La igualdad y la pobreza: ¿igualdad o igual da?
Un valor muy en boga hoy en día es, el de la igualdad. El otro día mismamente escuché un discurso del Rey Felipe VI en un foro de innovación, en el que dijo que la innovación propicia la igualdad. Obviamente en el discurso socialista y comunista, es permanente la apelación a la igualdad como si fuera un mandamiento de la ley de Dios.
Sin embargo, es una de las múltiples mentiras y falsedades que esta sociedad inculta y adormecida ha adoptado sin analizar mínimamente sus terribles impactos.
Hay ocasiones en que los hechos se visualizan mejor viendo los extremos. En la antigüedad existía el sistema de diezmos, mediante el cual se debía pagar una contribución al señor de turno, de un decimo de su producción, es decir, un 10%.
Hoy día si echamos bien las cuentas, entre el IVA del 21%, el IRPF que varía llegando hasta el 50%, los impuestos especiales como el de los combustibles, impuestos a la energía eléctrica, impuestos sobre los beneficios de las empresas (casi todas pequeñas), tasas, etc. Pagamos en torno al 50% en impuestos de lo que ganamos con nuestro trabajo.
Con el paso del tiempo parece que podemos llegar al 100%, es decir, darles a los políticos todo el dinero que obtengamos con nuestro trabajo y esfuerzo, para que miserables políticos decidan como gastarlo, a quien dárselo. Todo en pro de la igualdad.
Pues bien, esa igualdad nos llevaría a la pobreza, de hecho, ya lo está haciendo. El razonamiento es muy sencillo, aunque al margen de razonamientos, existe la cruda realidad. En los países en los que se ensaya este modelo solo hay pobreza. Recordemos los países de la Europa del Este antes de la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la China de hace unos años, la Cuba de hoy, la Venezuela de hoy.
Es muy sencillo de entender. Si haga lo que haga, me quitan el dinero para dárselo a otros, ¿para qué me voy a esforzar? Trabajaré lo menos posible, ya que luego nos “igualarán”. Igualdad, o… igual da.
Eso, aunque no lo creamos, ya sucede hoy. Hay muchas personas que prefieren no estar en el mercado de trabajo, ya que el subsidio público no les incentiva a trabajar. ¿Para qué trabajar, si al final me van a pagar prácticamente los mismo? Eso se llama, incentivo perverso.
En el modelo opuesto, cada cual tiene en función de lo que trabaja, se esfuerza y obviamente eso genera un incentivo a ser mejor, a trabajar más, a innovar. Podríamos decir que es el modelo de Estados Unidos, Corea del Sur, algunos países europeos. Por ello casi toda la innovación viene de EEUU (Apple, internet, Tesla, etc.)
Que cada cual elija, pero está claro que darle el dinero de tu trabajo a gente como Sánchez y sus comunistas de salón, para gastarlo en Irenes Montero, Yolis, eutanasias, abortos, etc. no parece lo más sensato.
La igualdad en términos de igualdad de derechos, por supuesto que sí, pero a partir, de ahí, cada cual que progrese según su esfuerzo. Esto genera un círculo virtuoso, de crecimiento y riqueza. Lo otro, solo es un circulo vicioso, de corrupción y pobreza.
Mucho dinero en manos de los políticos invita a la corrupción, por lo que cuantos menos impuestos, mejor, más incentivo a la innovación y al esfuerzo y menos corrupción.
Cuando un político, como por ejemplo Sánchez, invoque a que suban los impuestos más y más, ya sabemos para qué es.
Cada uno tiene con su voto que decidir qué quiere para su país y para el futuro de sus hijos. El único partido que aboga por bajar impuestos es VOX. El PP lo dice, pero luego incumple y el PSOE es el modelo de quitarte todo el dinero a los trabajadores.