La dialéctica de los amos del poder (quinta y última entrega)

El siglo pasado demostró al mundo que la democracia liberal y la revolución comunista tienen el mismo origen. Ambas, de entrada, son enemigas de Cristo y de su Iglesia.

La democracia liberal fomenta el ateísmo a través del laicismo. Acepta el relativismo religioso en cuanto a que se opone al Evangelio e intenta despojar al ser humano de su innato sentido de trascendencia. La revolución, una vez instalada, se olvida del relativismo, impone el ateísmo y persigue a los espíritus libres.

Ejemplo de lo anterior es la orden dada por el Partido Comunista Chino a todos los profesores en la ciudad de Wenzhou (provincia de Zhejiang) de no practicar ninguna religión y promover el ateísmo entre sus alumnos.

La agencia InfoCatólica refiere: «En el documento a firmar, los docentes deben dejar constancia de muchos datos: nombre, apellido, sexo, edad, horario de trabajo, posición, escuela».1

Eso no es todo. Cada profesor debe someterse a las siguientes directivas:

  • Afirmar la visión marxista sobre las religiones y reforzar la educación atea y el estudio;
  • No creer en ninguna religión, y no participar en ninguna actividad religiosa, no promocionar ni difundir religiones en ningún lugar;
  • Apoyar activamente la nueva civilización socialista y el nuevo rumbo;
  • No difundir supersticiones feudales, y no participar de ninguna actividad relacionada con las supersticiones feudales.2

En lo político y económico, la democracia liberal desestabiliza a las naciones y la revolución capitaliza dicha desestabilización para imponer oprobiosas dictaduras, como la China, o la que se está gestando en México.

La democracia liberal se vale del supracapitalismo para concentrar la riqueza en manos de unos cuantos y empobrecer a la mayoría; la revolución comunista hace exactamente lo mismo. Es falso, pues, que supracapitalismo y comunismo sean antagónicos. Comparten objetivos de dominio regional y global, pero aplican estrategias distintas. En realidad, son complementarios. China es el mejor ejemplo. El país está gobernado por el Partido Comunista pero la economía depende del gran capital pannacional.

Antecedentes históricos

Es de sobra conocido que los revolucionarios bolcheviques que derrocaron al Zar Nicolás II e impusieron el comunismo en Rusia fueron financiados desde Nueva York, Londres, París y Estocolmo.

Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, y León Davidovich Bronstein, alias Trotsky, principales jefes de la revolución comunista, conspiraron y operaron con recursos que les llegaban de Occidente. Sus principales financiadores fueron los siguientes banqueros:

  • Jacobo Schiff (Nueva York)
  • Max Breitung (Nueva York)
  • Felix Warburg (Nueva York)
  • Max Warburg (Alemania)
  • Paul Warburg (Nueva York)
  • Otto H. Khan (Nueva York)
  • Mortimer Loeb Schiff (Nueva York)
  • Olaf Ashberg (Estocolmo)
  • Solomon Loeb (Nueva York)

Otros protectores importantes de Lenin y Trotsky en los Estados Unidos fueron:

  • Bernard Baruch
  • J.P. Morgan
  • Eugene Meyer
  • Luis Brandeis

La supracapitalista ciudad de Nueva York fue la sede del Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas, efectuado el 14 de febrero de 1916. La logística del evento corrió a cargo, principalmente, de Trotsky. Los gastos fueron sufragados, sobre todo, por Jacobo Schiff.

Debe recordarse, además, que los teóricos del comunismo, Carlos Marx (Karl Heinrich Chaim Hirschel Mordechai) y Federico Engels, procedían de familias burguesas. Marx fue hijo de un prestamista, Herschel Mordechai, emparentado con la familia Rothschild. El padre de Engels, Moses Hess, era hijo, a su vez, de un agente de bolsa.

De igual manera, es conveniente señalar que los principales jefes de la revolución bolchevique carecían de antecedentes proletarios. Lenin fue criado en el seno de una familia de la pequeña burguesía y Trotsky, en una familia francamente adinerada.

La traición a Europa

Durante la Segunda Guerra Mundial, las “democracias” y el bolchevismo se aliaron contra el nacionalsocialismo, el fascismo y el imperialismo japonés. Terminada la contienda, las “democracias” en poder de los supracapitalistas, entregaron media Europa al comunismo soviético.

Es indiscutible que, a finales de abril de 1945, las tropas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia tuvieron la oportunidad de ocupar Berlín y los principales centros científicos y tecnológicos alemanes (como Peenemunde y Sttetin), pero Truman, Churchill y Einsenhower lo impidieron.

El general Patton dominaba gran parte de la estratégica Bohemia y tenía a su alcance a Eslovaquia, pero Eisenhower le ordenó replegarse.

¿Qué pasó entonces? Que la mayoría de las investigaciones y descubrimientos de los científicos nazis fueron entregados a la Unión Soviética, que —es necesario decirlo— había quedado devastada.

El caso de China

El general nacionalista Chiang Kai-shek alineó a China con Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética. Chiang fue considerado durante la Segunda Guerra Mundial como uno de los “cuatro grandes”, al lado de Roosevelt, Churchill y Stalin.

El caso es que, con todo y su “grandeza”, Chiang fue traicionado y con él, la China continental. Chiang se refugió en la Isla de Taiwán y Mao Zedong impuso la dictadura comunista en el resto del país.

A Chiang se le impidió la compra de armas y a Mao se le apoyó con inversiones multimillonarias de las empresas globalistas. A las grandes corporaciones les tuvo sin cuidado que Zedong fuera un asesino. Las cifras más conservadoras hablan de que su régimen mató a por lo menos 80 millones de seres humanos.

Kissinger empodera a China

China era, en 1972, una potencia de segundo orden que poseía la bomba nuclear desde 1964, pero que tenía sumida a la población en la pobreza, el hambre y el miedo.

A pesar de eso, el entonces consejero de seguridad nacional de los Estados Unidos, Henry Kissinger, maniobró para llevar a Beijing a quien era el presidente de su país: Richard Nixon. En sus memorias, Kissinger escribió:

Al cumplirse el tercer aniversario de la asunción del mando por Nixon, nos encontrábamos inmersos en la planificación de un hecho que nadie hubiera imaginado posible en 1969: la visita de un presidente norteamericano a Pekín. Teníamos otras aspiraciones, a comienzos de 1972 —en relaciones con la Unión Soviética (sic) por ejemplo, y en una negociación para lograr el fin de la guerra en Vietnan. En ese momento (sic) sin embargo, la reunión cumbre en China era nuestro objetivo inmediato.

China no era importante para nosotros sólo porque era físicamente poderosa; Chou En-lai estaba en lo cierto al repetir sus protestas de que su nación no era una superpotencia. En realidad, si China hubiera sido más fuerte, no habría perseguido el mejoramiento de nuestras relaciones con tanta decisión. Pekín nos necesitaba para romper su aislamiento y como contrapeso a la mortal amenaza en su frontera norte. Nosotros necesitábamos de China para incrementar la flexibilidad de nuestra democracia. Los días en que disfrutábamos del lujo de elegir el momento en que queríamos comprometernos en asuntos internacionales, estaban muy lejanos. Ahora nos encontrábamos permanentemente comprometidos, pero no de manera tan predominante como antes. Teníamos que tener en cuenta otros centros de poder y buscar el equilibrio entre ellos. La iniciativa de China también mejoró la perspectiva de nuestra política nacional. Hacía que Indochina se redujera a su dimensión real: una pequeña península en un gran continente. La espectacularidad de nuestra actitud suavizó en los norteamericanos el dolor que inevitablemente acompañaría a nuestro retiro del sudeste asiático. Proporcionó asimismo cierto equilibrio en la percepción de nuestros amigos de todo el mundo.3

Un año después de la visita de Nixon a China, el magnate neoyorquino Nelson Rockefeller (muy vinculado a Kissinger) fundó la Comisión Trilateral con el objetivo de acelerar la implantación del Nuevo Orden Mundial. En aquel momento (1973), la Trilateral utilizó a Japón como pivote. Hoy, China juega ese rol.

Para fortalecer a la China comunista, las trasnacionales han entregado secretos comerciales. Mary Lovely, profesora del Instituto Peterson de Economía Internacional, citada por Expansión, dijo que las armadoras de automóviles «están entrenando a sus futuros competidores y recibiendo solo una fracción de lo que ganaría su propiedad intelectual».4

En ese tenor, Scott Kennedy, investigador del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, también citado por Expansión, apuntó que «No es sorprendente que algunas marcas nacionales chinas se parezcan a los modelos estadounidenses o europeos».5

¿Cómo cuáles marcas? Como General Motors, Volkswagen o Toyota, que se han asociado con empresas chinas para evitar el pago de fuertes aranceles.6

Las grandes trasnacionales “estadounidenses” que comercian con la nueva potencia asiática se agruparon en el Consejo Empresarial Estados Unidos China, cuya dirección electrónica es uschina.org.

Entre las empresas agrupadas en el Consejo Empresarial Estados Unidos China figuran las siguientes:

  • Kissinger Associattes Inc.
  • Apple
  • Amazon
  • The Walt Disney Co.
  • Walmart
  • Pfizer
  • BayerBest BuyMary Kay

 

La lista completa se puede ver en la siguiente liga: https://www.uschina.org/about/member-companies

El actual presidente del Consejo Empresarial Estados Unidos China es Craig Allen. Entre los directores, figuran:

  • Mary Callahan Erdoes, de J.P. Morgan;
  • John Waldron, de Goldman Sachs;
  • Bertrand-Marc Allen, de Boeing;
  • James D. Farley Jr., de Ford Motor Company;
  • Michael A. Khalaf, de MetLife Inc.;
  • Kewsong Lee, de Carlyle;
  • James Quicey, de Coca Cola;
  • Ramón Laguarta, de PepsiCo;
  • David S. Taylor, de Procter & Gamble;
  • Joe Stone, de Cargill,
  • Jack P. Williams, de Exxon Mobil Corporation.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y la posterior guerra comercial contra China disgustó a las transnacionales que apoyan al gigante asiático; el sospechoso triunfo de Joe Biden, por el contrario, las tranquilizó.

Un influyente académico chino, Di Dongsheng, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Renmin, declaró en noviembre pasado, durante una transmisión del sitio web chino Guan Video, que China «solía conocer gente en la cima» de las finanzas de los Estados Unidos.7

Dongsheng agregó: «Tenemos una red de “viejos amigos de China” en Wall Street, que tenían acceso y control sobre los políticos de DC».8

Reconoció, además, que esos contactos no pudieron ayudar a China durante la guerra comercial ordenada por la Casa Blanca debido a que «Wall Street no puede controlar a Trump».9

Al comentar la presunta victoria electoral del candidato demócrata sobre Trump, Dongsheng dijo: «¡Biden ha vuelto! Nuestro viejo juego ha vuelto». 10

Di —así se llama— dijo la verdad. China será utilizada por los amos del poder para controlar a los países asiáticos.

El 23 de noviembre pasado, el aún presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cesó a Henry Kissinger como integrante de la Junta Política de Defensa, que funge como organismo asesor de la Casa Blanca. Se trató de un despido más bien simbólico, pues el ex consejero de seguridad nacional y ex secretario de Estado mantiene continuos contactos con China.

Ocho días antes del cese de Kissinger, el 15 de noviembre, China firmó el mayor tratado de libre comercio con 14 países de Asia y el Pacífico. Se trata de la Asociación Económica Regional Integral, que involucra a 2 mil 200 millones de personas y que representa casi un tercio de la producción económica mundial. Es muy significativo que Japón y Corea del Sur, que son considerados como los más fuertes aliados de Estados Unidos en Asia-Pacífico se hayan adherido al Acuerdo impulsado por China.

La cadena alemana Deutsche Welle calificó este acuerdo como «una poderosa señal contra el proteccionismo de Trump» y dijo que «Algunos hablan de un “regalo de despedida” para el presidente de Estados Unidos».11

¿Qué sigue?

El 22 de noviembre de 2019, el presidente chino, Xi Jinping, recibió a Henry Kissinger en Beijing. En ese momento, el presidente Donald Trump mantenía cierto control sobre Estados Unidos. Ante Kissinger, Xi dijo:

Las dos partes deben actuar a partir de los intereses fundamentales de los dos pueblos y la gente del mundo, respetarse mutuamente, buscar un terreno común mientras se reservan las diferencias, buscar resultados de ganancia compartida en la cooperación, e impulsar el desarrollo de los lazos bilaterales en la dirección correcta.12

Si Trump deja Casa Blanca, la Comisión Trilateral podrá presumir que tendrá el control casi absoluto de América y Europa —vía Joe Biden— y de la región Asia-Pacífico, por medio del presidente chino, Xi Jinping, en momentos en que la tecnología permite a los amos del poder seguir cada paso de cada ser humano y conducir sus actos vía la inteligencia artificial. El cerco se estrecha…

 

Fuentes consultadas

Asia News/InfoCatólica. “China: los maestros de la ciudad de Wenzhou son obligados a firmar un documento en el que se declaran ateos)”. InfoCatólica. (Publicado el 11 de diciembre de 2020. [Consultado el 12 de diciembre de 2020]). Recuperado de https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=39348

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Henry Kissinger. Mis memorias. (Buenos Aires: Editorial Atlántida, S.A., 1979), 721.

CNNMoney. “El precio que pagan las empresas de EU por entrar a Cina”. Expansión. (Publicado el 5 de 2018. [Consultado el 13 de diciembre de 2020]). Recuperado de https://expansion.mx/economia/2018/04/05/el-precio-que-pagan-las-empresas-de-eu-por-entrar-a-china

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Bloomberg News. “Los censores de China se jactan de la influencia en Biden y Wall Street después de que se vuelve viral”. Bloomberg. (Publicado el 9 de diciembre de 2020. [Consultado el 12 de diciembre de 2020]). Recuperado de https://www.bloomberg.com/news/articles/2020-12-10/china-censors-viral-boast-of-influence-over-wall-street-biden

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Martín Fritz. “Pacto de China y 14 países de Asia-Pacífico: éxito para Pekín, revés para EE.UU.”. Deutsche Welle. (Publicado el 16 de noviembre de 2020. [Consultado el 12 de diciembre de 2020]). Recuperado de https://www.dw.com/es/pacto-de-china-y-14-pa%C3%ADses-de-asia-pac%C3%ADfico-%C3%A9xito-para-pek%C3%ADn-rev%C3%A9s-para-ee-uu/a-55618794

Xinhua. “Presidente Xi Jinping se reúne con Kissinger”. (Publicado el 22 de noviembre de 2019. [Consultado el 13 de diciembre de 2020]). Recuperado de http://spanish.xinhuanet.com/2019-11/22/c_138575960.htm

 

Jorge Santa Cruz

Periodista mexicano, católico y conservador.

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