La Batalla de Simancas-Albendiego o la Voluntad de Vencer  II

 

Albendiego. Ermita de Santa Coloma. Abside románico-mudéjar.

                                 

 

El Comienzo de la retirada árabe

Aquellos combates en tablas de Simancas, en realidad una gran victoria defensiva cristiana, no conformaron a los atacados, quienes siguieron en la distancia al ejército de Abderramán en espera de una favorable ocasión para atacarle. Seguramente tenían en la memoria la Batalla de Lutos o de Los Lodos en 874 (¿Grado?, Asturias), medio siglo antes, en la que Alfonso II el Casto prácticamente aniquiló las huestes de Abd al-Málik ibn Abd al-Wáhid ibn Mugaith en el estrecho paso de Los Lodos. Al Málik, general del Emir Hishan I, había derrotado a las huestes de Carlomagno el año anterior y en esta ocasión capitaneaba una de las dos aceifas enviadas contra el reino leonés.

Abderramán planeó su vuelta a Córdoba cobrándose venganza en todos los asentamientos cristianos al Norte del Duero hasta San Esteban de Gormaz, por lo que el ejército califal remontó la margen derecha del Duero. El Muqtabis V recoge literalmente: 

… “alcanzado su objetivo extremo de humillar a los infieles, ocupándoles el campo, mientras su tirano se refugiaba en un alto monte, en cuya cima esperaba librarse, (el Emir) ordenó partir, redoblando la atención y el número para protección de la retaguardia del ejército, puesto que esperaba que los infieles salieran a su paso, y empezó la marcha, sin que los enemigos de Alá se atrevieran a observar el paso del ejército sino desde lejos y desde las alturas, mientras él recorría el país lentamente, hasta ir al Duero y darse con la campiña de la fortaleza de Mamblas (hisn Mamls), que con su población fue destruida, sin dejar en Yillîquiyya (“Galicia”) fortaleza que no demoliese, ni recurso por destruir, hasta llegar a la ciudad de Roa (madinat Rawda), que halló totalmente desierta, dedicándose a destruirla, así como a la fortaleza de Rubiales (hisn Rbyls) durante dos días, que parecieron a los enemigos de Alá más largos que dos años, por los destrozos que causó en sus recursos, casas que destruyó y arbolado talado”.

 

El Ami-r al-mu’mini-n (Emir) era del parecer de continuar el río Duero hacia San Esteban y Gormaz porque les escaseaban los granos y por la dificultad de forrajear por estar agostados los campos. Pero aquellas gentes que les acompañaban de Madinat al-Faray (Guadalajara) y sus husuniha (castillos), acudieron a él quejándose (de los ataques) procedentes de los politeístas del Wadi Asah (valle del Aza) y sus fortalezas, insistiéndole y rogándole para que dirigiese el poderoso ejército contra sus castillos y cultivos. Subrayaban que aquello les sería de mayor provecho, así como a las gentes de las Fronteras, que la profunda incursión en territorio politeísta y el causar destrozos a quienes no lanzaban algaras contra ellos ni les venían a violentar. Convencido Abderramán de que atacara a los menos consolidados y más combativos enclaves cristianos del Sur del Duero, por Roa de Duero cruzó el río y fue dejando su huella de destrucción siguiendo el río Haza (Wadi Asah, actual Riaza), no dejando allí castillo que no destruyese, aldea que no arrasase, ni medio de vida que no acabase. 

«Cuando llegó a los “confines de dicha (región), no quedando al ejército lugar por recorrer, ordenó a los adalides fueran a reconocer (el terreno) para buscar los caminos más directos hacia el hisn Antisa (castillo de Atienza) y los más convenientes y de trayecto más seguro para el retorno de los musulmanes, dado el abrumamiento de sus acémilas. Acordaron dirigirse hacia el “hisn Q.str.b. (castillo de C…), ya que desesperaban de salir a otra parte (alguna traducción pone desechando cualquier otra salida)» (Muqtavis V).

Los subrayados realzan extremos importantes, tanto de la información digamos táctica (el “buscar los caminos más directos”, atajando, al “abrumamiento las acémilas”), como de la topográfica. En este último caso el vocablo traducido como “confines” (otros dicen “final”), bien pudiera hacer relación a “término”, y esto ser una mala interpretación de la antigua ciudad romano-celtibérica de Tiermes, la antigua Termancia. No es ninguna hipótesis fuera de lugar, porque en árabe se escribe solo las consonantes, y las vocales solo en ocasiones se indican con signos debajo de la palabra, por lo que no se tiene la certeza de qué vocales van en medio de las consonantes. Y lo mismo se puede decir de “hisn Q.str.b (castillo de C…; ¿actual pueblo de Castro?) y “desechar cualquier otra salida” o “buscar los caminos más directos hacia Atienza”. Gonzalo Martínez Díez (El Condado de Castilla 711-1038) también identifica Q.str.b con el actual Castro y antiguamente Castrabo o Castrobón.

 

La retirada hacia Atienza.

Con independencia de la distinta velocidad de los destacamentos de exploración o de ataque, el ritmo de avance del conjunto de un ejército tan numeroso no pudo ser muy rápido, y más al incluir los días que no se movió por diversas causas. También al estar supeditado a los medios de transporte de sangre del grueso, tanto los de tiro y como los de monta, con lentas carretas y acémilas cargadas de impedimenta y heridos, y aún más sabiendo que el enemigo leonés les acechaba, por lo que debía prevenir sus posibles ataques. Se calcula que la media fue de poco más de 10/12 km por jornada en los 190 km y 16 días que separaron Simancas del Portillo en la Sierra de Pela (antes de Miedes), dado que el 21 de agosto los sarracenos acabaron cayendo en una emboscada. Todo ello en función de los datos de las crónicas árabes fundamentalmente, aunque con dificultad y dudas, porque muchas poblaciones y topónimos han cambiado o desaparecido. Además, con o sin olas de calor, el agosto castellano limitaba mucho las horas de marcha a las menos calurosas; es de suponer que desde las 5/6, hora solar, hasta antes de mediodía, aproximadamente unos 20 km como máximo. Pero, sobre todo, y este es un factor que no se ha tenido en cuenta generalmente, y que acertadamente apuntó el General Sánchez de Toca, a la imperiosa necesidad de realizar la aguada para tan numerosas personas y bestias.

Se ha mencionado El Portillo de la Sierra de Pela, una especie de puerto o collado de 1.540 m de elevación que enlaza la zona de Tiermes con la de Somolinos (ambas localidades a 1.200 m de altitud). Dice la tradición que El Cid en su destierro pasó a Guadalajara por este lugar, lo cual parece recogido en el topónimo de Borbocid (Barranco/Rio Manadero) dado a uno de los próximos barrancos y afluentes del río Bornova.

La reconstrucción más plausible en base a lo anterior es que el ejército musulmán abandonó el valle del río Riaza y pasó al del Río Pero (Pedro) hasta la localidad de ese mismo nombre, en las estribaciones al Norte de la Sierra de Pela, hasta llegar a Tiermes, lugar con infraestructura militar y logística suficiente para alojarle; el alto anterior pudo estar en Cuevas de Ayllón o Ligos, en el río Pedro, a 18/20 km. Desde la antigua Termancia saldría el día 21 de agosto para pasar al otro lado de la citada sierra, precisamente por El Portillo, y desembocar, tras recorrer unos 17 km, en la Laguna de Somolinos, de 300 de largo, la cual facilitaría sobradamente la aguada. Al día siguiente seguiría la marcha hacia Atienza, a unos 20 km y por terreno llano, y posteriormente a Sigüenza y Guadalajara. 

Escenario: El Portillo (Norte-centro), la ondulada altiplanicie de Sierra de Pela, y los barrancos-arroyos, de Oeste a Este, de Manadero-Borbocid, Las Cuevas y El Tejo, que van al Río Bornova, en cuyas riberas están Somolinos y Albendiego.
Situación de Somolinos y su Laguna, bordeando el Río Manadero y la Carretera CM-110.
Desembocadura del Barranco de Las Cuevas, que nace en El Portillo.

Se da la circunstancia de que el tramo inicial de la calzada secundaria romana de Tiermes a Segovia (Secovia) discurría por el valle del río Pedro. Lo anterior está recogido en el Itinerarium Antoninum del siglo II. En el mismo se describe que la citada calzada partía de Mérida (Emerita Augusta), pasaba por Béjar, la Cañada Soriana Occidental, Ávila, Segovia y Confluentia (ciudad próxima a Sepúlveda desaparecida durante siglos), de donde partía un ramal que pasaba por las inmediaciones de Maderuelo hasta llegar a Tiermes. Otro factor más que sustenta la hipótesis del recorrido propuesto desde el río Riaza a Atienza.

 

José Mª Manrique

José María Manrique (Burgos, 1949), coronel de artillería retirado (1968, 2005 reserva). En la forzada situación de reserva por edad a los 56 años fui escribiendo sobre milicia y la historia española y universal especialmente del S. XIX en adelante, algunos artículos sobre la agobiante actualidad, así como la metahistoria.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba