La deuda pública como ariete de la izquierda
Partamos por explicar el término. Una cosa es el déficit público y otra la deuda pública.
El déficit público es la diferencia entre los ingresos y gastos públicos en un período de tiempo y se puede medir en euros o en porcentaje sobre el producto interior bruto (PIB) en ese mismo periodo de tiempo. Si hay déficit es porque los gastos superan a los ingresos.
La deuda pública es un concepto acumulativo, es la suma de déficits públicos a lo largo de los años. También se mide en euros o en porcentaje del PIB.
La deuda es una losa que pesa sobre la economía, debilita a los países. Cuando un país tiene mucha deuda le cuesta mucho pedir dinero prestado, le cobran más intereses porque se considera que es un país poco fiable, poco seguro.
Es decir, en términos sencillos, la deuda pública excesiva es mala, muy mala.
La izquierda tiene a gala ser poco disciplinada con la economía, porque lo único que le interesa es el poder para implantar su ideología liberticida y de control social.
En este sentido, cuando gobierna la izquierda la deuda pública sube y sube hasta límites fuera de toda ortodoxia occidental.
La izquierda aduce que lo hacen para gasto social, pero realmente lo hacen para mantenerse en el poder mediante una simple estrategia de compra de votos. El vulgo, ignorante y con escasas aspiraciones, se conforma con “paguitas”, especie de limosnas estatales que son gasto improductivo y desalientan el esfuerzo, el trabajo, las ganas de prosperar. A su vez, con esa estrategia la izquierda logra tener un enorme voto cautivo de todos esos limosneros.
A la larga esa estrategia genera pobreza y retraso, porque la economía pierde el pulso y el vigor de la iniciativa privada y se cae en una suerte de economía socializada, improductiva y cada vez más pobre. No hay que abundar en el hecho que las dictaduras solo se dan en países socialistas y que son países corruptos y muy pobres.
No hay más que ver como España ha pasado de ser octava economía mundial cuando murió Francisco Franco, a hoy que estamos en el puesto 36 en pib per cápita y bajando. Esta es la realidad de lo que significan las políticas de izquierda en España. Lo demás, es propaganda.
Le deuda pública es pues un freno al crecimiento, al progreso y al bienestar de los países por todos los efectos colaterales que tiene, siendo el del desincentivo a la iniciativa privada uno de los más relevantes. Está muy estudiado y desde hace muchos años por la ciencia económica y se denomina efecto expulsión o en inglés crowding out. El efecto expulsión o crowding out, también denominado efecto desplazamiento, es una situación en la que la deuda pública desvía la inversión del sector privado.
Otro de los efectos perniciosos de la deuda son los intereses que hay que pagar cada año por ella. Estos intereses son más gasto público que no se pueden dedicar a aspectos productivos o sociales, es una bola de nieve que se retroalimenta.
Sabiendo pues que la deuda pública es mala, la izquierda la utiliza de ariete para asaltar el poder mediante la estrategia de compra de votos y creación de una sociedad de paniaguados e improductiva.
Como vemos en los datos, esto no es gratuito y cada vez más países nos superarán en prosperidad y crecimiento.
La derecha del PP, hoy convertida en una suerte de amalgama de sensibilidades que difícilmente se la pueda denominar derecha, cuando llega al poder, tiende a solucionar la quiebra económica que genera la acción de gobierno de la izquierda, es decir, les hace los deberes. Pero esta labor, tiene el coste de no mantener el sistema clientelar de todos aquellos acostumbrados a la paguita o vivir del erario público, y tiene un coste electoral que más pronto que tarde sufre la derecha.
Además de las ayudas arbitrarias a colectivos de su cuerda ideológica y cientos de ONGs inútiles, están las destinadas a mantener a cientos de miles de inmigrantes que o han aportado nada al país y encima nos odian. A esto unimos a miles de periodistas del régimen que se dedican todos los días a promulgar la doctrina de izquierda y a criticar a todos los que no son de cuerda, creando una conciencia social desvirtuada.
Esta rueda se da en un ciclo de momento, sin fin.
El resumen es que, para el vulgo, medidas que nos empobrecen a largo plazo como son las de la izquierda derrochadora son populares y las medidas que nos mejoran a largo plazo, que son la de la ortodoxia de los países de nuestra zona, son impopulares.
La solución solo puede venir de un liderazgo de alguien que sea capaz de cambiar esta situación, este círculo vicioso. En Europa hemos tenido ejemplos, Margaret Thacher en Inglaterra, Angela Merkel en Alemania, Georgia Meloni en Italia y José María Aznar en España. A mi Feijóo no me parece un líder carismático que pueda cambiar la situación, si llega al poder será de la mano de VOX, y será para hacer poco y continuar la rueda descrita.
El problema de la falta de cultura y la mala educación escolar en último término, es lo que lleva a que el populismo de izquierda asuma el poder y logre convencer al vulgo de que lo malo para un país es lo popular.