La «farsa de la barretina». Por José María Nieto Vigil

"España está en gravísimo peligro de extinción como nación y como estado".

No puedo permanecer callado, en silencio, mientras el Gobierno del –todavía- Reino de España procede al derrocamiento y demolición de la unidad de mi Patria. El espectáculo de los últimos días protagonizado por los independentistas catalanes, altivos, soberbios y desafiantes, saliendo de la cárcel indultados, sin escrúpulo y vergüenza alguna, por el Consejo de Ministros socialista –más bien diría “suciolista- celebrado el pasado martes, día 22 de junio, en el cuartel de la Moncloa, es vomitivo. Un día de infausto recuerdo para los españoles que pasará a los anales de la Historia de España, de manera irremediable e irreparable, como uno de los episodios más negros de  nuestra historia  contemporánea, que ya es decir.

          El espectáculo vivido, grotesco y dantesco, no tiene calificativos que aplicar. La claudicación y el oprobio  sufrido por los españoles son, además de insultantes, terribles y lamentables. Al día siguiente, publicado en el Boletín Oficial del Estado, tomaba carta de naturaleza tamaña felonía y traición. Durante la mañana de aquella aciaga jornada, los líderes secesionistas salían de las cárceles. Lejos de manifestar arrepentimiento alguno, escupieron a los españoles con sus declaraciones y discursos pestilentes, no había muestras de arrepentimiento ni mostraban deseos de poner fin a sus reivindicaciones, tan desleales como ilegales. Montaron un circo mediático en el que, con enorme descaro y buirla, retomaban sus soflamas anti españolas y la apología a la desobediencia,  aquellas por las que habían sido procesados, sentenciados y condenados. El ridículo espantoso se cernía sobre nuestro lindo presidente,  Pedro Sánchez, que con indolencia, indiferencia e insensibilidad democrática, a través de sus acólitos, se dedicaba a cantar las excelencias de su “valiente” decisión de excarcelación de los culpables indultados. 

          Jamás podré olvidar a la cuadrilla independentista, pancarta en mano, cantar el himno de Els Segadors. La bacanal ruspturista daba comienzo de manera obscena, impúdica y lasciva. La Constitución Española era burlada y se convertía en papel de váter para los acólitos de la llamada “vía política” o “vía del diálogo” que, sin escrúpulos ni miramientos, dinamitaba el estado democrático, social y de derecho asentado sobre el imperio de la ley. Triste, muy triste, profundamente abatido, tuve que digerir la charlotada producida por Moncloa, un esperpento  impropio para una nación que atesora tan excelsa historia. Todo me parecía amoral, inmoral, impúdico y en extremo lascivo. Era una auténtica oda dedicada a la ineptitud, indecencia, ignonimia, a la deshonra y el deshonor,  transfigurada en elegía doliente, afligida y desconsolada. El camino de perdición era retomado con energía y brío alocado y enfermizo. Y mientras, nuestro mesiánico presidente comparecía engallado en rueda de prensa anunciando la mala nueva.

          En Madrid, en el hemiciclo de las Cortes, el insultante y bravucón, Gabriel Rufián, -como siempre durante sus peroratas parlamentarias- desafiaba al ejecutivo aposentado en la bancada azul, humillándole e intimidándole con nuevas advertencias y amenazas. Los indultos no son la solución, la independencia es el final –decía con tono chulesco y prepotente-. En tanto, el gobierno enmascarado de Pedro Sánchez, una vez más, se mostraba impertinente y chinchorrero con la oposición. Lejos de ser un hombre de estado y ejemplo de buen gobernante, se exhibió como un triste hombre de paja en manos de sus tropas mercenarias, a las que tanto debe y que tanto cuestan a nuestra querida España. Sin más altura de miras que las de perpetuarse como señor de la Moncloa, sin apego a la fidelidad a su encomienda recibida del pueblo español, era un títere, una marioneta y un fantoche  en manos de los rufianes de la peor calaña.

          Pero a mi no me sorprende la hoja de ruta interpretada por nuestro narcisista presidente. En absoluto. No puede caber la sorpresa, dada la ética personal del sujeto en cuestión,  que no es otra que la proyección de un pérfido y adúltero plan para convertir a España en una república federal. En su ADN se encuentra la información que explica su oscuro propósito de quebrar el orden constitucional, dinamitar la división de poderes, destruir la convivencia y la paz social y, finalmente, derrocar a la monarquía. Todo vale, nada tiene valor, si un precio por el que está dispuesto a pagar a sus aliados parlamentarios, tan necesarios como imprescindibles en su estrategia tan malévola como perversa, tan endemoniada como maligna. Su manera de proceder, su forma de entender a España, su ignorante conocimiento de la historia, le convertirán en un referente del arte del mal gobierno. Es dramático y trágico el panorama y porvenir que se augura, desde la certeza y notoriedad de sus faltas, para el pueblo español.

          ¿Diálogo? ¿Principio del fin del mal llamado conflicto catalán? De ninguna manera. No hay diálogo, hay un monólogo independentista, imperativo, radical y autoritario, amén de xenófobo y secesionista contra España. No hay conflicto catalán, hay un delito permanente, reiterado y continuado que merece el tratamiento prescrito conforme a derecho. Se hace jirones el poder judicial y se sustituye por las reglas del juego –con cartas marcadas- de las dos partes que negocian, sin tener en cuenta la soberanía nacional, el discurrir del inexistente procés catalá. La vía unilateral se impone en la mesa tocinera de las negociaciones, sin luz ni taquígrafos, en la clandestinidad entre bambalinas. No es el principio del fin, es el inicio del fin. 

          Queridos lectores, España está en gravísimo peligro de extinción como nación y como estado. No es baladí, insustancial e insignificante mi aseveración, no. Los vascos  ya están llamando a la puerta, pronto serán los valencianos, después los canarios,  luego los ceutíes o melillenses. Tiempo al tiempo. El silencio nos hace cómplices, y de ello se valen los traidores y los traicioneros. No nos engañan, Cataluña es España. 

José María Nieto Vigil

Profesor. Doctor en Filosofía y Letras. Licenciado en Historia Antigua e Historia Medieval. Diplomado en Magisterio y Teología Fundamental. Estudios Superiores de Egiptología. Conferenciante y colaborador de medios de comunicación. Ex Presidente Provincial de Palencia de FSIE (Federación de Sindicatos Independientes de Enseñanza). Presidente fundador de Vox Palencia.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba