La historia se repite
Este año 2020, a mi parecer, tiene gran similitud,con aquel violento y aciago año 1934, cuando se producen escisiones en la izquierda, más concretamente, en el PSOE, por la amenaza de un pronunciamiento, sí, pero no un pronunciamiento militar o de las derechas, debida a una supuesta y ficticia amenaza fascista, sino por uno de izquierdas, por marxistas, baukinistas, jacobinos, nihilistas y ácratas. Dicho de otra forma, lo que compone nuestro actual gobierno.
Una amalgama de despropósito antidemocrático, en un cóctel Molotov o de terrorismo político, con un único objetivo, llegar a una revolución marxista, una lucha del proletariado o de clases postulada en la violencia, para la fragmentación democrática y su posterior destrucción.
Las reiteradas y continuas provocaciones de un vicepresidente de Gobierno que ve acrecentarse y acercarse su muerte política, representada y reflejada en una agonía sin un remedio eficaz o panacea real, no ve otra salida que la de sus ancestros, romper con la legalidad y legitimidad democrática, esa que nos imponen como forma de vida y se jactan de haber creado, volviendo a aplicar el terrorismo de Estado contra toda disidencia e indicio de decencia y honradez. Irónica al extremo, cuanto menos, paradójica y antitética.
Como digo, este PSOE empezó a fragmentarse y bolchevizarse con la llegada a la secretaria general del mismo, de Zapatero, el Indalecio Prieto de nuestra década más cruel y aciaga, al contrario de este último, Zapatero se reitera en apoyar a un PSOE completamente bolchevizado, el de Pedro Sánchez o sucesor de Largo Caballero, «El Lenin español», haciendo caso omiso a las sabias advertencias de Felipe González, el Julián Besteiro del pretérito socialista.
Me explico: la historia se repite, volveremos a un conflicto civil, sin remedio, el socialismo revolucionario, de manos de prietistas y caballeristas, haciendo caso omiso a los moderados besteiristas, fueron los únicos y verdaderos responsables de nuestra guerra civil, momento este, del que zapateristas y sanchistas, haciendo caso omiso de los moderados felipistas, quieren volver a recrear y vivir.
Su germen está ya inmerso en el proceso de producción o creación de una inventada para la ocasión, crisálida, del todo ideológica y artificial, no biológica o natural, la cual les lleve a una metamorfosis completa de nuestra historia, haciendo por medios rastreros y cainitas, se de una nueva situación, una situación adanista, sin un sólo recuerdo anterior, en que tenga forma su anhelada y utópica leyenda ideológica, para que los vencidos del pasado, sean los vencedores del presente, los mártires y héroes del futuro.
Sus discursos, llenos de una retórica visceral, de demagogia difamatoria, descalificativa, populista y sobre todo propagandística, con esas pizcas o tintes, en su sucia elaboración, de una ironía, fatua y déspota, acompañada de, una megalomanía y egolatría, que transforman en una autoridad moral, en mi humilde y modesta opinión, del todo injusta e inmerecida.
Llevan a hacerse la aciaga y cruel pregunta de si España corre más peligro en manos de ese ficticio, espectral e inexistente fascismo, que dicen defiende y representa la única formación política que, a día de hoy, puede devolvernos esa igualdad sustentada en la justicia, es decir, la verdadera y real libertad, un Estado de Derecho y una democracia verdadera y plena, que no es otro que VOX.
O perecer en otro conflicto civil, propiciado e impuesto por unos frustrados e impotentes, vulgar turba de oligarcas guerra civilistas, cuyo única obsesión y anhelo es poder dar muerte a toda disidencia ideológica, borrando todo vestigio de la misma, ganando así una guerra que ya perdieron antes, en una beligerancia generalizada, es decir, en lo físico y lo emocional o ideológico.
Hoy en España, en su aciaga e inmerecida contemporaneidad y en un ambiguo y también aciago futuro que ya se adivina y presume para el conjunto de la misma, valga la redundancia, la historia vuelve a repetirse, el PSOE se bolcheviza, dando legitimidad a comunistas, marxistas y baukinistas, a nihilistas, ácratas y jacobinos, todos ellos ejemplo de demócratas donde los haya.
Un frente popular menos violento físicamente, pues su estética es más de alfeñique y su número, tanto en lo personal, (legiones o huestes) o en los medios, (la industria, la agricultura, el oro que nos robaron y dieron a Moscú…) es bastante menor, teniendo que recurrir a pactos logísticos, con los revolucionarios y totalitarios, con los amigos de lo ajeno, los que no creen en nada, los que no reconocen ni respetan las normas o leyes, es decir, la autoridad y los revolucionarios sin revolución.
Sólo queda esperar el final de esta agonía, preludio de una muerte anunciada, si surten efecto las continuas y reiteradas provocaciones de un vicepresidente del gobierno, vulgar terrorista político y amigo del conflicto violento, sediento de sangre y venganza como forma de vida, o en una dulce, silenciosa pero larga agonía, que supondría, sin género de duda, la sumisa aquiescencia por el sector de la sociedad decente y honrado, esa otra media España, que decidiese, en un acto de incoherente nobleza, en el sentimiento de un exacerbado o excesivo, sentido patrio, atenerse y respetar la legalidad democrática y aceptase vivir en una dictadura impuesta por una nociva y autoritaria República popular de izquierda. Es decir, vivir de rodillas o en un rol de esclavitud.
Un régimen de gobierno, cuya esencia y génesis germinal es, representa y defiende, el más absoluto analfabetismo, hambre y miseria.