cuatro meses que gobernó antes de la sublevación.

Existen varios documentos que demuestran que esto fue así. Trataré de exponerlos con la mayor claridad posible.

 

1.- El diario de Alcalá-Zamora

La prueba más evidente de que el ejército no iba contra la República, sino contra el Gobierno que estaba traicionando a los españoles, la encontramos en el diario personal del que fuera Presidente de la República desde 1931 hasta que fue ilegalmente destituido por el Frente Popular. Dice Alcalá-Zamora en su diario que cuando fue destituido, el alto mando del ejército, dándose cuenta, como el todo mundo intelectual español, de que habían cometido un Golpe de Estado político, ofreció a Alcalá-Zamora su apoyo militar para contrarrestar el Golpe de Estado izquierdista. Alcalá-Zamora declinó este ofrecimiento para evitar el mayor tiempo posible, el derramamiento de sangre.

 

2.- La carta del General Franco a su ministro de la Guerra, Casares Quiroga

Otro argumento que demuestra el respeto a la República por parte de los miembros del ejército es la carta que envió Franco el 23 de junio de 1936 al ministro de la Guerra, Casares Quiroga.

La carta es un poco larga para ponerla aquí, pero voy a ponerles el principio y el final para que ustedes mismos saquen sus conclusiones sobre el documento. (Pueden encontrarlo fácilmente en Internet)

«Respetado ministro: Es tan grave el estado de inquietud que en el ánimo de la oficialidad parecen producir las últimas medidas militares, que contraería una grave responsabilidad y faltaría a la lealtad debida si no le hiciese presente mis impresiones sobre el momento castrense y los peligros que para la disciplina del Ejército tienen la falta de interior satisfacción y el estado de inquietud moral y material que se percibe, sin palmaria exteriorización, en los cuerpos de oficiales y suboficiales.

…Muy atentamente le saluda su affmo. y subordinado, Francisco Franco.»

¿Es esta la forma de actuar de un traidor? ¿Qué objeto tenía esta carta si Franco pretendía dar un Golpe de Estado? ¿Cómo puede algún historiador pensar que Franco era tan tonto que a un mes del alzamiento, estaba informando al ministro? (Que, por cierto, ya lo sabía)

A lo largo de la carta, Franco va explicando al ministro la situación del ejército y le informa de la posibilidad de una acción de fuerza contra el Gobierno.

Esta insurrección del ejército hubiese podido ser fácilmente atajada, con un simple acto de atención a los militares por parte del ministro o del Presidente del Gobierno. Pero no lo hicieron.

La carta no tuvo respuesta. El ministro no hizo nada. El Presidente no hizo nada. Toda España conocía el complot, pero no hicieron nada. Esa desidia demostrada por los dirigentes del Frente Popular, demuestra que Don Niceto Alcalá-Zamora tenía razón cuando afirmó en su diario:

[Tienen] «La insensata pretensión de que el Gobierno, —se refiere al de derechas que ganó las elecciones en el 33— cruzado de brazos, les  facilite el empleo de la violencia aniquiladora de las derechas, pues lo que la izquierda desea y cree oportuno es la guerra civil«.

 

3.- El bando de Guerra de Melilla y la bandera

El bando de Guerra, pronunciado en la ciudad de Melilla y firmado por el mismo Franco, fue leído al atardecer del 17 frente a la Comandancia de dicha ciudad:

«Hago saber: Una vez más, el Ejército unido a las demás fuerzas de la nación, se ha visto obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de españoles que veían, con amargura infinita, desaparecer lo que a todos puede unirnos en un ideal común: España. Se trata de restablecer el imperio del orden dentro de la República, no solamente en sus apariencias o signos exteriores, sino también en su misma esencia…»

Al principio, las tropas rebeldes llevaban la bandera republicana en coherencia con su objetivo: salvar la República.

 

4.- El manifiesto de los falangistas

José Antonio hace público un manifiesto sumándose a los rebeldes contra el Gobierno:

«Un grupo de españoles, soldados unos y otros hombres civiles, no quieren asistir a la total disolución de la Patria. Se alza hoy contra el Gobierno traidor, inepto, cruel e injusto que la conduce a la ruina. […] Trabajadores, labradores, intelectuales, soldados, marinos, guardianes de la patria: sacudid la resignación ante el cuadro de su hundimiento y venid con nosotros por España una, grande y libre. ¡Que Dios nos ayude! ¡Arriba España!»

José Antonio Primo de Rivera. 17 de julio de 1936.

 

*Vean cómo es capaz, un político, de manipular a los ciudadanos que le escuchan, y enviarlos a matar, sin ningún cargo de conciencia:

Discurso de «La Pasionaria» el día 19 de julio de 1936 en Madrid:

«¡Obreros! ¡Campesinos! ¡Antifascistas! ¡Españoles patriotas!… Frente a la sublevación militar fascista ¡todos en pie, a defender la República, a defender las libertades populares y las conquistas democráticas del pueblo!…»

Como ya he demostrado en otros artículos, los fascistas eran tan escasos que no obtuvieron ni un diputado. Tampoco los militares sublevados eran fascistas, y tampoco se levantaron contra la República.

Tras este discurso, los milicianos (es decir, ciudadanos de izquierdas a los que el Gobierno había entregado armas) se dirigieron a asaltar el Cuartel de la Montaña, en Madrid, que se había declarado en rebeldía. No habían iniciado ninguna acción militar; simplemente se mantuvieron acuartelados.

Con artillería y aviación, los militares de la República obtuvieron la rendición del cuartel, pero tras esta, los milicianos de izquierdas entraron y empezaron a matar a sangre fría a los rendidos.

Se calcula que había dentro unos 1500 soldados y 180 falangistas, también 140 cadetes (menores de edad). Ese mismo día fueron asesinados por los izquierdistas, entre 500 y 900, entre ellos 90 cadetes.

Patio del Cuartel de la Montaña, Madrid, tras fracasar la insurrección.

Esa es la brutal violencia que pueden generar las retorcidas palabras de un político, asesino y cobarde, engañando a la gente.

Mentiras del Gobierno frentepopulista a los españoles

José Enrique Catalá

Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Especialista en Hª Medieval. Profesor. Autor del libro: Glosario Universitario.

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